Directores: Michael Powell, Emeric Pressburger
Duración: 124 minutos
País: Reino Unido
Elenco: Eric Portman, Sheila Sim, Dennis Price, John Sweet, Esmond Knight, Charles Hawtrey, Hay Petrie, George Merritt, Edward Rigby, Freda Jackson, Betty Jardine, Eliot Makeham, Harvey Golden, Leonard Smith, James Tamsitt, entre otros,
" Una chica de ciudad, un soldado americano y un soldado británico se encuentran juntos en un pequeño pueblo de Kent en el camino que lleva hacia Canterbury. El lugar está siendo acosado por un misterioso "hombre del pegamento", quien se dedica a derramar el líquido en el cabello de las mujeres que salen con soldados después del anochecer. Así que los tres intentan seguir su rastro y comienzan a tener sospechas del magistrado local, una figura excéntrica quien posee una extraña visión, casi mística, de la historia de Inglaterra en general y, en particular la del mítico Canterbury."
La gran desventaja que existiría al recomendar esta película a otra persona es que es prácticamente imposible de describir. En ese sentido, tal vez sea más fácil señalar lo que la cinta no es: para empezar no es una historia de detectives y ciertamente tampoco es un thriller, a pesar del hecho de que nominalmente gira en torno a un hecho (porque no es un crimen, sino un delito) sin resolver. No es una historia de guerra, a pesar de que el relato está situado justamente antes del Día D y que los personajes principales están íntimamente involucrados en el esfuerzo de guerra. No tiene nada que ver con romance, a pesar del hecho de que dos de los personajes están viviendo una infeliz historia de amor. Y tampoco es la característica obra del género épico que uno podría esperar que fuera debido al título y la escena que abre la película, aunque al final, las alusiones a los peregrinos resultan ser cada vez más escasas comparadas con las que se realizan al inicio de la misma.
Como sea, hay un número considerable de formas en que cualquiera puede interpretar esta película y una serie de cuestiones que deben tenerse en cuenta con el fin de enriquecer la experiencia en general de observarla. Para mí, sigue siendo una de las mejores películas británicas de la mitad del siglo pasado, y lo consigue mezclando elementos de sátira, novela policíaca, romance y realismo mágico para crear un persistente trabajo atmosférico que renuncia a cualquier tipo de preocupaciones en cuanto a convencionalismos utilizados en historias similares. Y de hecho, la idea más reconocible de la narrativa, es crear alguna clase de experiencia para el espectador que funciona simplemente como resultado de la sensación que se crea por el contraste entre los personajes y el tema que se aborda.
En un nivel totalmente superficial, la película puede ser vista como un comentario sutil sobre la intrascendencia de la guerra; una idea que puede brindar una mayor sensación de grandeza creativa por el hecho de que la cinta se produjo en un momento en el que la guerra todavía estaba en su apogeo. Como siempre, Powell y Pressburger van contra la corriente aceptada de la época, renunciando a cualquier elemento obvio de propaganda bélica (como lo hicieron, de manera bastante polémica, con su película anterior, la igualmente satírica The Life and Death of Colonel Blimp, 1943) y lo obtuvieron realizando una producción que, por un lado parece un laborioso intento por suavizar las relaciones entre las tropas estadounidenses y las británicas en el período previo a la invasión de Normandía, mientras que por el otro lado ofrece un comentario irónico sobre la naturaleza de la guerra y sobre ese aire tácito de tragedia que intensifica el drama y que genera que la destrucción y la devastación de la guerra sean únicamente comprensibles en un nivel absolutamente personal.
En ese mismo orden de ideas, las únicas batallas que aparecen en la película son aquellas que involucran a los niños del pueblo, quienes interpretan y actúan a su manera (con sus inherentes modos pueriles y por lo tanto absurdos) la supuesta emoción de la batalla. Del mismo modo, el final de la película, parece sugerir que existe algún tipo de espíritu noble en la guerra con sus menciones a los soldados cristianos y a las alusiones a los peregrinos de Canterbury (mientras hombres y niños uniformados marchan en procesión por sus calles). Sin embargo, también se vincula en cierto sentido con algún elemento de propaganda y al mismo tiempo, cuenta con un leve toque subversivo en este mismo tema de una manera muy ingeniosa por lo cual la mayoría de los espectadores parecen haberlo pasado por alto en el momento en que la obra fue lanzada.
Y aunque los directores se niegan a mostrarnos por lo menos alguna secuencia de cualquier combate real, no se muestran de la misma cuando se trata de enseñarnos las secuelas de la batalla misma; y es que con las secuencias establecidas dentro del propio Canterbury en donde hacen uso de la que fue en ese momento la reciente destrucción ocurrida en ese lugar en mayo y junio de 1942, lo que a su vez sugiere otro de los temas de la película en cuanto a temas históricos se refiere, o tal vez deberia referirme a un solo término, en este caso, la conservación.
La película, tanto en su estética y la forma en que es presentada, es una verdadera oda a las maravillas de la naturaleza y los gloriosos paisajes colmados de verde de la campiña inglesa, rica en variedad de especies y en historia. Una vez más cabría señalar que es esa conexión universal al espacio y tiempo lo que genera la identificación con los personajes más allá de las diferencias lógicas de nacionalidad, género y generación, revelando así el tono de la narración y sugiriendo una interpretación más profunda y más relacionada con el pasado (dejándolo en donde pertenece y abrazando el presente).
A lo largo de la película, los personajes se aferran a viejos recuerdos de personas y lugares, sin darse que hay experiencias y momentos que merecen ser apreciados en el aquí y el ahora; sobre todo si se tienen en cuenta las implicaciones que tienen la vida y la muerte en la propia guerra. Estas son ideas muy incómodas para expresarse en una película que fue, sin duda, considerada como una obra simple que no aportaba nada nuevo en un tiempo de guerra, momento en el que fue proyectada en un principio, pero ahora puede ser vista como una de las cintas más grandes, más inteligentes y que se ha ganado el reconocimiento de todos aquellos que hayan podido apreciarla.
Es cierto que no es para todos los gustos, como suelen ser las películas de la pareja Powell y Pressburger ya que con ellos no existe alguna línea ni genero establecido, con su independencia para crear personajes y ambientes que nos sacan de las nociones de lo ya constituido y en cambio nos dirige hacia algo que sólo puede ser experimentado. Es una película que se basa principalmente en las emociones que se transmiten entre obra y espectador (aunque suene a perogrullada) y para cada uno de ellos será considerado un éxito o un fracaso dependiendo de como perciba esa toma final en la que repican las campanas de la catedral de Canterbury.
Comentarios