Director: Greta Gerwig
Duración: 94 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Saoirse Ronan, Laurie Metcalf, Tracy Letts, Lucas Hedges, Timothée Chalamet, Beanie Feldstein, Lois Smith, Stephen McKinley Henderson, Odeya Rush, Jordan Rodrigues, Marielle Scott, John Karna, Jake McDorman, Bayne Gibby, Laura Marano, entre otros.
" En el año 2002, una adolescente de diecisiete años con inclinaciones artísticas alcanza la mayoría de edad en Sacramento, California."
En pocas palabras la adolescencia podría ser descrita en conductas como luchar con tus padres por la libertad de poder decidir por ti mismo, luchar contra las dificultades financieras, esforzarse por impresionar a los demás para experimentar la extraña sensación de que las personas se preocupan por ti y te prestan atención, o realizar toda clase de actividades estúpidas o de lo contrario presentar un gran temor a ser rechazado.
Todos estos comportamientos, a los que se les podría agregar un millón más a la lista, son esencialmente de lo que se trata la vida de un ser humano casi adulto. Bueno, tal vez no suceda en todas partes y no para todos los casos, pero es probable que la mayoría de nosotros seguramente podamos sentirnos identificados con lo que Christine "Lady Bird " McPherson atraviesa a esa edad. Aunque llegados a este punto he de confesar que, la adolescencia me abandonó hace mucho tiempo y ese aspecto ha jugado en mi contra durante toda la experiencia.
Ahora bien, lo que Saoirse Ronan consiguió edificar con su personaje no me parece cualquier cosa, es casi una hazaña. Estamos hablando de una joven mujer que posee una belleza de muñeca de porcelana, con esos ojos azul pálido, dejando de lado su típico carácter cerrado y emocionalmente restringido que se convierte en una adolescente que grita, que se desgañita, que ríe y llora, que rompe cosas en cada oportunidad que aparece en la pantalla, provocando que Lady Bird sea tan intensa que en algunos momentos me parezca francamente insoportable.
En ese mismo sentido, descubrir que el personaje que se hace llamar Lady Bird resulta ser tan intenso y difícil de manejar es probablemente su mayor cualidad y su falla más seria al mismo tiempo. Es decir, en toda la multitud de películas que existen y que tratan sobre el tema de alcanzar la mayoría de edad, los personajes que todavía siguen siendo unos niños son en su mayoría infantiles en su forma de conducirse en el mundo y realizan toda clase de estupideces a menudo. Sin embargo, más adelante les llega una extraña sabiduría casi de manera accidental, creciendo ante nuestros ojos y de repente se vuelven en seres razonables (y hay que ser sinceros en este aspecto), aunque por mucho solo se les soporte por un rato.
En este caso, la cinta toma un camino ligeramente distinto en ese manido trayecto para permitirse dejar caer esa capa de azúcar y permitir que Christine sea verdaderamente lo que es: una chica conflictiva, histérica, inconsistente y, si maldita sea ¡muy molesta!.
Al igual que le sucede al personaje de la madre de la protagonista que se esfuerza en algún momento del relato por escribirle una carta, intentando para ello elegir toda clase de palabras que sean amables y que suenen genuinas, también puede ser complicado para el público aceptar el carácter no poco menos que nervioso de Lady Bird. Bueno, ciertamente me resultó un asunto arduo de conseguir.
Lo que resulta un asunto curioso es saber por qué a la gente le encantan esta clase de historias de sujetos que están en camino de convertirse en adultos, lo que supuestamente en automático te transforma en un ser juicioso. Supongo que quienes la observan y están atravesando por esa etapa en sus penosas existencias lo hacen para ver que alguien los entiende y se preocupa por quiénes son en realidad, para apreciar que alguien más les diga que no están solos en este insondable mundo. Y en el caso de los adultos lo hacemos (por si tenemos a alguien cercano de esa edad, sea nuestro hijo o no) buscando la esperanza de que esas criaturas caóticas y erráticas que una vez vimos nacer y crecer son nuestros parientes, en algún momento muy pronto estaremos en la misma página que ellos y podremos hablar entre nosotros como personas responsables.
Finalmente, en términos de prometer a las generaciones más antiguas un reino mágico en el que dicha progenie se entregará a sus manos con toda la madurez en su esplendor y demás, el filme no resulta demasiado tranquilizador. Tampoco nos asegura que la causa de todo el conflicto sea que los quinceañeros entienden todo de manera casi secreta y que todo se deba a una falta de comunicación, porque simplemente no es cierto. Sin embargo, hay un elemento en esta historia que redime a todos los momentos exasperantes o decepcionantes (según sea el caso de la reacción en el espectador) que experimenta al ver a esos muchachos hacer sus cosillas de muchachos. Es decir, me refiero al hecho de que al igual que los jóvenes no están solos en su lucha, tampoco lo están los padres. Así que no hay razón para culpar al mundo de su situación y ahogarse en la culpa o en la ira que fue engendrada por todo ello, porque no eres más culpable que el otro ser que tienes enfrente.
Entonces, a manera de conclusión: si tienes un pájaro al que realmente ames, simplemente déjalo libre, y si te ama de verdad, regresará algún día y de alguna forma.
Comentarios