Director: Pedro Almodóvar
Duración: 112 minutos
País: España
Elenco: Javier Cámara, Darío Grandinetti, Leonor Watling, Rosario Flores, Mariola Fuentes, Geraldine Chaplin, Pina Bausch, Malou Airaudo, Caetano Veloso, Roberto Álvarez, Elena Anaya, Lola Dueñas, Adolfo Fernández, Ana Fernández, Chus Lampreave, entre otros.
" Dos hombres comparten una peculiar amistad, mientras se dedican a cuidar a dos mujeres las cuales resultan estar en la misma situación: ambas permanecen en un estado de coma profundo."
Solemos percibir a nuestros amantes del mismo modo en el que lo hacemos con las películas, a través de una mirada que atesora una perspectiva única de la realidad, una perspectiva singular basada en nuestras ideas sobre dicha realidad y la profundidad que poseemos gracias a nuestra experiencia. A veces nuestra manera de comprender el amor se ajusta a los valores de la sociedad, a menudo no es así. En este filme de Almodóvar, dos hombres muy diferentes entre sí suelen visitar a dos mujeres comatosas que se encuentran internadas en el mismo hospital, y cada uno termina formando un vínculo con las mujeres y entre ellos. El amor que se nos presenta es en parte real, en parte fantasía, pero lo cierto es que no se ajusta a nuestro concepto de lo que realmente significa estar enamorado. De hecho, las mujeres que aparecen en las cintas de Almodóvar por lo general parecen ser objetos de arte idealizados.
La trama de esta creación de Pedro Almodóvar es simple (más no por ello necesariamente asequible): cuenta la historia de dos hombres que terminan volviéndose amigos cuando las mujeres de las que están enamorados, por una coincidencia o una extraña fatalidad comparten el mismo estado, ambas se encuentran en la circunstancia de padecer un coma profundo.
La historia comienza con una pieza de danza llamada Café Muller. En ella dos mujeres, vestidas solo con un camisón rosa, corren a lo largo de un escenario repleto de sillas, y todo ello manteniendo los ojos cerrados. Un hombre, anticipándose a cada movimiento, retira los obstáculos del camino de las danzantes. Sentado en la audiencia se encuentra Marco, un hombre tan conmovido por la actuación que las lágrimas caen por su rostro. Junto a él está Benigno, un extraño que, sin embargo, nota la reacción de Marco. De hecho, significa tanto para él que cuando se halla en su labor de enfermero en el que vela por la salud de una joven en estado de coma, resuelve describirle la emotiva escena.
Por un lado tenemos a Benigno un enfermero un tanto afeminado, un joven que ha pasado la mayor parte de su vida cuidado a su madre enferma. Después de que ella muere, por otra casualidad de la vida termina enamorándose de una mujer a la que suele contemplar desde la distancia de su departamento. Esa muchacha es Alicia, una hermosa y joven bailarina, a quien suele observar mientras ensaya en el estudio de baile ubicado al otro lado de la calle. Luego de algunos intentos de acercamiento de índole platónico entre el perseguidor y la perseguida, Alicia se ve envuelta en un accidente automovilístico, lo que deriva en la condición comatosa en la que se halla, una situación en la que lleva sumida cuatro años si se toma como inicio el momento cuando se nos presenta por primera vez a la singular pareja.
Benigno, un competente enfermero, ha sido contratado por el padre de Alicia para brindarle la mejor atención prácticamente a toda hora, una situación que el hombre acepta de forma ufana ya que le brinda la ocasión para demostrar su amor por la fémina postrada en la cama y ayudar así a profundizar en su relación. Es decir, de alguna manera Benigno traslada de modo diligente hacia Alicia, la relación de cuidador que tuvo con su madre, y por lo tanto se encuentra bien preparado para el papel que la vida le ha pedido que asuma.
En el otro extremo de la historia aparece Marco, es un escritor de viajes que recientemente terminó una larga relación debido al hábito por las drogas de su pareja. Conoce a la única torera de España, Lydia, después de verla en una entrevista por televisión. De igual manera, Lydia también ha concluido una relación con un prominente torero. Cuando un implacable y enorme toro cornea a Lydia, ella termina cayendo en coma y termina en el mismo hospital en el que Benigno y Alicia se encuentran. Entonces, una amistad se desarrolla entre los dos hombres basada en la necesidad mutua. Benigno se percata de la actitud pasiva de Marco y le aconseja: El cerebro de una mujer es un misterio, y en este estado aún más... Hable con ella.
A su manera, los cuatro personajes principales son muy diferentes pero compasivos al mismo nivel como se muestra en los episodios que conocemos de sus vidas: por una parte la naturaleza encantadora pero obsesiva de Benigno, la belleza idealizada de Alicia y la sensibilidad masculina que comparten tanto Marco como Lydia.
Pero veamos, Benigno es en muchos sentidos, el personaje más fascinante de la película. Es el personaje central entorno al cual gira el relato y es interpretado por Cámara de una forma inocente y cautivadora, sin dejar de ser chocante debido a sus oscuras compulsiones. Frente a la pantalla tenemos a un sujeto que ha alcanzado la condición de hombre sin forjar ni una sola vez en su existencia un vínculo físico o emocional con una mujer. Como resultado de esta peculiar coyuntura, la condición de Alicia se vuelve ideal para él. Dicho de otra manera, puede construir su propia realidad romántica con una mujer sin tener que interactuar realmente con el que se ha transformado en el objeto de su amor. Puede darle todo tipo de regalos: masajes, cortes de cabello, interminables conversaciones o más bien soliloquios sin tener que arriesgarse a ser rechazado. En cierto sentido, Benigno necesita a toda costa que Alicia permanezca en el estado de coma como vía inequívoca para mantener el equilibrio y el orden que provocan que la relación funcione. En última instancia, el verdadero problema es que, incluso en esta situación que da la apariencia de ser la ideal, no se satisfacen de manera evidente todas las necesidades de Benigno, un hecho que a posteriori conducirá a la inevitable tragedia de un joven obsesionado.
A diferencia de Benigno, Marco no sabe cómo lidiar con la terrible circunstancia por la que está atravesando, en la cual no le queda más que dedicarse a observar como la mujer que ama se descompone a cada minuto mientras permanece atrapada en el estado vegetativo en el que se halla. A pesar del amor que siente por Lydia, Marco simplemente no puede prodigar el afecto de la misma manera que Benigno casi lo derrocha por Alicia. Y en algún punto de la historia, Marco también comprende que Benigno cuenta con una relación más fuerte y más significativa con Alicia mientras permanece en coma que la que el pudo tener con la viril torera antes de que ocurriera su accidente
A mi parecer, este filme en su esencia es una serie de observaciones acerca de personajes entrelazados por los efectos de la soledad, una del tipo que suele percibirse y padecerse de forma vergonzosa. En algún sentido, las vidas de los personajes se entrelazan de una manera audaz e impredecible y sus historias nos obligan a un nivel de participación profunda y personal.
Ahora bien, considero que la película presenta el mayor desafío para el espectador cuando Benigno le cuenta a Alicia sobre un filme mudo que ha visto. Se trata de una creación original de Almodóvar llamada el Amante Menguante, una especie de homenaje al clásico de 1957 que por estos lares se conoce como El hombre increíble. Su trama gira sobre un hombre que se encoge a cada minuto que transcurre. No obstante de su diminuto tamaño, sigue intentando hacer el amor con una mujer, pero se vuelve tan pequeño que determina entrar en su vagina y desaparecer para siempre. En esta secuencia, considero que la sorprendente metáfora sugiere que existe una distancia que separa a hombres y mujeres y al mismo tiempo una conexión que los une.
Al final, la interrogante que se manifiesta es hasta qué punto el intento del director español de transformar en una cuestión poética el comportamiento imprudente y llevarlo a que parezca inocente y hasta encantador aumenta nuestra sensibilidad espiritual, o simplemente nos vuelve ciegos hacia las implicaciones que conllevan tales actos. Al llevarnos a los límites de lo que es ético, plausible o incluso físicamente posible, Almodóvar reclama nuestro amor y compasión, no nuestros juicios morales y, más que un estudio acerca de la patología mental, esta cinta se convierte en una danza liberadora de alegría y amistad.
Comentarios