Director: James Benning
Duración: 82 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Fred Gardner - Narrador
" Fotografías de paisajes de Utah acompañadas de narraciones que relatan la historia del lugar, a través de extractos obtenidos del New York Times, que inician en la década de 1850 y concluyen hasta la de 1990."
Nunca antes había oído mencionar el nombre de James Benning o de su trabajo, pero experimental y estructuralista parecer ser una descripción bastante adecuada para mí, después de ver este documental suyo aparecido en 1995, cuyo titulo es simplemente Deseret.
Como suele ocurrir con este tipo de proyectos, es una obra difícil de conseguir y hasta ahora solo he podido verla en línea en una copia horrible, descolorida, rayada y maltratada, así que tal vez el filme podría ser incluso mejor que mi propia reacción ante lo que he podido apreciar en pantalla. Pero la experiencia en si de mirarla ya es en sí, bastante fascinante por lo peculiar del asunto.
Sin embargo, la imagen y el sonido no suelen concordar todo el tiempo, a excepción de un caso espectacular y parece que el citado periódico, con su estilo perdonavidas, no ha logrado captar la magnitud del drama real que tuvo lugar en ese vasto territorio. Dicho de otra manera, los paisajes se resisten a la inscripción de la historia oficial, pero se ven perseguidos por sus trazos imperfectos.
No obstante, brindarle una oportunidad a esta singular creación debe ser tomar una lección de historia que se vuelve fascinante, tan llena de contradicciones (por ejemplo, los líderes mormones a menudo parecen ser verdaderos monstruos, pero en otras ocasiones parecen mucho más cuerdos y amables que el mundo que los rodea.)
Hasta donde sé es la obra más conocida del citado Benning, quien es un cineasta experimental y estructuralista (es decir, todo aquel cine experimental que se realiza fuera del contexto y también fuera de las tendencias más expresionistas y líricas).
La cinta se convirtió en un éxito desde su estreno en Sundance en 1996. Por otra parte, el titulo se refiere al nombre propuesto por los mormones al solicitar la declaración de estado del territorio donde se establecían, que más tarde se transformaría en lo que hoy conocemos como Utah. La película combina noventa y dos fragmentos del New York Times, desde 1852 hasta 1991, con tomas estáticas que fueron compuestas de forma admirable.
Para la creación de su obra, Benning rodó con su cámara de 16 milímetros y a lo largo de año y medio, recortó las imágenes en 92 tomas de un minuto cada una y las reestructuró más adelante para que encajaran, según cada mención, en una banda sonora grabada con anterioridad de las historias provenientes del aludido New York Times, y que fueron reducidas a unas pocas líneas.
Ahora bien, un dato curioso es que la cinta crea relaciones, a veces misteriosas, entre la imagen y el texto, y deja al espectador en la libertad de realizar sus propias conclusiones.
En lo que respecta al texto, este narra el turbulento origen de Utah: desde los días de la colonización de los territorios fronterizos, las persecuciones, pasando por las matanzas y represalias, hasta la contención de los indios, el acceso a la categoría de estado, incluso la transformación de la iglesia mormona en una corporación millonaria y conservadora y el correspondiente uso de la zona como terreno de pruebas nucleares.
A su vez, los ecos entre las imágenes y la historia, sabiendo que las personas de las que escuchamos vivieron y murieron en las tierras que estamos observando, componen todo tipo de conexiones poéticas sobre la tierra, los medios de comunicación, la religión, y la denominada naturaleza del progreso.
Por el contrario, aunque la experiencia no me resultó aburrida, de alguna manera no logré hallar esa grandeza que pretende alcanzar, tal vez porque la capa más emocional de la historia que estuve esperando durante todo el metraje, nunca apareció del todo.
Pero, si pudiese apreciarla en una mejor impresión que aquella en la que la he visto, si esos paisajes pudiesen mostrar la belleza primaria en su forma más descarnada que sospecho que atesoran las propias imágenes, tengo la sensación de que esto podría funcionar a otro nivel.
En conclusión, esto es el tipo de cosas que no volvería ver, un documental tedioso, pero interesante. En la vida hay cosas que esta bien hacerlas, al menos una vez.
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