Director: Richard Linklater
Duración: 105 minutos
País: Estados Unidos/Austria/Suiza
Elenco: Ethan Hawke, Julie Delpy, Andrea Eckert, Hanno Pöschl, Karl Bruckschwaiger, Tex Rubinowitz, Erni Mangold, Dominik Castell, Haymon Maria Buttinger, Harald Waiglein, Bilge Jeschim, Kurti, Hans Weingartner, Liese Lyon, Peter Ily Huemer, entre otros.
" Un hombre y una mujer se conocen en un tren que viaja por Europa, y deciden pasar una noche juntos en Viena. Por desgracia, ambos saben que esa será probablemente su única noche juntos."
Estas líneas están escritas para esta obra que daría inicio a una importante saga en mi existencia. Una historia de amor imprevista y espontanea. La vida de dos personas que cambian con solo dos citas de un día de duración cada una.
Y la pregunta relevante en este caso es: ¿es esta una película de amor o sobre el amor? Muy probablemente trate de ambos aspectos que, desde una perspectiva objetiva, sean el mismo. Recuerdo hace tiempo haber leído algunas criticas negativas sobre esta obra que me desagradaron y que se centraban acerca del modo en que el amor está expresado (el amor entendido como romance).
Me parece que esta cinta a diferencia de la segunda parte, no se trata del Amor en sí, sino más bien del romanticismo, de la ilusión y del cortejo, cosas que parecen haberse perdido en nuestra desdichada actualidad, donde basta una mirada insinuante en un antro de mala muerte para amanecer en la cama con cualquier desconocida (o). Y si bien es cierto que aquí también hay sexo, la película hubiese sido igualmente perfecta en ausencia de ese ingrediente.
La base que soporta esta cinta es el diálogo constante entre dos personas desconocidas, que coinciden en un tren, y pasan un día junto alrededor de Viena. No hay un tema básico, no hay un problema que resolver, no hay una meta que conseguir, no hay nada. Solo son las ideas de dos personas al respecto de las cosas y los casos de la vida. Si se me planteara escribir el guión para esta idea, me parece que tendría cierta complejidad y por supuesto una importante dificultad hacerlo.
Hawke y Delpy parecen haber sido concebidos con el propósito de interpretar a unos mágicos Jesse y Celine, que juntos nos hacen pasar momentos realmente especiales, instantes para sonrojarse, y hasta incómodos, como si fuéramos nosotros mismos los que estuviéramos viviendo esa situación.
¿Cuán inteligente tiene que ser un guión para soportar 101 minutos de solamente conversación, sin mayor apoyo de personajes secundarios, y sin ninguna acción de ningún tipo que ayude?
El guión de la película es suficientemente inteligente para hacerlo, ya que los ciento y tantos minutos de esta creación de Linklater transcurren rápidamente, y al final de ella uno siente cierta tristeza, de tener que dejar de escuchar los pensamientos de estos dos encantadores personajes.
Algunos la acusan de ser un panfleto de verborrea petulante, pedante y esnob, muy lejos de lo que significa (ojo, asumiendo que el significado sea único y absoluto) el romance en un largometraje. Debo decir que respeto tales opiniones, pues del mismo modo que tales cinéfilos en el sentido más clásico de la palabra asuman que este género debe contener dosis de profundidad romántica de The Bridges of Madison County (por poner un ejemplo), también yo podría afirmar que no soporto las palabras "bonitas" en exceso, la cursilería y la falta de reflexión en todo lo que va ocurriendo y en lo que se va experimentando con ello.
¿Poseo la razón? ¿Qué me separa de ellos entonces? Nada, sólo el propio convencimiento de que algo tan insondable y maravilloso como el amor no puede resumirse en unas palabras, letras muertas en un pensamiento único.
De tal manera que esta película ofrece una perspectiva esmeradamente inteligente y diferente de lo que se nos tiene acostumbrados. El cine independiente siempre ha tenido esa losa en la espalda.
Y ahora voy a explicarme: al arriesgarse con ideas nuevas (o al menos perspectivas originales para poder observar una misma idea) se exponen inevitablemente a la incertidumbre del gusto de los espectadores.
Si bien Hollywood se dedica únicamente a ir directo al gusto simple y repetitivo que funciona por modas que como todas ellas son cíclicas, esta clase de cine siempre se ha caracterizado por el riesgo creativo, por la simpleza y por la honestidad en la que reside verdaderamente eso que entendemos como Arte.
El Arte es expresión pura de lo que somos, sea cual sea el medio, el objetivo, o el resultado.
Desde mi punto de vista, esta cinta consigue mantenerse en su línea hasta el final. De modo que no necesita sorprenderte cuando acaba, simplemente te estremece emocionalmente, siendo capaz de recordarte sensaciones que creías olvidadas.
Entre tanto, no tienes más que disfrutar de sus diálogos e ilusiones, hasta el punto de sentirte representado e incluso formar parte de ellas. Por ser tan verosímil y porque los actores están a la altura (muy importante).
En lo personal, cuando nos muestran aquellos sitios por los que pasaron y vivieron cosas juntos llega a emocionarme. La película consigue transmitirme ese hechizo nostálgico que impregna los lugares, cuando en ellos surgió el amor y allí quedó una parte de nosotros. Ese juego universo que, dentro del caos, a veces, parece conspirar para indicarnos el camino.
O mejor dicho: Cómo convertimos nuestros sueños en realidad, y cómo nuestra realidad comienza a parecer un sueño.
Esta película, como la saga a la que pertenece es como un hermoso rayo de sol que traspasa un sombrío cúmulo de nubes oscuras, iluminando un terreno que permanece en tinieblas y que suele ser llamado Comedias Románticas.
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