Director: Barbet Schroeder
Duración: 111 minutos
País: Estados Unidos / Japón / Reino Unido
Elenco: Jeremy Irons, Glenn Close, Ron Silver, Annabella Sciorra, Uta Hagen, Fisher Stevens, Jack Gilpin, Christine Baranski, Stephen Mailer, Christine Dunford, Felicity Huffman, Mano Singh, Johann Carlo, Keith Reddin, Alan Pottinger, Mitchell Whitfield, Tom Wright, Gordon Joseph Weiss, entre otros.
" Uno de los casos criminales más misteriosos de la historia fue la acusación y posterior juicio del barón Claus von Bulow, en la década de los ochenta, acusado de provocarle el coma de su millonaria esposa Sunny por una sobredosis de insulina. Al enigmático aristócrata le defendió Dershowitz, un prestigioso abogado judío, y el juicio levantó una enorme expectación en su época. "
Hay algo fascinante en la principal imperfección de esta cinta. Podría decirse que su guion, y por extensión la película no parece ir a ninguna parte. Como es bien sabido, el caso real en que se basa la historia nunca llegó a esclarecerse en su totalidad, y las investigaciones llevadas a cabo en el mismo llevaron a los implicados a dar vueltas sobre si mismos en una compleja acción judicial que aun se recuerda en Estados Unidos.
Actuaciones sorprendentes, aunque a veces más bien se vuelven espeluznantes tanto de Glenn Close como de Jeremy Irons que personifican a la pareja protagonista de la tragedia, y que resalta esta versión dirigida de manera desigual sobre la historia de Claus Von Bulow sobre un grupo de ricos degenerados que fue adaptada del libro del profesor de la Facultad de Derecho de Harvard, un tal Alan Dershowitz. Es justo el propio Dershowitz, que como buen abogado que se precie de serlo ama estar en el centro de la acción casi tanto como ama la ley, asumió la compleja tarea de salvar al mentado Von Bulow de caer en prisión, luego de ser acusado por el intento de asesinato de su acaudalada esposa, en un inicio como un medio para recaudar dinero para ayudarlo en sus casos pro bono. Por cierto, la forma bastante torpe en que se nos explica esta peculiar motivación, no debe restar valor al trabajo de Dershowitz. Lo mas irónico del asunto es que a medida que se fue desarrollando el caso, el propio Dershowitz se convenció de que Claus era inocente.
Ahora bien, si Dershowitz termino por convencerse a sí mismo de la inocencia de Von Bulow para calmar una conciencia posiblemente culpable es una buena pregunta. Recordemos también que Dershowitz es el hombre que expresó después de que el juicio de O.J. Simpson terminara (el fue uno de los abogados de Simpson) que no sabia si el propio Simpson era culpable o no. Si bien esa puede ser una postura adecuada para un abogado defensor, es poco verdadera para la figura publica en la que se terminó por convertir el letrado de orígenes judíos. En el papel de Dershowitz estuvo Ron Silver en una actuación desigual que por momentos me hizo pensar en Gabe Kaplan interpretando a un Groucho Marx joven y poco gracioso. Me pregunto si Dershowitz se sintió completamente satisfecho con esa elección.
El director Barbet Schroeder, utiliza varios puntos de vista para contar la historia, incluida una voz en off de la victima Sunny Von Bulow que interpreta Glenn Close mientras yace en estado de coma, pero tambien emplea varios de los recuerdos de Claus Von Bulow a quien da vida Jeremy Irons. Vemos algunas escenas en un par de ocasiones, iluminadas por los diferentes puntos de vista. Esta técnica es totalmente apropiada ya que lo que realmente sucedió esta lejos de haber quedado claro hasta el día de hoy. De tal manera que enfocándome en el titulo de la obra, es la fortuna de Claus la que terminó por revertirse. Si os dos primeros jurados o el tercero tenían razón en sus observaciones, es un asunto que Schroeder deja en el aire para que sea la audiencia quien lo determine.
Sin embargo, le sugiero que no se equivoque al respecto en sus juicios: el corazón de la película es la actuación ganadora del Oscar de Jeremy Irons. Su arte sutil basado en una concepción profunda (fiel a la realidad o no) del Claus miembro de la aristocracia y demasiado germánico le permitió crear una persona fría y arrogante, pero de alguna manera comprensiva. El contraste que existe con el exagerado y energético Dershowitz nacido en Brooklyn que personifica Silver generó una buena química cinematográfica, aunque a veces parecía como si un buen chico judío estuviese defendiendo a una especie de vampiro.
Por otro lado, la impecable interpretación de Glenn Close de la inerte Sunny, contaminada por las drogas, nos recuerda una vez mas que estamos ante una gran actriz. Para su mala fortuna, no me parece que el director haya dedicado tanto tiempo y energía como debió haberlo hecho con todas aquellas personas que encarnan a los estudiantes de derecho de Dershowitz. Parecian un grupo de aficionados y resultaban poco convincentes en casi todas las escenas. Y había demasiados, es decir, un exceso de estudiantes de derecho. Tal vez una purificación en torno a las intenciones y la participación en el evento sobre el que gira la trama de aquellos sujetos, y más orientación de parte de aquel que dirigía el filme podrían haber ayudado.
En lo que respecta al guion que fue elaborado por Nicholas Kazan posee una serie de buenas líneas de dialogo, una de las cuales es la siguiente: Dershowitz le dice a a Claus eres un hombre muy extraño, a lo que Claus responde No tienes ni idea. También destacaría la agradable observación que realiza Von Bulo después de que ambos llegan a un restaurante y posterior a que un mesero se atreve a llamar Doctor a Von Bulow, este responde: Cuando estaba casado con Sunny, nunca conseguimos esta mesa. Ahora, dos inyecciones de insulina y me he convertido en médico. De hecho, son en parte las líneas agiles, cómicas y autorreveladoras de Kazan las que humanizan el personaje de Von Bulow y nos persuaden de que muy bien podría ser inocente.
Finalmente, si bien me agrada el estilo egoísta de Dershowitz y la confianza que manifiesta en cada oportunidad, lo que más admiro del hombre es su concepción realista acerca del papel del abogado defensor en nuestra sociedad y su idea de lo que hace a un buen abogado; es decir, un buen abogado es aquel que reconoce no solo que toda persona merece la mejor defensa que le permitan sus recursos, sino que él mismo merece defender a quienes tienen los mejores recursos.
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