Director: Michael Moore
Duración: 120 minutos
País: Estados Unidos/ Canadá / Alemania
Elenco: Michael Moore, Bill Clinton, George Bush, Dick Clark, George W. Bush, Salvador Allende, Ngo Dinh Diem, Charlon Heston, Saddam Hussein, Trey Parker, Marilyn Manson, Matt Stone, Jeff Rossen, Rob Huebel, Brandon T. Jackson, John Kerry, Joe Lieberman, Dennis Morgan, Oliver North, Mark Taylor, Nicole Schlief, entre otros.
" El cineasta Michael Moore explora los orígenes en los Estados Unidos con respecto a la propensión por el uso de las armas y la violencia que estas generan en su territorio."
La película que lanzó internacionalmente a Michael Moore y le deparó su primer Oscar también demostró que el cine documental podía tener éxito comercial. Analizando con microscopio la predilección de Estados Unidos por las armas de fuego, Moore vinculaba el fenómeno a la escalada de violencia que sufría su país. La cinta se centra en la masacre de la escuela de Columbine que tuvo lugar hace veinte años, y en la que dos estudiantes entraron en una espiral de asesinatos antes de suicidarse. En pocas palabras, se trata de una obra provocadora y que por ese motivo obliga a reflexionar sobre algunos temas en particular.
Quizás, la primera idea que genera en cualquier residente de los Estados Unidos que tenga la oportunidad de observarla es que lo más sensato que podría hacerse ante tan terrible escenario de constantes agresiones es mudarse de inmediato a Canadá. Es decir, es un lugar cercano, es un territorio en el cual se habla inglés casi de la misma manera como lo haría cualquier estadounidense promedio, el ambiente en general se percibe como más liviano, se obtiene atención médica del gobierno de manera oportuna, y lo fundamental de todo el asunto es que también hay muchas armas pero no ocurren muchos asesinatos, y ni siquiera te verías obligado a cerrar las puertas con seguro todas las noches.
Ahora bien, la interrogante primordial que establece el documental es la siguiente: ¿cuál es el motivo o el origen del nivel tan exageradamente alto de asesinatos en Estados Unidos? Desde luego no tiene que ver con la cantidad de armas que se usan, se adquieren o de las que la gran mayoría de habitantes son propietarios, señala Moore, porque otros países también cuentan con un enorme número de ellas. Tampoco tiene que ver con tener una historia o un pasado construido en la violencia, porque otros países gozan de biografías similares. No es la afición por las películas violentas o los videojuegos de ese estilo, porque a lo largo del mundo se deleitan de igual forma con todo ello. Ni tiene que ver con la pobreza, el desempleo o la diversidad étnica; ya que muchos países cuentan con tasas más elevadas de miseria, y Canadá posee una mayor diversidad étnica y una cantidad superior de desempleados.
Según Moore, dos elementos son las causas principales del problema: por un lado los medios de comunicación de aquella nación, que como él muestra en su creación, fomentan el terror constantemente entre la población estadounidense; y por el otro el gobierno que reside en Washington que resuelve cualquier conflicto bombardeando al país adversario y a su gente, en el momento que así lo decida. Y hay una tercera pieza que completa el enigma y que emerge de modo más sutil en el relato: una cultura edificada alrededor de las armas de fuego, que conduce a la noción absurda de lo que nombran como defensa propia, que lo único que produce es perpetuar la violencia, el miedo y el racismo. En todo el complejo asunto, una de las fuerzas principales para que todo se mantenga de la misma manera es ese poderoso grupo de presión llamado la Asociación Nacional del Rifle. De tal forma que, el resultado de esta letal composición delineada por Moore, que existe particularmente desde el 11 de septiembre, es que los nativos de aquella región no son personas muy felices: mejor dicho viven en un constante estado de rabia, perturbación y miedo, si es que para su mala suerte no se hallan en algún momento rompiendo en llanto por la cantidad de muertos que caen a diario en las casas, las calles y las escuelas del país.
Por otro lado, estamos ante un filme que en última instancia no relata un tema que podría calificarse como alegre o ejemplar. Es cierto, aparecen muchas bromas, pero la mayoría de ellas son irónicas, con un toque ciertamente afectado si se piensa detenidamente, y hechas a expensas de los propios Estados Unidos. Supongo que debido a ello, aquellos que en efecto habitaban aquel territorio y que en realidad jamás consideraron mudarse a Canadá como una opción real, al terminar de mirar este polémico documental no se sentían demasiado animados.
Así mismo, uno puede enfadarse con el estilo de Moore como cineasta, aunque no deja de ser cuestionable que tantos detractores suyos siempre se hayan centrado en expresar su desaprobación por su apariencia personal (¿qué tiene que ver el emplear la manera de vestir propia de un haragán con el problema que expone?)
Como sea, resulta difícil discutir la mayoría de los hechos esenciales que Moore nos entrega o con la urgencia en desarrollar el asunto o el compromiso que tenga con el. Debido a su importancia para los residentes del vecino del norte, tanto a nivel personal como nacional, tendría que ser considerado como uno de los documentales más relevantes de su historia (y en su momento debió ser uno de los más vistos).
Se suele decir que el estilo de Moore es crudo, simplista y confrontador. En aquel momento sus métodos eran prácticamente los mismos, pero se habían transformado en algo más sutil y menos centrados en su persona, de modo que se beneficia con la capacidad de dialogar más fácilmente con potenciales adversarios entre los que podría nombrarse a Charlton Heston el encopetado presidente de la mentada NRA, quien invita a Moore a su casa para filmar una entrevista. Es cierto que Heston termina abandonando la habitación después de unos minutos, pero jamás echa a Moore de su mansión. Como tampoco lo hizo la cadena de tiendas tan famosa. Esto resultó ser muy valioso. De alguna manera, casi estoy tentado a llamar a las tácticas de Moore (como las manejaba en ese instante) no como crudas, simplistas y confrontadoras, sino directas, simples y honestas. Es posible que Heston deje el lugar porque no tiene ninguna respuesta adecuada; de hecho, creo que ni siquiera tiene respuestas. Sus explicaciones de por qué Estados Unidos es tan violento son las que Moore ya ha descontado, y el resto es imposible de justificar.
Además, se vuelve una secuencia conmovedora aquella en la que Moore acompañado de dos jóvenes heridos en Columbine fueran capaces debido a sus reclamos de avergonzar a Wal-Mart, lo que originó que se retiraran pistolas y municiones de sus tiendas, y la reacción genuina de sorpresa y emoción del director se transforma en una pieza impagable de la historia.
Aunque el objetivo de la cinta era concientizar a la sociedad estadounidense sobre el problema de la posesión de armas de fuego, la aspiración se pierde por el camino en aras de una aproximación casi pedagógica. No obstante, es imposible negar la fuerza de esta película.
Desgraciadamente, las últimas matanzas reflejan que la cinta lo único que consiguió fue poco más que arañar de manera superficial el pensamiento americano.
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