En el novísimo mall de Santa Fe, en el norte de la capital, se encuentran y se enamoran a primera vista la alivianada hijita de papá Renata (Martha Higareda) y el sensato graffitero con espíritu de artista Ulises (Luis Fernando Peña), flechazo que provocará un sismo social y emocional en todos lados, en todas partes. Los papás de ella (ricachones y clasistas) y los papás de él (tiangueros chambeadores de sol a sombra), los amigos de ella (pirruris abusivos) y los amigos de él (chavos banda sin futuro), sin olvidar a la hermanita alcohólica de Renata, Mariana (Ximena Sariñana, hijita de su papá Fernando y espléndida como villana odiosa), conspirarán para que el amor no se realice y la tragedia ocurra, pues en el México del siglo XXI en el que nos tocó vivir, el dinero (o la falta de él) es destino.
Amar te Duele se sostiene, a pesar de un desenlace muy abrupto y de una puesta en imágenes no siempre bien justificada, por varias razones de peso. En primer lugar, está la frescura de la pareja protagónica, cuya química logra hacer mínimamente creíble el amor entre los dos personajes; luego, está un regocijante uso del lenguaje juvenil, no muy común en el anquilosado cine nacional contemporáneo (“ya agarraste aborigen”, “si te gusta el frijol, ni hablar”); después, tenemos una dirección de Sariñana que, las más de las veces, es tan relajada y funcional que se da el lujo de algunos momentos de audacia bien logrados (por ejemplo, la escena en donde la pantalla se convierte en página de cómic); y, por último, un magnífico soundtrack en donde brillan –por la calidad de su música y la pertinencia con la que es usada—intérpretes como Natalia Lafourcade, Elefante, Genitallica, Pulpo y Volován, entre otros.
Hay una razón más: Amar te Duele, entre cliché y cliché, y usando una estética MTV no siempre justificada, logra vehicular una necesaria reflexión sobre la división de las clases sociales en nuestro país. Que esta reflexión caiga en muchas servidumbres es lo de menos si pensamos que la cinta está dirigida a un público juvenil clasemediero que no acostumbra hablar ni tratar estos temas. En todo caso, su permanencia en cartelera durante varios meses a nivel nacional indicó que la película rozó, mal que bien, bien que mal, no pocas fibras sociales entre el público cinéfilo mexicano.
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