Director: Ridley Scott
Duración: 124 minutos
País: Estados Unidos/Reino Unido
Elenco: Noomi Rapace, Michael Fassbender, Charlize Theron, Idris Elba, Guy Pearce, Logan Marshall-Green, Sean Harris, Rafe Spall, Emun Elliott, Benedict Wong, Kate Dickie, Branwell Donaghey, Vladimir 'Furdo' Furdik, C.C. Smiff, Shane Steyn, entre otros.
" Un equipo de exploradores descubren pistas sobre los orígenes de la humanidad en la tierra, esto los lleva a realizar un viaje hasta los rincones más oscuros del universo. Allí deberán luchar una batalla terrible para salvar el futuro de la raza humana."
No es ninguna mentira decir que Ridley Scott lleva varios años en una etapa de completo desatino creativo, por lo que el anuncio de la salida de esta cinta (que inicialmente iba a ser una precuela de Alien, para luego terminar siendo material independiente) nos llenó de esperanza: pues también se sabe que lo mejor que ha hecho este director son dos películas de ciencia-ficción (la citada Alien y Blade Runner). Su regreso al género prometía ser triunfal: elenco de infarto, una promoción potente que dejaba con ganas de más (aunque repleta de spoilers, eso sí) y recursos humanos de primera haciéndose cargo de la música, la fotografía y otros aspectos técnicos.
Al final la película no llega a alcanzar todo lo que se propone, pero no es en ningún modo una cinta que no merezca cierto aprecio, a pesar de que atacarla sea excesivamente fácil debido a algún exceso y a una narración que por momentos parece querer ir demasiado lejos, sin que sus reflexiones aporten algo a lo que debe darle sentido a la historia.
El relato se inicia así, con los planos de un planeta repleto de vegetación, hasta que continua a una figura humanoide que se deshace tras ingerir una especie de líquido negro. Lo que sigue es una presentación de personajes bastante larga, pausado, un poco al estilo de la primera Alien, pero con menos habilidad (En ese caso se permitieron prescindir del diálogo hasta la maravillosa secuencia en la mesa de la comida); y tras ponernos en situación, comienza la verdadera película.
Su título da a entender que aquí todo el tema gira sobre el mito de Prometeo, sin embargo el relato va (o quiere ir) más allá: desde la pérdida hasta la búsqueda del origen del hombre, pasando por robótica y tecnologías del futuro. El guión de John Spaihts y Damon Lindelof no es muy sólido y sirve más bien como una serie de viñetas, como una serie diálogos que se van conectando entre sí (muchas veces sin tener mucho sentido) y nada más.
Algún personaje en particular está muy bien definido, especialmente el interpretado por el inmenso Michael Fassbender, pero el resto no son más que clichés; no es que sea determinante porque la película no ambiciona ser realista en ese sentido, aunque tenga demasiadas situaciones que llaman la atención en algunos casos por lo inverosímiles y algunas otras por el uso de una lógica de niño de 3 años.
La clave de la película es, pues, más allá de su enorme ambición, la forma en que todo se presenta en pantalla y cómo Scott demuestra que al nivel puramente visual es un genio absoluto.
Esta obra es una película visual (aunque suene a perogrullada) y es colosal en ese aspecto. La fotografía es maravillosa, aprovecha las luces y sombras para crear una ambientación sublime, la elección cromática es igualmente digna de mención, los efectos especiales, aunque está claro que abusan un poco de lo digital (la primera Alien puramente artesanal, resiste sin problemas la prueba del tiempo, pero esta cinta probablemente no lo hará) son muy potentes.
Vale la pena observarla y dejarse llevar, más allá de que te guste o no lo que cuenta, el cómo lo realiza es fascinante. El director utiliza todo lo que tiene en su mano para que la experiencia sea al mismo tiempo, hermosa y terrible, perturbadora y bella. Su compleja labor en la dirección es admirable, y todo esto se completa con una banda sonora de una gran calidad.
Aclarado este punto, queda en esta obra un gran intento de crear cine de género en épocas contemporáneas, cimentado por los principios de antaño. Está muy lejos de ser perfecta y, hay que asumirlo, no llega a ser todo lo que prometía, principalmente porque a nivel narrativo no ofrece demasiado ni profundiza en los temas que inicia, siendo en ese aspecto bastante superficial (coherencia al margen, claro que algunos personajes no funcionan), pero merece verse, aunque sea sólo por mera contemplación visual.
En cuanto a la posibilidad de una segunda parte, viendo lo prolífico que es el señor Scott, creo que tendremos que esperar muchos, pero muchos años para que vea la luz.
Escrito todo esto, finalizo despidiéndome, si a alguien todo esto le parece absurdo me importa poco, como bien digo son mis propias conjeturas, basadas en mis puntos de vista, y que poco o nada tienen que ver con una crítica en sentido estricto, pero me parece muy interesante compartirlo. Claro, si es que alguien sigue leyendo esto.
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