Director: Martin Scorsese
Duración: 167 minutos
País: Estados Unidos / Italia
Elenco: Leonardo DiCaprio, Daniel Day-Lewis, Cameron Diaz, Jim Broadbent, John C. Reilly, Henry Thomas, Liam Neeson, Brendan Gleeson, Gary Lewis, Stephen Graham, Eddie Marsan, Alec McCowen, David Hemmings, Lawrence Gilliard Jr. Cara Seymour, entre otros.
" En 1862, un joven de nombre Amsterdam Vallon regresa al área conocida como Los Cinco Puntos en la ciudad de Nueva York en busca de venganza contra Bill the Butcher, el asesino de su padre."
Y bien, ¿te encuentras meditando últimamente sobre el lamentable estado en el que se encuentra aquello que solía denominarse como la civilización? Si la respuesta es afirmativa, recomendaría emprender un recorrido por esta película, y con ello reconocer aquellas calamidades que ya existían en un pasado no muy lejano. En algún sentido, el filme podría resumirse como la epopeya de Martin Scorsese que alude a aquel estado de anarquía que una vez superado llevó a convertirse a los Estados Unidos en la poderosa nación que es actualmente, un tema que suele explorarse con mayor frecuencia en el contexto del Viejo Oeste, o en escenarios de extensas praderas o en infortunadas ciudades ubicadas en Arizona o en Kansas. En esta ocasión, dicho estilo de trama tan identificado fue transferido a la ciudad de Nueva York en 1860, la cual según la visión que nos regala Scorsese, se convierte en un verdadero infierno donde habitan el vicio y la corrupción al estilo de Dickens, un lugar repleto de pandillas que rivalizan entre ellas, carteristas, políticos corruptos, policías que violan la ley e incluso bomberos tan obsesionados con los límites de su jurisdicción que terminan provocando batallas físicas con los departamentos rivales mientras un olvidado edificio se incendia detrás de ellos. Simplemente se trata de un mundo en el que la vida no tiene valor y donde la existencia de un hombre puede ser extinguida del mapa en cualquier instante, y llevarlo a cabo sin preguntarse siquiera si está permitido o no, o si sería una buena idea concederle que alguien que le conozca debiera quedar vivo, por lo menos para tener la ocasión de llorarle. De tal manera que los miembros de estas pandillas rivales llevan a creer que aquellos clanes (los Sharks y los Jets) que se nos mostraban en West Side Story, y que aparecerían en el mismo territorio un siglo más tarde, den la impresión de no ser más que un grupo de afeminados en comparación con aquellos.
Visualmente, el filme es una obra maestra, que ofrece una de las mejores fotografías, dirección de arte y diseño de vestuario con los que cualquier película pudiera contar y que fuera estrenada desde aquel 2002 en el que fue lanzado. Con la ayuda de algunos maestros artesanos, Scorsese logró crear un mundo completo en sí mismo, uno que no se parecía a nada de lo que hubiésemos visto antes en una película. El escenario en el que fue situada ofrece una sorprendente mezcla entre lo real y lo surrealista. Esto se nota en cada detalle, desde los edificios construidos a base de tablillas, hasta los sombreros de un metro de altura que derivan su estilo de una exageración casi sacada de contexto. En otras palabras, en ese aspecto no queda más que afirmar que en términos visuales es todo un logro, uno que sencillamente clasificaría como asombroso, un portento para la vista.
Sin embargo, no se pueden aplicar necesariamente los mismos adjetivos para el resto de componentes de la cinta. Basada en una historia del ex crítico de cine Jay Cocks, el guión elaborado por Steven Zailian, Kenneth Lonergan y el propio Cocks nunca alcanza el nivel de grandeza producido por el escenario. Con esto quiero decir que el principal inconveniente es la historia en sí misma, que es básicamente un melodrama trillado de venganza que da la impresión de ser más sofisticado de lo que en realidad resulta ser, solo por ser desarrollado por toda clase de personajes ataviados en elegantes trajes de época.
Leonardo DiCaprio se sitúa en el centro de atención de la trama personificando a Amsterdam Vallon, un joven que siendo niño presenció el asesinato de su padre a manos de Bill 'the Butcher' Cutting, quien es el hombre más cruel que haya existido y que lleva algún tiempo aterrorizando las calles de la incipiente metrópolis. Bill, que es un experto en el manejo de los cuchillos y otros instrumentos de corte debido a su oficio, es el hombre que temen todos los habitantes de la sección de la ciudad conocida como los Five Points, y siempre ha estado dispuesto a usar ese miedo para convertirse en el rey indiscutible de la zona. Después de una ausencia de dieciséis años, Amsterdam regresa a la escena del crimen, decidido a igualar el marcador y conseguir que Bill pague con su vida por la terrible ofensa que cometió en el pasado.
Pero bueno, como señalaba, a pesar de los triunfos conseguidos en erigir el magnifico escenario, Scorsese parece ser incapaz de brindarle un poco de fuerza la historia en sí. Probablemente, esto se deba a que DiCaprio o su personaje resulta demasiado endeble e indiferente como para construir una figura muy convincente que le haga frente a la personalidad tan sólida casi como el acero que despliega a cada momento Bill Cutting (que parece estar basado en gran medida en el personaje Bill Sikes de Oliver Twist la obra de Dickens, una fuente literaria cuya influencia estuvo en todo momento en las mentes de los autores de la película). O tal vez, el extraordinario Daniel-Day Lewis como casi siempre se vuelve demasiado convincente en el papel de villano, tanto que para el resto de los mortales alcanzar a igualar esos niveles resulte una tarea imposible. También, quizás la trama romántica metida con calzador que involucra a DiCaprio con la pérfida mujer que encarna la mal seleccionada Cameron Diaz deja un sabor de cursilería inevitable que termina por no encajar en el sombrío relato que se cuenta en esta oportunidad. Cualquiera que sea la razón, el núcleo de la cinta resulta ser el elemento más débil de la misma. Además, los diálogos que se emplean a lo largo del relato son completamente anodinos y carentes de inspiración, y consisten principalmente en lugares comunes y líneas de filosofía a medias. Entonces, por suerte para el espectador y dejando de lado todo aquello insustancial, que el director nos haya proporcionado suficiente estimulación visual para mantenernos al menos intrigados, si no es que completamente fascinados, en todo momento sigue siendo su mayor baluarte.
Sin embargo en mi caso, lo que considero atrayente de la trama es todo el detalle histórico que impregna los márgenes externos de la misma. Estos incluyen el telón de fondo siempre presente de la Guerra Civil, que a cada instante invade e interviene en el mundo que habitan estas personas, y los disturbios que se suscitan en contra de la guerra que destrozaron prácticamente toda la ciudad de Nueva York, ambas cuestiones son utilizadas por los creadores como una especie de comentario a nivel general sobre las pequeñas batallas y rivalidades que tienen lugar en una minúscula parte infernal de la ciudad. En secuencias en que estas dos piezas fundamentales se unen, el filme casi toca la grandeza. Así mismo, es de interés la forma en que la película destaca la ferviente actitud anti-inmigratoria que ha permeado completamente en la historia de un país que, en una paradoja desconcertante, siempre se ha enorgullecido (por lo menos en la teoría, no siempre en la práctica) de ser un gran crisol para los oprimidos y marginados que acuden a ese lugar para refugiarse y la obra nos recuerda la prevalencia de dicha actitud en muchos sectores. En verdad, algunas cosas nunca cambian.
De alguna manera, esta creación bien podría ser una pieza de acompañamiento muy adecuada para Casino, ya que ambas producciones se manifiestan sobre el tema de la falta de leyes y la corrupción, dando paso posteriormente a la conformidad legal y al respeto de las normas. Cada una de estas obras, tan distantes entre sí en el tiempo y el espacio, logran retratar el complicado nacimiento y los horrorosos dolores de parto que las ciudades y los países a menudo deben atravesar antes de que puedan llamarse verdaderamente civilizadas. Sin duda, este tema es lo que llevó a Scorsese a componer una especie de oda visual a la ciudad de Nueva York hace más de quince años, su propio flechazo personal con una ciudad que ha sufrido tanto a lo largo de los años. Es su manera de decir que, desde aquellos inestables comienzos, la famosa urbe se ha transformado en el gran centro cultural que es hoy y que puede estar orgullosa de su patrimonio y de las personas que lo ayudaron a lograrlo. Por lo que he investigado, fueron veinte años lo que le tomó que este proyecto suyo finalmente fuera llevado a la gran pantalla, ese debe ser un sentimiento muy poderoso y conmovedor.
Si, estas Pandillas de Nueva York, conforman una película gravemente defectuosa en muchos sentidos, pero también es el ejercicio de un visionario, que atesora logros técnicos que no tienen comparación que merecen ser vistos. Incluso, si no hay mucho aquí que te obligue a comprometer la mente o el corazón con el relato que nos brinda, siempre se puede obtener el deleite con la gloriosa perspectiva que se desarrolla allí, en la pantalla.
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