Director: Charlie Kaufman
Duración: 124 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Philip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Sadie Goldstein, Tom Noonan, Peter Friedman, Charles Techman, Josh Pais, Daniel London, Robert Seay, Michelle Williams, Stephen Adly Guirgis, Samantha Morton, Hope Davis, Frank Girardeau, Jennifer Jason Leigh, entre otros.
" Un director de teatro lucha con su trabajo y con las mujeres en su vida, mientras crea una réplica de tamaño real de la ciudad de Nueva York, dentro de un almacén como parte de su nueva obra."
Me resulta prácticamente imposible resumir mis emociones sobre esta cinta. Este sorprendente desafío surgido de la mente de Charlie Kaufman me afectó profundamente, y es muy probable que lo haya hecho más que cualquier película que haya visto este año. Por supuesto, con esto no quiero decir que sea una experiencia necesariamente placentera, porque está llena de verdades incómodas y atrevidas sobre lo que significa ser humano, y transita por lugares a los que la mayoría de las obras no se atreven. Pero observarla se acerca a ser un ensayo estimulante, y es alentador saber que siempre han existido cineastas dispuestos a usar un ejercicio del séptimo arte como un medio para desafiar al público y elegir ciertas heridas que la mayoría de la gente preferiría siguieran de forma segura en el mismo lugar.
En el transcurso de los años que me ha tocado habitar este mundo, he tenido la oportunidad de apreciar los trabajos de Kaufman, desde Being John Malkovich hasta llegar a Eternal Sunshine (esas dos, que atesoran en su nombre para mí la palabra M de obras maestras, junto con Adaptation y Confessions of a Dangerous Mind cerca de ellas, y Human Nature como un divertido trabajo menor) y Kaufman siempre suele brindarme toda clase de ideas que alimentan mi mente y sobre las que puedo seguir meditando durante mucho tiempo. Me parece un tipo de un ingenio evidente, tal vez demasiado creativo, quizás un hombre que podría arder gracias a la cantidad de nociones, reflexiones y habilidades para conseguir definir lo que es importante para nosotros como personas y lo que realmente queremos del arte. En este caso, este proyecto podría verse como un resumen de lo que le preocupa como escritor. Y llamarle arte es algo simple, porque en realidad lo es. A mi entender, junto con el trabajo de David Lynch, estamos ante la producción más desafiante que nos haya entregado el cine estadounidense.
Para ilustrar mejor esto, puedo comenzar por manifestar que no sé que significa el título de su creación, y no importaría de todas maneras, ya que creo que significaría diferentes cosas para diferentes personas. No obstante, si pudiese relatar alguna clase de sinopsis muy básica acerca de ella sería algo así: Philip Seymour Hoffman interpreta a un director de teatro desmoralizado y deprimido que está convencido de que cada una de las enfermedades mortales existentes están acechando cada uno de sus vasos sanguíneos; entonces decide crear una obra teatral monstruosa y ambiciosa que le permitirá ser recordado después de su muerte. Muy pronto, el trabajo tal y como lo ha dispuesto, se confunde con su propia existencia, de modo que se encuentra dirigiendo una versión de sí mismo a través de una historia que parece estar conformada a medida que la misma avanza.
Si esto último suena como un acto de chaqueta mental, inventado por un intelectual pretencioso con demasiado tiempo en su aburrida vida, tenga la seguridad de que esta no es una de esas películas. De hecho, este filme me inquietó por la cantidad de información con la que me sentí identificado. Sirva de ejemplo las conclusiones que nos muestra como aquella que enuncia que estamos solos en este gran universo, o que la vida no tiene necesariamente algún significado más el que cada uno de nosotros le quiera dar, o que no existe un poder superior que se asegure de que nuestro paso por el mundo tenga algún sentido. Fue un tremendo recordatorio escuchar estás presunciones (o si se les quiere llamar convicciones o certidumbres), creencias que comparto con el autor, declaradas con tanta valentía, porque si bien estoy seguro de lo que creo, esa confianza no genera que aquellas ideas resulten menos aterradoras.
Con todo lo deprimente y nihilista que puedan parecer dichas nociones, la película trata de afirmar a la propia vida a su manera. De alguna forma sugiere que, muchos de nosotros pasamos demasiado tiempo tratando de darle sentido al mundo, en lugar de usarlo para realmente disfrutar la experiencia de habitar en el. Que preferimos refugiarnos en la soledad y el miedo cuando nos enfrentamos con cosas más grandes que nosotros mismos, en lugar de recurrir a aquellos que realmente pueden ayudarnos; a saber; los otros seres humanos con quienes compartimos nuestro tiempo en este plano.
Pero proseguiré con mi análisis.
Como lo afirmé arriba, este un evento monumental por derecho propio. Es una aventura arrebatadora, un proyecto asombroso para enfrentar los más grandes misterios de la vida. Kaufman nos lleva a un viaje de búsqueda en lo más insondable del alma, un periplo que le afecta a él tanto como a nosotros como audiencia. Es una travesía diferente a cualquiera que haya visto, y decir que lo disfruté sería algo muy difícil de asegurar. Pero, esta cinta, parece estar apuntando hacia algo muy profundo, tan indescifrable como pueda parecer. Una obra maestra imperfecta, y un riesgo que el autor parece estar dispuesto a tomar.
Indiscutiblemente, no hay ningún elemento simple u obvio en ella, es una de las películas más complejas con las que me haya topado. Es la historia excesiva sobre la vida de un hombre, una vida trágica. Y Philip Seymour Hoffman brinda una actuación desgarradora mientras su personaje intenta crear una obra teatral colmada de realismo y honestidad. E incluso, primero cuando se sumerge en su trabajo, su propia vida se encuentra en una circunstancia perpetua de caída libre. Para simplificar: una esposa que lo abandona, una hija fuera de su vida, relaciones que fracasan y lastiman. Así que, su obra de teatro que ha situado al interior de un almacén donde ha reconstruido la ciudad de Nueva York para que las personas vivan sus existencias ordinarias, se convierte en un descenso estéril y enloquecedor hacia la infelicidad y la destrucción.
Sin embargo, ¿de qué se trata realmente la película? ¿Es acerca de la búsqueda que emprende un hombre por un significado para su vida, mientras nada parece realmente tenerlo? Posiblemente o tal vez no. Para mí este ejercicio alude a que para apreciar el valor de la vida, debemos aceptar el caos inherente que hay en ella. Es decir, la existencia es lo que hacemos de ella, y son las elecciones que tomamos las que le dan forma y definen quiénes somos y las vidas de las que somos los únicos dueños y capitanes. Cada elección trae consigo un millón de posibles consecuencias diferentes, algunas que se llegan a advertir y otras que pasan totalmente desapercibidas.
Kaufman nos expone que somos uno solo en un mundo de muchos. Y que cada uno de nosotros juega un papel protagónico en la historia de la propia vida. Gente que conocemos todos los días, aquellos con los que nos relacionamos y a los que amamos. Entonces, a esos nunca los conoceremos realmente, sus pensamientos, o por qué hacen lo que hacen. Y tal vez no depende de nosotros descifrar lo que nunca entenderemos. De tal manera que, debemos mirar hacia adentro, no hacia los demás, para encontrar la paz y la genuina conciencia.
Esto es: si la vida es una obra de teatro, el mundo es nuestro escenario. Solo tenemos esta oportunidad, no hay segundos intentos. Entonces, ¿qué hacer? ¿intentamos controlar nuestras proyecciones en los personajes de nuestra obra? ¿o hacemos audiciones para los papeles que deben llenarse?
Al final, ¿qué importa? ¿El mundo realmente nos extrañará cuando nos hayamos ido? La vida es lo que haces de ella.
En conclusión, esta obra se atreve a buscar el significado, a reconciliar las paradojas para las que no hay respuestas. Pero eso no impide, que Kaufman nos regale lo mejor de sí mismo, a pesar de lo molesto y desgarrador que ello pueda ser.
Finalmente, me gustaría compartir una especie de discurso que la obra nos ofrece. Aparece en ella siendo recitado en un funeral por un sacerdote, y que sirve como una trascendente reflexión con la que me siento muy profundamente identificado.
Y es la siguiente: " Todo es más complicado de lo que piensas. Sólo ves un décimo de lo que es verdad. Hay un millón de pequeños hilos ligados a cada decisión que tomas. Puedes destruir tu vida cada vez que eliges. Pero tal vez no lo sepas por veinte años, y tal vez nunca jamás lo rastrees hasta su origen. Y sólo tienes una oportunidad de representarlo. Intenta comprender tu propio divorcio. Y dicen que no existe el destino, pero existe. Es lo que tú creas. Y aunque el mundo siga girando por eones y eones, sólo estás aquí por la fracción de una fracción de segundo. La mayor parte de tu tiempo la pasas muerto o aún no nacido. Pero mientras estás vivo, esperas en vano, desperdiciando años por una llamada telefónica o una carta o una mirada a alguien o a algo para que lo arreglen todo. Y nunca llega, o parece que sí, pero no sucede realmente. Así que pasas tu tiempo en un vago arrepentimiento, o en una aun más vaga esperanza de que algo bueno llegue. Algo que te haga sentir conectado. Algo que te haga sentir entero. Algo que te haga sentir amado. Y la verdad es que me siento tan enojado. Y la verdad es...que me siento tan malditamente triste. Y la verdad es que me he sentido tan herido por tanto puto tiempo. Y por el mismo tiempo, he fingido que estaba bien sólo para poder seguir, sólo para... No sé por qué. Tal vez porque nadie quiere oír mis desdichas, porque ellos tienen las suyas. Bien, a la mierda con todo el mundo. Amén.
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