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Sex, Lies, and Videotape (1989)


 

Dirección: Steven Soderbergh

Duración: 100 minutes

País: Estados Unidos

Reparto: James Spader, Andie MacDowell, Peter Gallagher, Laura San Giacomo, Ron Vawter, Steven Brill, Alexandra Root, Earl T. Taylor, David Foil.

" John, un abogado sin escrúpulos, está casado con Ann, una mujer seria e introvertida. Ella, aunque muestra poco interés en el sexo, se siente segura de su matrimonio. En cambio John es un adicto al sexo y tiene una aventura con Cynthia, la extrovertida y desenfadada hermana de Ann. La llegada del enigmático Graham, un antiguo compañero de John en la universidad, alterará la vida de Ann."

Sexo, mentiras y cintas de vídeo se trata exactamente de lo que se describe en el título, pero de manera franca, la película bien podría haberse titulado algo así como Todo sobre el sexo, ya que las mentiras se tratan justo sobre ese tema, y no hay necesidad de hablar del contenido de aquellas cintas de vídeo. A mi parecer, la cinta de Steven Soderbergh, ganadora de la Palma de Oro y pionera en el campo del cine independiente, es sin duda una de las más inteligentes y perspicaces en cuanto a la representación de la sexualidad como problemática dentro de las relaciones, y el hecho de que lo haga sin ser nada gráfica es un verdadero mérito, debido a su madurez y franqueza en el abordaje de esta sencilla historia.

Del mismo modo destacaría aquella frase utilizada dentro de la narrativa que expresa que el sexo está sobrevalorado, que me parece es una de las tantas pepitas de oro que contiene el guion nominado al Oscar, que resulta aun más fascinante desde el instante en que esa línea se hace eco de una confesión de impotencia, una debilidad rara vez confesada por los hombres, pero que crea el más extraño aunque de manera anticipada el ya bastante anticipado vínculo entre Graham y Ann. Por lo que hemos presenciado, ella es una mujer introvertida y compleja, él es un viejo amigo de la universidad de su marido John, que acaba de llegar a la ciudad. Al principio del filme, vemos y escuchamos a Ann enfadada y advertimos la forma en que comparte cierta amargura con su terapeuta, ya que se espera de ella que sea esa observadora pasiva de las cenas en las que ambos recordarán a las chicas y los tiempos de los partidos de futbol. 

Pero mientras que John es el típico abogado engreído y mujeriego con tirantes en la camisa y con determinados trucos bajo la manga, Graham no tiene trabajo, ni casa, es un joven de cabello largo, alejado de forma extraña de las responsabilidades habituales o casuales de la vida, pero también de forma extraña interesado en la gente. Por esta peculiar forma de relacionarse con el mundo, en su primer encuentro, Graham le realiza las preguntas más intimas a Ann. Sin embargo, ella detecta su torpeza, pero se sospecha que se alegra de que ese hombre no sea como su marido John. Hablan un poco, discuten sobre el matrimonio y ella le asegura que disfruta de la seguridad que le ofrece, a pesar de todos sus defectos, John es un buen proveedor, pero hay algo en esa confesión que me parece concluyente: un toque de timidez, de tono apocado en la forma en que lo dice que me recordó al personaje de Liv Ullman en Escenas de un matrimonio.

Y es que, acerca de la obra maestra de Bergman no he olvidado aquella frase sobre el matrimonio que expresaba que sólo funcionaba si la fidelidad se daba por descontada, como si el colosal edificio que es aquella institución tuviera que asentarse sobre una ciega obviedad. No obstante, lo interesante del asunto es que todas las cintas que incluían parejas disfuncionales demostraban que, por muy sólidas que fuesen (en apariencia), los matrimonios fracasaban por cosas que se daban por sentadas, cosas que no se discutían, que no se expresaban pero que se asumía que el otro las entendía igual, cosas que se daban por entendidas. Y en este caso, la primera señal de que la relación entre Ann y John no funciona, no es solo el hecho de que John mantenga una aventura con la propia hermana de Ann, la ruidosa Cynthia, sino que no le lleva mucho a Ann cruzar algunas palabras con Graham para que casi se abra ante él casi de manera instantánea. Es decir, primera salida a comer y ella ya le ha soltado todos los detalles tanto positivos como negativos de su matrimonio.

Habría que recordar el dialogo de alguna otra obra cualquiera que ahora me viene a la mente, un intercambio entre un señor y la nueva vecina, cuando el hombre casi sin quererlo se atreve a hacer una pregunta privada, y ella reduce la tensión que se ha generado diciéndole que le gustaría que le concertaran una cita con alguien, porque al final ella tiene apetitos normales. Entonces el señor capta el mensaje a la perfección, pero sigue asegurándose de que no habla en realidad de comida, y lo realiza un par de veces. Dicho de otra manera, el sexo no es el tema más sencillo de abordar, pero una vez que se ha hecho, se convierte en la llave para abrir la caja de Pandora de cualquier matrimonio. Como sea, ese no es el caso porque el filme no pretende explorar el tema de la infidelidad en sí, sino la forma en que se utiliza el sexo como medio para transmitir u ocultar las fuentes de las propias inseguridades, es decir, no reduce a las personas a meras actitudes sexuales, más bien se dedica a profundizar en el valor del sexo como catálisis existencial.

Tenemos en el centro del relato al personaje de Ann que es una persona ansiosa en exceso, cuya mente está obsesionada por situaciones que no puede controlar, está también llena de empatía y por lo tanto no puede expresar ningún deseo a menos que esté dirigido a otra persona, no es frígida pero no se siente lo suficientemente atraída por John, y por lo tanto no logra satisfacerlo. En ese sentido, podríamos asegurar que tanto John como Cynthia son amantes más comunes. Por un lado tenemos a John el abogado, un chiste muy empleado en la cinta nos informa que los abogados son la forma más baja antes de los mentirosos, porque el jode a la gente y domina a su esposa teniendo sexo con otra mujer, es parte de su personalidad. También lo es Cynthia, cuyo ego se ve halagado como si por fin obtuviera la satisfacción de poseer de modo indirecto a su hermana, como si la meretriz de la familia consiguiera derrotar a su contraparte, la hermana bondadosa.

Aun con todo esto que he relatado, esta no es una obra que nos invite a condenar a las personas y sus comportamientos, en realidad solo cuenta la magnitud de la sexualidad en nuestras existencias del mismo que lo expresarían nuestras propias luchas interiores, nuestros deseos, nuestras debilidades, las cosas que nos calientan, bloquean o impulsan. Y siguiendo esa misma linea a mi entender, el personaje más fascinante de este cuarteto no es otro que Graham.

Al principio asevera que es impotente, pero al declarar que no puede tener sexo, se le permite grabar confesiones de índole sexual de mujeres que después atesora en cintas de video, lo que para mi le brinda bastante mas poder, le da más estatus, lo convierte en un tipo más astuto. De tal forma que Ann consigue enfrentarse a él en una escena que es una obra maestra de la escritura, en la que consigue arrinconarlo dentro de sus extrañas fantasías y en donde es incapaz de responder por su lujuria y con ello admitir que hay algo realmente patético en su persona, aunque sin llegar a ese punto donde no necesite ayuda. Bien podría ser su primera victima. 

La escritura de Steven Soderbergh es de gran sutileza y realismo, solo peca en el retrato del marido John, que parece un personaje de dos dimensiones en comparación con los otros tres, y la forma en que obtiene cierta compensación no hace justicia a la originalidad de la cinta. Aparece un detalle que se ve venir mucho antes y que no termina de funcionar del todo; sin embargo más allá de los pequeños detalles, se trata de un notable retrato de algunos adultos atrapados en relaciones tormentosas que se hallan tratando de encontrar su propio camino para deslizarse a través de la red. 

De igual forma destacaría el asunto de las interpretaciones, en especial la de James Spader, que ganó algún premio por ello en el Festival de Cannes, y también la personificación de Laura San Giacomo. Por lo demás, esta obra debería haber tenido la misma resonancia que aquella Closer de Mike Nichols lanzada en 2004, con dos reconocimientos de actuación para Spader y San Giacomo, son lo mejor de la película.

Ahora mal sin bien, no soy el más apasionado a los remakes, pero sospecho que el contenido del guion es tan relevante y universal que encajaría en la era digital, me imaginé un Sexo, mentiras e internet hecho a medida para estos años turbulentos, donde amantes, charlatanes, maridos engañados ahogarían sus penas compartiendo sus inseguridades ante el primer oído que les escuche. Guarda, que tal vez eso ya este sucediendo mientras escribo esto.

De momento, si usted me lo permite, me paso a retirar a mis habitaciones.

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