Director: Bill Morrison
Duración: 120 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Kathy Jones-Gates, Michael Gates, Sam Kula, Bill O'Farrell, Chris 'Mad Dog' Russo, Bill Morrison, entre otros.
" Un documental acerca de la historia de Dawson City, que es célebre por ser el lugar donde ocurrió la fiebre del oro y en donde estaba oculto un tesoro histórico de películas mudas olvidadas y enterradas en su congelado suelo durante décadas, hasta que fue descubierto por accidente en 1978."
Aburrida, tediosa, lúgubre, deprimente; todos esos adjetivos describen perfectamente el estado de ánimo, el tono y la música que posee esta película.
Lo que me lleva a preguntarme de forma casi definitiva: ¿Cómo podría alguien elaborar un documental soporífero y casi inapreciable sobre un tesoro tan fascinante como lo son aquellas primeras películas mudas, rescatadas y desenterradas de lo más profundo y helado de la tundra? No lo sé, pero le envío felicitaciones a quienes produjeron esta obra cinematográfica, tuvieron mucho éxito en la tarea casi satírica de manera involuntaria que emprendieron.
La historia en sí es fascinante: el descubrimiento en 1978 de un tesoro que comprendía todo un acervo de películas mudas que se habían creído perdidas y que se conservaron enterradas en el congelado suelo de Dawson City en Canadá. En mi punto de vista, la estrella del espectáculo en este documental tendrían que haber sido las propias cintas, y hubiese deseado que el foco de todo estuviera sobre ellas, después de una explicación que funcionara como una introducción del contexto en el que todo esto sucedió. En su lugar, el director nos lleva todo el camino de regreso a través de la historia del pueblo, desde su fundación, la fiebre del oro del Yukon y los cambios posteriores en el lugar a lo largo de los años. Además de usar diversas noticias y movimientos sociales acontecidos en los inicios del siglo pasado, en relación con las imágenes descubiertas.
Debo afirmar que me gusta la historia y un poco de esta narrativa me resultó interesante, y en el mejor momento logra hacer coincidir las fotografías históricas con las imágenes de los filmes perdidos. En el peor de los casos, se inserta en los detalles de la historia del pueblo, y en lugar de mostrar solo algunos de los fragmentos de las películas mudas con la explicación de los actores, intenta hacer que se ajusten las imágenes con lo que la gente del presente está expresando.
Supongo que la mente detrás de esta creación decidió que la cinta fuese silenciosa, como una especie de homenaje a las mentadas películas mudas perdidas y que posteriormente fueron encontradas, que constituyen el argumento central del filme. Sin embargo, durante y después de su visionado, lo que más se anhela respecto a la película es que hubiese sido verdaderamente silenciosa; en cambio atesora una banda sonora desmesurada, tal vez la banda sonora más tediosa, adormecedora, aplastante de almas y depresiva desde que apareció en el escenario la correspondiente de Virgin Suicides.
Aunque claro, en aquella oportunidad se presentaba una prerrogativa en la obra de los suicidios de las vírgenes, la música que generaba depresión coincidía con la trama y el contenido de la película.
En este caso, mientras los mineros de Klondike se hallaban a mitad de una aventura, buscando oro, pudieron habernos inundado con melodías de alegría propias de la década de los noventa; pero en lugar de eso nos regalan depresión y progresiones menores de acordes que no van a ninguna parte, acompañados de gemidos y efectos disonantes de campanas que retumban en el viento lanzadas al oído en una cantidad considerable. Sí, esta bien, algunos de los desastres que ocurren en la historia bien podrían merecer una música emocionalmente apropiada hacia el declive, nada más que el resto podría haber sido un poco más asociado con la diversión o la simple alegría.
Y como sucede en toda película muda que se precie de serlo, es decir sin narración, toda la información fue agrupada en subtítulos muy pequeños, que aparecen brevemente en la pantalla para cada episodio, eso si, siempre en un lugar diferente. Así que para lograr comprender lo que estaba pasando se tenía que seguir los títulos en movimiento en la pantalla para poder leerlos, lo que restaba capacidad y atención para observar las imágenes que estaban mostrando. Como resultado, se debía elegir la propia penitencia: leer y analizar la información en cada episodio o apreciar las imágenes, no se podían hacer ambas cosas. Y además, en muchas partes del filme, las imágenes aparecen una sucesión tan rápida que apenas se puede ojear los datos antes de que aquellas desaparecieran, para luego quedarse preguntando cómo se veían realmente las fotografías que los acompañaban.
En definitiva, una película muy mal ensamblada y que apenas vale la pena observarla. En otras palabras, vale la pena si estás interesado en la historia sobre la fiebre del oro en Klondike o en la historia de los inicios del cine, o en imágenes desconocidas de eventos cotidianos y eventos de interés periodístico a principios del siglo pasado. Pero, toda ese testimonio y la propia indagación son presentados en un envoltorio tan desagradable y tan complejo que la experiencia no resulta muy satisfactoria.
Ahora bien, el creador del filme hace uso de una técnica interesante, utilizando el material encontrado para ilustrar los eventos históricos relacionados con la ciudad donde se hallaron los preciados rollos. Sin embargo, debido a los subtítulos deficientes, a veces era difícil estar seguro de si la escena era una toma documental real del lugar o si se habían encontrado imágenes de algún otro lugar en los veinte años posteriores que se estaban empleando para ilustrar algún elemento de la historia.
Finalmente, si tuviese que hacer alguna clase de sugerencia diría que le brinde una oportunidad si desea poder contemplar algunas imágenes de películas realizadas hace más de cien años, aunque habría que hacerlo en casa para poder tener la posibilidad de pausar y retroceder para saber qué diablos está pasando y de donde proviene cada imagen que emerge en la pantalla.
De hecho, siendo sincero la única razón por la que conseguí mirarla de principio hasta su final, durando tanto frente a la pantalla como lo hice fue porque me encanta el tema y nada más. Es más, el experimento fue tan peculiar que recuerdo que pensaba: estoy a mitad de camino y no estoy seguro si voy a terminar. El problema principal de ello es que me decidí a ver una película que supuestamente se trataba sobre el descubrimiento de viejas cintas extraviadas. En cambio, lo que obtuve fue una larga y prolongada historia sobre la ciudad en la que fueron encontradas respaldada por una música muy extraña, casi espacial. Está bien. Supongo que está destinada para que la gente conozca sobre el descubrimiento y la preservación completa de esas obras, ¿verdad?
Buena suerte.
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