A la gran mayoría de las personas les pesa estar solas.
Cada vez son más quienes se encuentran en esta situación ya sea por elección o por fuerza, cualquiera que sea la razón el resultado es el mismo: estás solo.
Muchas veces no sabes que hacer con ese tiempo o sientes que la sociedad no te "acepta" por no tener pareja. Y no debe ser algo que deba horrorizarte. La soledad debe aprender a disfrutarse. Es el tiempo que tienes para hacer todo aquello que quieres y que no podrías si estuvieras acompañado. Hacer literalmente lo que se te antoje, es algo que, sin decirlo, muchos lo envidian.
La soledad es un estado que puede traerte cosas muy positivas, es una oportunidad para hacer lo que quieras, pensar lo que quieras y disfrutarte en toda la extensión de la palabra. Es una oportunidad de crecimiento personal, de desarrollo, de calidad. Es tu tiempo, tienes la libertad de decidir cómo lo aprovechas, si leyendo, caminando, haciendo deporte o relajándote.
El estar solo te permitirá tener tiempo libre, no faltará quien sienta lástima por ti o quien considere que tienes muchas necesidades afectivas. El saber estar solo, es una de las formas más intensas y satisfactorias de nutrir tus necesidades de afecto y conocerte.
La soledad es la oportunidad de darte a ti mismo para poder darte a los demás. Hay que buscar convertir la soledad en una experiencia productiva.
¿Eres soltero por decisión?
Para muchas personas después de los 30 años, ser soltero es una decisión, no una imposición. Han vivido sus vidas plenamente y han tenido grandes logros laborales y personales, que de no ser solteros, no habrían alcanzado.
La decisión de vivir una vida de pareja en la actualidad no depende de precisiones familiares o sociales, de consejos de revistas o amistades.
La madurez y las metas profesionales son elementos importantes que ayudan a tomar una decisión para quienes decidan casarse, lo hagan cuando genuinamente hayan encontrado su tiempo y una pareja con quien compartir un estilo de vida similar.
Hay que saber estar con alguien por convicción, no por miedo a la soledad o porque no había alguien mejor en ese momento.
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