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Manhunter (1986)


 

Dirección: Michael Mann

Duración: 120 minutos

País: Estados Unidos

Reparto: William Petersen, Kim Greist, Joan Allen, Brian Cox, Dennis Farina, Stephen Lang, Tom Noonan, David Seaman, Benjamin Hendrickson, Michael Talbott, Dan Butler, Michele Shay, Robin Moseley, Paul Perri, Patricia Charbonneau, Bill Cwikoski, Alexandra Neil, Norman Snow, entre otros.

" El agente del FBI Will Graham que se halla emocionalmente marcado pero aun con vida tras su encuentro con el carismático pero desquiciado cerebro criminal el Dr. Hannibal Lecktor, vuelve al campo de acción a regañadientes. Como el psicópata asesino en serie conocido como "Tooth Fairy" sigue suelto y deleitándose en diezmar familias enteras, Graham debe enfrentarse a sus demonios interiores y a Lecktor, su manipulador archienemigo para comprender mejor la caótica mente del metódico asesino. Una vez mas el tiempo corre en contra de Graham que tendrá que emplearse a fondo para resolver este espinoso caso. ¿Podrá descubrir quien es el tal Tooth Fairy antes de la próxima luna llena?"

Sí, aunque parezca mentira, la premiada El silencio de los inocentes no fue la plataforma de lanzamiento de uno de los mayores villanos del cine: el Dr. Hannibal Lecter. De hecho, ya había estado con nosotros desde los años ochenta, aunque en aquella oportunidad en la piel del gran actor Brian Cox. Ahora bien, muchos la suelen tacha de pelicula inferior a los citados inocentes y, de hecho no encaja realmente en lo que es básicamente la llamada trilogía de Hannibal, es decir Inocentes, Hannibal y Dragon Rojo. Sin embargo, eso no significa que sea una mala película.

El hecho de que reconozcamos algunos nombres (en especial el del Dr. Lecter, pero si estás familiarizado con El silencio de los inocentes puede ser que también recuerdes el nombre de Jack Crawford) no significa que se pueda pensar que encaja a la perfección en la versión de Sir Anthony sobre el carismático caníbal. En este caso el aludido Brian Cox nos brinda una visión muy diferente del personaje. Mientras que en Inocentes (aunque deberían ser corderos) Lecter era en términos generales la estrella (sin duda más memorable que la pobre Jodie Foster que no podía competir con Hopkins en cuanto a frases grandiosas y diabólicas se refiere), en Manhunter es una especie de personaje secundario que solo aparece en algunas escenas y que apenas es relevante para la trama.

Lo que me intriga de esta obra es tanto lo que la vuelve atractiva como lo que la convierte en un asunto menos impactante de lo que podría haber sido. Y la causa de todo esto me parece que es el comportamiento estilístico de Michael Mann, es decir su manejo del material original de Thomas Harris como si fuera uno de sus característicos thrillers policiacos masculinos repletos de testosterona. Dicho de otra manera, esta cinta cae bajo el paraguas de otras creaciones suyas como Heat, Thief y Collateral; y observarla de este modo la transforma en una experiencia tan atractiva por la manera en que los elementos truculentos se toman con calma, con ese sabor de procedimiento policial moderno de Mann que contaba de nuevo con el maravilloso policía de la vida real convertido en actor de carácter como medida realista que fue el fallecido Dennis Farina.

Sin embargo también es cierto que el impacto que esta narrativa debería tener se ve empañado por lo que una trilogía posterior ha demostrado en comparación era una visión estrecha de Mann. Porque ahora sabemos que Inocentes, Hannibal e incluso Dragon Rojo recibieron tanta fuerza gracias a personajes tan fascinantes como memorables. En este caso Mann se mantuvo alejado de ellos al poner en primer plano los aspectos técnicos y metódicos de la trama.

Aun así, Manhunter es sin duda un thriller dramático muy eficaz, porque el procedimiento, lo material y la tecnología no son solo parte de la idiosincrasia del director, sino también el enfoque que da a sus personajes. De forma hábil y casi subliminal inyecta a la pelicula un trasfondo de pánico intrínseco, parte de ello se debe a la inferencia tácita de que en su viaje para capturar al diabólico doctor, el planteamiento del detective Graham de ponerse en el lugar de asesinos puede haberle llevado a tener emociones patológicas hacia su propia familia. Este es un elemento que se transmite con delicadeza, un asunto del que Graham no se ha recuperado del todo, un pensamiento sugerido por la naturaleza de su reticencia a salir de su retiro para seguir la pista de un asesino en serie de familias enteras conocido como el Ratón Pérez, un pensamiento que aun persiste a la luz del empeño en un desenlace propio de Hollywood. 

Pero donde el sentido de todo lo reprimido es más evidente en el exterior es en la forma en que el por lo demás apacible Graham siempre parece estar disminuido por la llamativa estructura modernista de la trama y el diseño (que de forma curiosa funciona como si fuese el exterior de un manicomio), así como en la forma en que el ritmo narrativo cambia de forma repentina de largas escenas con el pensativo detective a erupciones de terror y brutalidad.

La historia comienza con un aterrador punto intermedio entre ambas: el movimiento de la cámara acompañado por un ininteligible sintetizador de los años ochenta, sigue el haz de luz de una linterna a través de una casa por completo oscura, sube una escalera y llega al dormitorio donde duerme una pareja. El haz se posa sobre la mujer que se revuelve, se incorpora y mira fijamente a la penetrante luz, tras lo cual la imagen se vuelve oscuridad. Pero la cuestión está clara: esta ha sido la caravana del asesino, que masacrará a estas personas y a sus hijos, aunque también podría ser la fantasía de Graham mientras revive la noche de la carnicería, fijándose en las bitácoras sobre escenas de crimen, y en las líneas de tiza manchadas de sangre. Al final comparten una temible compenetración.

Se que no es justo en absoluto basar las críticas a este filme en una comparación directa con Dragón Rojo, basada en la misma primera novela de Thomas Harris porque entre las dos me parece que Manhunter es sin duda un poco mejor. Vale decir que Dragon forma parte de la serie oficial de películas de Hannibal que explora en profundidad no solo al Dr. Lecter sino la gama emocional de cada personaje, pero la versión de Brett Ratner nos ofrece personajes de escenografía hueca y dista mucho de serle fiel a la naturaleza del retorcido doctor. A su vez lo que convirtió al Hannibal encarnado por Hopkins en una interpretación tan formidable es que tenia la previsión que corresponde a un genio, habiéndose elevado tanto por encima de la conciencia colectiva que apenas puede inquietarse por la visión en comparativa tan negligente e inactiva de la persona común y corriente, incluso la de un famoso y brillante perfilador psicológico del FBI. El trabajo de Ratner acaba con este tema en todos los sentidos, el quehacer de Mann es distinto porque ni aumenta ni disminuye el personaje interpretado por Brian Cox. Se trata de una pelicula parte, interesada en otras cosas.

En realidad, es un cambio que podría denominar casi hasta saludable en el asunto de cotejar el juicio de cada uno hallarse con una visión por completo alejada del característico personaje de Hopkins, que no solo se ha elevado por encima de la conciencia colectiva, sino que ha penetrado muy profundo en ella. Me parece que esta cinta es el ángulo objetivo de todo el universo que conocemos, antes de que Inocentes cambiara todo el paradigma sobre las ominosas creaciones de Harris. De hecho, puede resultar fascinante observar a Cox llevar a Lecter por una trayectoria totalmente distinta (tanto que aquí es Lecktor y no Lecter como es habitual), tanto que Mann parecía estar por completo ignorante de la veta sin explotar que tenia en la palma de sus manos. Es una especie de aquel personaje Mike Yanagita que aparecía en Fargo, un personaje del pasado de la policía protagonista que solo tenia una participación periférica en la acción, pero que funcionaba como un conector temático necesario para un personaje del presente de la misma protagonista. En cualquier caso, el director se centra en la ansiedad y el tormento del cazador más que en su presa psicótica, y con ese enfoque en el voyerismo resulta muy eficaz.

En este relato la espeluznante interpretación de Tom Noonan como el asesino se transforma en un psicópata mas sugerente. Se trata de un alma profundamente atormentada, responsable de actos monstruosos que encuentra la compasión por primera vez en su vida al mismo tiempo que Graham lo persigue sin piedad. Lo que le confiere tanta presencia como un actor de temperamento es el aspecto físico de Noonan, ya que se trata de una imponente amenaza de metro ochenta, otra figura por la que Graham se ve empequeñecido. 

Interpretado por William Petersen, Graham parece reflejar la autoimplicación racional sin reflejos del director. Y parece haber engendrado una pléyade de thrillers cinematográficos y televisivos posteriores que albergan representaciones rotundas casi de culto de los forenses, así como protagonistas solitarios que deambulan solos por escenas de crímenes recientes para zambullirse de cabeza en la molesta animosidad de un sociópata. 

Manhunter abrió el camino a la era de la perspicacia sobre la maldad, tan vital para representarla.

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