Director: H. C. Potter
Duración: 84 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Ole Olsen, Chic Johnson, Martha Raye, Hugh Herbert, Jane Frazee, Robert Paige, Mischa auer, Richard Lane, Lewis Howard, Clarence Kolb, Nella Walker, Shemp Howard, Elisha Cook Jr., Frank Darien, Catherine Johnson, entre otros.
"Olsen y Johnson, un par de cómicos de teatro, tratan de convertir su obra en una película y al mismo tiempo intentan juntar a una joven pareja enamorada, mientras van rompiendo cada una de las paredes que se encuentran a cada paso en su camino."
Esta película es, como algún articulista expresó en su momento correctamente, una obra que encapsula perfectamente la década de 1940. Y es que, para los estándares de hoy en dia podría resultar no sólo anticuada, sino tal vez hasta afable, pero su capacidad para entretener me parece que sigue siendo insuperable.
La verdadera fortaleza de la película de Ole Olsen y de Chic Johnson, es que sus virtudes superan en todo momento a sus limitaciones. Llegó a la pantalla después de ser un éxito en Broadway, con una mezcla de viejas bromas de Slapstick, algunas escenas novedosas y otras en las que todo se centraba en la improvisación, de esa manera atrajo la atención del público del teatro a finales de la década de 1930.
Fue así que el estrafalario espectáculo de Olsen y Johnson consiguió ser adaptado en Hollywood (es decir, la cinta es completamente diferente a lo que se veía en escena).
La cuestión era como poder resumir todo esto en una película, dado que esta clase de creaciones se habían dejado de producir en las primeras etapas del cine sonoro, y generalmente no lograban interesar a lo espectadores a menos que fueran transformadas en un musical y no en una comedia loca cuyos protagonistas son un par de asistentes en un set de cine.
Probablemente mas por una casualidad que por alguna clase de previsión, el estudio (Universal) se encontró con la respuesta: hacer de la imposibilidad de conseguir la espontaneidad teatral en el celuloide la broma protagonista durante toda la película.
El resultado es único: estructuralmente, si no fotograma a fotograma hasta el final, esta es la farsa más juguetona que se haya realizado en la historia (y lo realiza con todas las convenciones que puede llegar a tener una película) que se convirtió en un gran éxito y que al mismo tiempo fue desarrollada por un gran estudio.
El par de comediantes interpreta a unos farsantes que son contratados para realizar toda clase de accesorios para una obra de teatro al aire libre, pero deciden sabotear el proceso cuando asumen de manera errónea que la protagonista se ha enamorado del hombre equivocado. De tal manera que su razonamiento se convierte en lo siguiente: si el espectáculo es un fracaso, entonces el tipo no va a ser capaz de casarse con la chica, salvándola así del escándalo y la miseria.
Las bromas aparecen con toda su fuerza y tan rápido prácticamente en cada línea, a tal punto que como espectador no se puede pensar en otra película de comedia donde los chistes sean como disparos de una metralleta. Tal es la velocidad de cada chiste que si a alguien se le ocurriera estornudar, probablemente se perdería una cantidad en promedio de diez chascarrillos por el descuido, de esa magnitud es la ingeniosidad en cuanto a burlas, bromas, chuscadas y ocurrencias de esta obra.
El triángulo perfecto se cierra con la enorme aportación cómica que proporciona la actriz Martha Raye quien interpreta algunas canciones prácticamente a grito pelado y se desempeña de manera adecuada en la peculiar relación que mantiene en la cinta con el maravilloso actor Mischa Auer, en donde el es una especie de objeto en donde ella deposita todo su afecto, el cual por supuesto no le es devuelto.
Cabría destacar también que esta cinta probablemente sea una de las primeras en romper la cuarta pared debido al diálogo constante que mantiene con la audiencia. Y lo lleva a cabo incluso hasta con el hombre que supuestamente está proyectando la cinta.
Como sea, este tipo de comedia musical extravagante ya existía y era la principal atracción en el vodevil y en el ámbito teatral, pero no se había podido apreciar en una pantalla hasta que Olsen y Johnson consiguieron abrir los ojos de todos los espectadores. Esto ciertamente, allanó el camino para que otros comediantes estrambóticos con la misma clase de humor consiguieran realizar sus proyectos. En ese sentido, esta no sólo es una cinta histérica que deba ser valorada simplemente por ello, sino también tuvo otra clase de aportaciones al cine.
En fin, me encantó esta película y no me da vergüenza admitirlo tampoco.
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