Director: Sarah Gavron
Duración: 93 minutos
País: Reino Unido
Elenco: Bukky Bakray, Kosar Ali, D'angelou Osei Kissiedu, Shaneigha-Monik Greyson, Ruby Stokes, Tawheda Begum, Afi Okaidja, Anastasia Dymitrow, Sarah Niles, Layo-Christina Akinlude, Sharon D. Clarke, Islah Abdur-Rahman, Shola Adewusi, Mohammad Amiri, Brie-Morgan Appleton, Joshua Avory, Ashley Merino Bastidas, Nadya Bettioui, entre otros.
" Una joven adolescente se encuentra luchando por cuidar de si misma y de su hermano menor después de que ambos fueron abandonados por su mamá: una madre soltera. Por lo que no les queda más remedio que hallar un lugar en donde vivir."
Esta película dirigida por la británica Sarah Gavron (a quien en mi caso reconocía por su labor en la gran cinta Suffragette de 2015) capta de forma realista un Londres completamente diferente al que se suele ver en la gran pantalla. Es decir, conocemos un Londres juvenil, al que no nos acercamos a través de la lente de la violencia de las bandas, o de un ambiente refinado y brillante perteneciente a otro mundo, sino a uno simplemente que versa sobre la hermandad.
En ese sentido, bien podría apuntarse a que existen otras obras con las que podría compararse, no solo por su temática sino por la clase de contexto en la que se desenvuelve. Por ejemplo se me viene a la mente el caso de la francesa Girlhood que es una buena cinta con la que compararla, o la propia Divines (que también es francesa), pero esta creación da la sensación de alejarse por completo de ellas, de ir por un derrotero muy distinto. Me parece que la sensación de severidad de Londres que logra plasmar, logra captarla de forma muy visceral y resulta tan agradable como fresco el ver a diferentes personajes que no suelen estar representados de forma habitual en el cine.
Considero que la impresión que deja la película como tal es que la directora se hallaba alejada de la acción en el mejor de los sentidos, pero la visión que pretendía conseguir se siente muy cercana a lo largo del metraje. De tal manera que, las interpretaciones que vemos parecen ser de personas reales gracias a los diálogos que emplean de manera improvisada. En otras palabras, se percibe la colaboración y la naturalidad que se desprende de los ensayos en los que deben haber participado los actores de antemano, lo que produce que los momentos y la atmósfera presente se sientan auténticos sin llevar a cabo un enorme esfuerzo.
Por otro lado, las interpretaciones se vuelven oportunas y creíbles gracias al esfuerzo de un elenco impresionante, y por ello aparece un evidente tono genuino y emerge una autenticidad no sólo del reparto juvenil principal, sino de todos los forasteros que la trama encuentra a lo largo del sinuoso camino que es su narrativa.
La personificación central que es la que llevó a cabo Bukky Bakray como Rocks solo puede ser calificada como poderosa. Hace un gran trabajo mostrando sus fragilidades emocionales, así como la transición a un sentido de madurez, que en este caso es colocado en su hermano pequeño interpretado por D'angelou Osei Kissiedu, que desarrolla la encarnación apropiada, retratando la inocencia y el estilo, así como también se convierte en el alivio cómico desde el comienzo de la trama.
Sin duda que la clase de experiencias que ha atravesado y que por ende han endurecido a Rocks, así como la injusta carga que se le impone, le lleva a padecer la desgarradora prueba de la perdida de la inocencia por la desaparición de su madre, que hay que decirlo no se justifica de modo explicito al comienzo de la situación, quizás para mostrarlo desde la perspectiva inconsciente e inocente de Rocks.
Además, un aspecto subestimado de la obra como tal es que esta película maneja de forma adecuada la era contemporánea de los teléfonos inteligentes y las redes sociales que están por todas partes y los incorpora como elementos fundamentales a la narración en su aspecto visual.
Y es que, hemos visto que muchos directores sienten que tienen que hacer casi piezas de época, ya que han declarado que no saben cómo superar la barrera que les supone el uso cotidiano del smartphone, y podría decirse que Rocks ha superado dicho obstáculo con éxito. Sin embargo, también hay que expresarlo, no deja de ser una contrariedad ya que dicho uso puede provocar ediciones abruptas y con ello se llega a perder la fluidez narrativa y el ritmo de algunas escenas.
Habría que decir también que puede dar lugar a un contraste muy marcado a la hora que debe decidirse si se trata de una escena emocionante en contraposición al sentimiento más sombrío, contemplativo y realista que el filme pretende captar y equilibrar, pero aplaudo el esfuerzo. Otro rasgo de esto, es que el tono de igual manera se vuelve muy dispar, y es posible que sea relevante representar su vida y el predicamento en el que la protagonista apenas sobrevive, pero quizá se le dé demasiada importancia.
Otro elemento destacado es la fotografía de Helene Louvart, quien también rodo el año pasado la obra Never Rarely Sometimes Always (de la cual hable aquí hace poco), que nos sitúa en la perspectiva de Rocks con facilidad y es en extremo detallada, al tiempo que crea un drama intimo en el que la protagonista y heroína está casi en cada fotograma.
Finalmente la película fue escrita por la dramaturga y guionista nigeriana-británica Theresa Ikoko junto con la guionista de cine y televisión Claire Wilson, en la que combinan tragedia y humor con un toque de desfachatez que se debe inevitablemente a la colaboración y preparación de esta obra.
Para algunos, el final se siente incompleto, pero sin estropear nada dando más detalles de los indispensables, en definitiva hubo una misión que se completó y se dio una conclusión a esta intensa historia, lo que ocurre es que el final acontece en un tono menor.
En general Gavron y su equipo con predominancia femenina, han hecho una película con el corazón en el lugar correcto y por ese motivo fue una de las películas mas celebradas en años recientes. Que sea o no un filme indispensable o una obra maestra me parece que continua en discusión, lo que si es que no deja de ser un cine vital y merece ser visto por lo menos una vez en la vida.
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