Las visten para que el embarazo sea provechoso y traigan a más mexicanos a padecer y resignarse por el lugar espléndido en el que nacieron.
El constante bombardeo que hemos sufrido los mexicanos a través de todos los medios masivos de comunicación durante el transcurso de este 2010 ha sido realmente inusitado. No se conoce con exactitud a quién se le ocurrió la brillante idea de llevar a cabo una celebración tan exagerada como ésta sin tener motivos reales para justificarla. Existe una alta probabilidad de que haya sido algún político que en algún momento de ocio (como de los que casi no disfrutan) sujetara un libro de Historia de México entre sus manos, percatándose que al sumar y restar, las cuentas entregaban como resultado doscientos y cien años para cada acontecimiento.
Sí, las cuentas resultaron correctas. ¡Se cumplen 200 años.! Pero del inicio...
Pero nosotros nos hemos cuestionado durante el transcurso de este año como muchos periodistas lo han hecho desde que surgió el término "Bicentenario" ¿Qué es lo que estamos celebrando? ¿Nuestros últimos lugares en educación tanto en América Latina como en el Mundo? ¿Los bajos índices de lectura en el país? ¿Los interminables y engorrosos trámites burocráticos? ¿Los primeros lugares en el mundo en obesidad y enfermedades crónico-degenerativas?¿Los pésimos servicios de salud? ¿Los incrementos injustos y desmesurados en los precios de todos los productos y servicios? ¿El aumento abusivo del impuesto sobre el valor agregado?¿La corrupción inacabable que existe en todos los ámbitos y debilita las estructuras de todas las instituciones del país?¿Los altos indicativos de inseguridad dentro del territorio nacional? ¿El dominio de la organización del narcotráfico en las esferas económicas y sociales de la patria? ¿Eso es lo que festejamos o nos perdimos el motivo insondable de la festividad?
¡Lleve la corneta y la espuma a diez varos!
Es por ello que nos quejamos del derroche de dinero invertido en la confección de una noche como ésta, llamada "La noche del Grito", en la que recordamos el acto engendrado por el cura Hidalgo, pero no por eso dejamos de asistir. Y le nombramos despilfarro al hecho de malgastar en adornitos y luces innecesarias, fuegos artificiales, pantallas gigantes y equipo de sonido para invitar a bandas que sólo complacen al pueblo, además de la construcción de supuestos monumentos que sabemos muy bien carecen de utilidad.
¡Qué hermosos se aprecian el águila, la serpiente, el nopal y el islote formando el Escudo Nacional!
Uno de los palacios con sus lameculos y farsantes asomándose por los balcones
En nuestro caso hace 4 años que no concurríamos a tan notable y solemne evento, y decidimos volver a presentarnos debido a la trascendencia del mismo, básicamente porque creemos que no se puede hablar sobre algún hecho o cosa al desconocerlo y sin haber participado en ello. Arribamos al lugar a las siete y media de la noche, aprovechando que ya habían cerrado las calles del primer cuadro de la ciudad, pudiendo tomar algunas fotografías que compartimos con ustedes.
Lo mejor de esta foto: no hay tráfico en Juárez, el azul del cielo y una excelente toma de Lala.
Llegamos a un retén de la policía en donde se hallaban unos detectores de metales por los que había que atravesar y luego se les examinaban los bolsos a las mujeres, y en algunos casos dependiendo de la facha, revisaban a fondo a algunos individuos. Nos ocupamos de caminar y seguir tomando retratos. En este punto ya había comenzado el concierto de banda que lastimaba nuestros oídos y fascinaba a los de la mayoría de los espectadores. A pesar de la horrible música que se escuchaba pudimos adentrarnos hasta la Plaza de los Mártires, en donde descubrimos buenos ángulos para las tomas fotográficas. Lo mismo ocurrió en Los Portales, la Plaza González Arratia, la Concha Acústica y el Cosmovitral. Entre cada sitio en donde nos tropezabamos con una imagen llamativa solíamos tomar un breve descanso en el que no podía faltar un cigarrillo para acompañarlo. Aunque algunos otros también fumaban y no era precisamente tabaco.
Todos bailando al ritmo de la banda.
Horas antes de que apareciera Don Enrique por ese precioso y adornado balcón
Una gran yunta paseandose por los Portales
Otra gran perspectiva de Lala de uno de las construcciones más bellas de la ciudad.
Después de aquella larga caminata y ya con los nervios de punta a causa de los desordenes de adolescentes y adultos, buscamos un lugar tranquilo para descansar y comer algo. Afortunadamente encontramos disponible un restaurante tradicional de comida mexicana. Ordenamos unos tacos dorados acompañados de guacamole y unas cervezas bien frías. Desde ahí pudimos observar por televisión el grito dado por el presidente Calderón. Además del espectáculo previo que sustenta nuestra idea del mal uso que se le da al presupuesto público. Pedimos la cuenta y salimos nuevamente a la calle, nos encaminamos hacia la avenida de Hidalgo y desde ahí pudimos apreciar los fuegos artificiales.
Increiblemente mientras esto ocurría, en la calle donde estabamos situados, daba la impresión de que era un día más, los automovilistas pasaban bebiendo y con la música a todo volumen. En tanto que los policias hacian esfuerzos infructuosos por controlar el transito. Entretanto en los Portales un grupo de adolescentes se empujaban y golpeaban como si de una horda de primates se tratara. Otros muchos se rociaban espuma sin reparar en el daño que le estaban provocando a la capa de ozono con sus inocentadas. Cuando el espectáculo concluyó, emprendimos exhaustos el retorno a casa y sin querer saber nada más del asunto.
Iluminando el cielo con los colores patrios.
Con muchas ganas de mejorar el espectáculo
¿La Vía Láctea? No, una mezcla de azufre, potasio, fósforo y otros elementos.
Explosiones al ritmo de la música.
El día de hoy se celebró el desfile y hay poco que comentar al respecto, salvo por el penoso estado en el que se hallaban las principales avenidas de la ciudad, todas ellas repletas de basura compuesta principalmente por latas de la mentada espuma de diez pesitos.
Por eso, si aguardamos tanto para una fiesta que nos hicieron creer durante meses iba a ser incomparable y particularmente excepcional, no se le vió esto último por ninguna parte. La gente se comportó de la misma forma deplorable, desastrosa y vandálica que todos los años anteriores e incluso podríamos mencionar que en algunos casos muy especiales sus conductas disfrazadas de festejos se convirtieron en actos desmedidos y excesivos que los llevaron irremediablemente a parar en la cárcel o el hospital por unas cuantas horas o tal vez un par de días.
Así, en conclusión el tan comentado Bicentenario no fue más que un pretexto perfecto para emborracharse y cometer diversos delitos, no fue más que una fiesta ordinaria en la que se echó la casa por la ventana y no fue un suceso representativo y único como nos quisieron hacer tragar. Que mal, nos han engañado una vez más.
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