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Riget (1994)



Director: Lars von Trier

Duración: 561 minutos

País: Dinamarca / Italia / Alemania / Francia / Noruega / Suecia / Holanda

Elenco: Ernst-Hugo Järegård, Kirsten Rolffes, Holger Juul Hansen, Søren Pilmark, Ghita Nørby, Jens Okking, Otto Brandenburg, Baard Owe, Birgitte Raaberg, Peter Mygind, Vita Jensen, Morten Rotne Leffers, Udo Kier, Holger Perfort, Laura Christensen, Ole Boisen, Ruth Junker, Peter Gilsfort, Ulrik Cold, Søren Elung Jensen, Louise Fribo, Paul Hüttel, Klaus Wegener, Annette Ketscher, Mette Munk Plum, Julie Wieth, Birte Tove, entre otros.

" Los médicos de un hospital ultramoderno en Dinamarca terminan por convencerse, mediante toda clase de sucesos extraños e inexplicables, de que el lugar está embrujado."

Una odisea de terror médico. Esta producción fue en un principio una miniserie de televisión de cuatro episodios. Condensada en dos partes para la representación cinematográfica, acaba con un intrigante continuará que abre la igualmente inconclusa segunda parte que consta de otros cuatro capítulos. 
En el momento de tener la oportunidad de mirar tanto la primera parte de esta obra aparecida en el año 1994, como luego la segunda entrega lanzada en 1997, las únicas películas de Lars von Trier con la que estaba familiarizado eran Breaking the Waves y Dancer in the Dark que fueron realizadas posteriormente, y de las que ya he escrito aquí sus correspondientes breves reseñas.
Ciertamente, calificaría ambas cintas en particular de distintas maneras (aunque ambas valgan la pena ser vistas por lo menos en una ocasión); sin embargo, después de haber observado algunas de las otras creaciones de Von Trier, como sus primeros trabajos más autorreferenciales como lo son The Element of Crime de 1984 y Europa de 1991, y sus filmes más dirigidos a la confrontación como The Idiots de 1997 y Dogville de 2003: puedo comenzar a apreciar mejor el contexto en el que Riget encaja en la carrera del director danés en su conjunto.
En realidad, este proyecto es una obra de transición entre las películas visualmente elaboradas y enigmáticas que constituyeron la mayor parte de su obra en el periodo que comprende entre 1983 y 1991, y la segunda y más celebrada fase de su trayectoria que vio la redacción del manifiesto Dogma 95 y que posteriormente daría paso a toda clase de cintas minimalistas, progresistas y polémicas de los últimos veinte años.
Por un lado, Riget muestra la influencia temprana del citado movimiento Dogma con el uso de la cinematografía manual y el corte transversal multicámara, así como el uso de locaciones existentes y los elementos más naturalistas en las actuaciones. Sin embargo, al mismo tiempo trae a la mente ideas familiares y expuestas en la mencionada The Element of Crime y la anterior sátira mezclada con horror meta-textual y autorreflexiva que fue Epidemic, con todas aquellas referencias a los fantasmas, la muerte y una edad en la que se envejece que abarca todo lo maligno.
No obstante, a diferencia de cualquiera de sus trabajos para el cine, que a menudo suelen tener una intención más amplia, así como unas pretensiones mas elevadas y un sentido de experimentación más rígido, esta creación se entiende ante todo, como una obra de puro entretenimiento. Es decir, no existe en ella el sentido más obvio de experimentación cinematográfica, polémica gratuita o manipulación emocional que suele usar con tanta habilidad en su quehacer en el largometraje, y la historia se basa en cambio en grandes personajes, momentos de humor absurdo o totalmente inexpresivo, y una sensación permanente de misterio y suspenso.
El médico Stig Helmer, un arrogante neurocirujano sueco exiliado por haber plagiado una investigación, tiene problemas en el hospital de Copenhague, que da nombre a la película, por una torpe operación de cerebro que practicó y que ha convertido a la pequeña Mona en una criatura balbuceante.
Ahora bien, en la segunda entrega la historia continúa justo donde terminó la primera parte, y sí, es vital que se observe la primera porción de capítulos antes de embarcarse en la misión que será mirar la segunda o no se tendrá ni la menor idea de lo que está sucediendo en pantalla. 
Básicamente, es más de lo mismo (es decir, lo mismo que nos regala en la primera parte) aunque sea, mucho más ocurrente que la primera y con mayor uso de la violencia. Aqui hay manifestaciones sobrenaturales, sobrias, pero cada vez mayores, suelen ser espeluznantes y, en ocasiones mágicas como el azulado fantasma de Mary en el hueco del ascensor, o un pequeño temblor porque el agua va erosionando los cimientos, o el espiritu cruel que se comunica con la señora Drusse por medio de las luces fluorescentes que parpadean.
Los fantasmas, como se debe recordar de la primera pieza, ahora gozan de una libertad que les permite tener una mayor prioridad sobre la trama, mientras la estrafalaria señora Drusse lucha contra su propia enfermedad, al borde de la vida y la muerte, pero aún sigue tratando de descubrir los oscuros secretos del hospital.
En otra parte, uno de los actores usuales de von Trier, el difunto Ernst-Hugo Järegård, regresaba como el malévolo Doctor Helmer, quien se convierte en una figura aun más preponderante en la evolución narrativa cuando el Doctor Moeesgaard se ve obligado a asistir a terapia. Sin embargo, el verdadero tesoro del reparto es Udo Kier, quien no solo retorna como el malvado Aage Krüger, sino también como el hermanito, el bebé deforme de Judith y hermano espiritual de la atormentada Mary Jenson.
Debido a que al menos tres de los actores principales murieron desde la finalización de la segunda parte, la pregunta que siempre ha quedado en el aire es: ¿Alguna vez habrá un final? El último episodio concluye, al igual que el episodio final de la primera parte, con mucho suspenso y demasiadas interrogantes. Al parecer, la intención de von Trier era que hubiese una tercera temporada, logrando con ello una verdadera y completa trilogía. Sin embargo, el plan sin duda ha sido descartado debido a la aludida pérdida de actores principales.
Aunque, ninguna de las entregas de la serie ofrece ningún tipo de cierre definitivo, si son capaces de ofrecer una gran cantidad de entretenimiento, con una dirección audaz y atmosférica de von Trier y su asistente Morten Arnfred creando tensión, terror y un ambiente inquietante que complementa. perfectamente los aspectos oscuros de la obra. 
Von Trier reunió a la perfección los aspectos distintivos de sus primeras obras (filtros de color oxidado, una gran cantidad de agua, colores en tonos cobrizos, las situaciones repulsivas y purulentas) con un trabajo de cámara en mano demasiado inquieta, con una estética de falso documental cargada de ironía, con una edición áspera de forma deliberada, alternando viñetas que se combinan entre la sátira y la nausea, y argumentos secundarios a través de frases que es difícil olvidar (como muestra aquella de escoria danesa), personajes obsesivos que se vuelven agradables y la evolución de una historia fuera de toda posible lógica, todo eso es Riget.

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