Director: Werner Herzog
Duración: 158 minutos
País: Alemania Occidental/ Perú
Elenco: Klaus Kinski, Claudia Cardinale, José Lewgoy, Miguel Ángel Fuentes, Paul Hittscher, Huerequeque Enrique Bohorquez, Grande Otelo, Peter Berling, David Pérez Espinosa, Milton Nascimento, Ruy Polanah, Salvador Godínez, Dieter Milz, William Rose, Leoncio Bueno, entre otros.
" La historia de Brian Sweeney Fitzgerald, un hombre que tiene la rara cualidad de ser un tipo extremadamente determinado cuando se trata de las cosas que desea. Esta peculiar especie de hombre tiene la intención de construir un teatro para la ópera en plena selva."
Elaborar una crítica que se acerque por lo menos de manera mediocre, pero de forma objetiva a esta película es algo complejo para mí. La película me genera ese estado de ánimo, que suele ser transitorio o permanente, en el que coexisten dos emociones o sentimientos opuestos. Sí, creo que le llaman a ese estado ambivalencia. La película me emociona con la misma intensidad que me incomoda o me genera cierta apatía. Desde luego, a pesar de mis emociones contradictorias, hay que reconocerle que es distinta.
Y es que, la obsesión disparatada de un hombre por la ópera de Caruso, que pretende hacer dinero con el negocio del caucho para construir el mejor teatro en Perú, en plena selva del Amazonas es un argumento, cuando menos, propio de un enfermo mental. Ademas, si se logra demostrar que ese dato no está alejado de la realidad, luego colocamos a Klaus Kinski en el papel principal, es muy probable que la obra que resulte de toda esa mezcla de elementos sea para morirse. Y en algún sentido así ocurrió.
En esta película, el "héroe" protagonista sueña con llevar la ópera a un remanso del Amazonas. Para conseguir el dinero, debe arrastrar un enorme barco de vapor de un río al otro a través de una colina en las profundidades de la selva, todo ello para evitar las poderosas y peligrosas corrientes, y conseguir así el acceso a una cantidad considerable de árboles de caucho que no han sido explotados.
El hecho más significativo de esta cinta es que Herzog, su equipo y unos cientos de miembros de la tribu local (aparentemente cazadores-recolectores que viven una forma de vida muy tradicional) de verdad arrastraron el barco a través de la selva. Realmente lo hicieron y esto obviamente debe cambiar la forma en que el espectador se siente con respecto a lo que está observando en la pantalla.
Al final, es muy probable que esta creación de Herzog no sea más que una metáfora sobre la lucha contra todo y contra todos con el fin de cumplir un deseo, un sueño que aún no se cumple, que presiona tanto a su portador para que ocurra y lo hace con tanta fuerza que al final se convertirá en una pesadilla. Creo que Herzog pudo pronosticar algunos de los problemas que se presentarían al realizar esta cinta, tal vez no todos los que tuvo durante la filmación y mucho menos la gravedad con la que se harían presentes y todo ello porque él y Fitzcarraldo son prácticamente la misma persona, y es difícil no alcanzar a percibir una enorme similitud entre los dos hombres.
Luchó por esta película hasta el último momento y se las arregló para poner el barco sobre la colina, al igual que Fitzcarraldo, que lo puso en ese lugar solamente con el propósito de construir un teatro para la ópera que tanto amaba. Ambos se encuentran en una batalla intensa, con muchas ganas de mostrarle al mundo que su creación durará para siempre, algo hermoso y de gran alcance, el arte en su mejor forma y en su más alto nivel, y realmente está convencidos de ello.
Es también una metáfora sobre las obsesiones, ya que todo debe ser perfecto para estos dos seres: por un lado el director esperaba durante muchas horas a lo largo del día para lograr tener la luz perfecta y poder capturarla para su película. Y de alguna forma tuvo éxito en ello. Se pueden apreciar imágenes hermosas a lo largo del metraje; y por otro lado el protagonista y su manía de hacer sonar a Caruso en casi todo momento, tratando de alcanzar con ello un cierto grado de magnificencia, y al igual que el director, llegar a la visualización de la belleza.
El par de hombres pueden haber sido llamados Conquistadores de lo Inútil, sin embargo han conquistado algo en mí: una gran cantidad de reacciones, emociones y sensaciones, algo difícil de obtener; y por ello esta obra realmente cumplió con las expectativas. Estuve emocionado antes de arrancar y durante la aventura, aterrado con el barco de vapor mientras ascendía sobre la colina, uno de esos momentos en los que se siente verdadero pánico cuando se juntaron los indígenas desquiciados, el protagonista y el equipo de producción.
En algún sentido, también se trata de una obra sobre lo objetivo, sobre la cual el director hace todo posible por capturarla. Pero de igual manera se trata sobre lo fantástico y lo subjetivo, lo que aparece gracias a esas majestuosas piezas de ópera, sin tener que ser obligada a que aparezca gracias a los medios habituales en los que se muestra la naturaleza o el sentido común de la misma.
De tal manera, que tuvo mucho sentido contar con Kinski en el viaje, incluso si no fue uno de los mejores proyectos que haya realizado con uno de los directores con el que más colaboró. Todo está en los ojos, prácticamente cada paso que se da en el camino, todo en lo que cree ciegamente este hombre, incluso cuando vemos a través de todas sus locuras y la forma (que parece tan ingenua, pero no lo es) en la que vuela su imaginación. Y es probablemente un clase de papel que Kinski jamás haya vuelto a interpretar de esta manera, el papel romántico en un proyecto colmado de aventura.
Esta película no es perfecta, en cualquier aspecto en el que se le puede juzgar. Por ejemplo, el relato empieza con un ritmo de narración con un ritmo muy cercano al de la naturaleza y después termina saturando todo con el mismo elemento.Y todo aquello de los doblajes al inglés o al alemán es un verdadero problema. Algunas de las actuaciones se perciben falsas y en otros casos muy ridículas.
Pero solo son algunos pequeños detalles que se pueden pasar por algo, especialmente cuando se mira el todo y el éxito en la realización del mismo. Sólo un director tan trastornado y confiado como Herzog podría haber imaginado esta película (basada en un personaje real) y volverla lo más real y orgánica como lo son la mayor parte de las aventuras épicas.
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