Dirección: Andrei Tarkovsky
Duración: 106 minutos
País: Unión Soviética
Elenco: Margarita Terekhova, Filipp Yankovskiy, Ignat Daniltsev, Oleg Yankovskiy, Nikolay Grinko, Alla Demidova, Yuriy Nazarov, Anatoliy Solonitsyn, Larisa Tarkovskaya, Tamara Ogorodnikova, Yuri Sventisov, Tamara Reshetnikova, Innokentiy Smoktunovskiy, Arseniy Tarkovskiy, E. Del Bosque, Ángel Gutiérrez, Tatiana Del Bosque, Teresa Del Bosque, entre otros.
Un hombre reflexiona sobre los fragmentos de su vida a través de recuerdos, sueños y momentos que difuminan los límites entre el pasado y el presente. Sus recuerdos se mueven entre la infancia, la guerra y la edad adulta, evocando la presencia de su madre, su amor perdido y el mundo cambiante que le rodea. Contada a través de tiempos cambiantes e imágenes inquietantes, la película entrelaza poesía, memoria y emoción en un retrato de un alma en busca de sentido y reconciliación.
Muchas películas permiten una respuesta inmediata; mientras las ves se sabe lo efectivas que son, y al final es sencillo sentirse impulsado a escribir o hablar sobre lo que se acaba de ver en la pantalla.
Otras en cambio, requieren que se les dedique tiempo. Supongo que esto se debe a que las obras relevantes en todo el sentido de la palabra estimulan tanto la imaginación de un espectador como yo, que necesita sanar o crecer después de la experiencia y solo entonces evaluar lo que ha sucedido.
Sin duda, cuando se mira esta película, se sabe que está ocurriendo muy particular. Suceden en ella algunas verdaderas sutilezas de la perspectiva, muy dimensionales que se vuelven sorprendentes. Justo cuando has establecido el campo de visión y registrado lo que esperarías ver en el plano, la cámara se mueve de manera inesperada para revelar una realidad completamente insólita o contradictoria.
Aquellos momentos emocionan, pero al mismo tiempo confunden porque en manos menos hábiles, esto sería una excusa para jugar con la narrativa de una manera pretenciosa en niveles superficiales. Solo después de un tiempo se puede evaluar la eficacia con la que esto se ha colado en nuestras mentes.
Ver esta película es como si los recuerdos del pasado volvieran a aflorar desde algún abismo olvidado. Los cielos grises y lluviosos, los gatos lamiendo crema, la luz parpadeante de la lampara de queroseno, los trineos en la colina, el pequeño montón de basura en el bosque, los arboles cubiertos de nieve, los suelos y muebles de madera, los campos azotados por el viento y la valla de troncos.
Todas estas cosas pueden pertenecer a los recuerdos importantes de la infancia de cualquier ser humano. Y sin embargo, Espejo es mucho más que eso.
Para muchos que suelen tenerse por cinéfilos, Espejo es posiblemente la obra más abstracta y poco atractiva de Tarkovsky, ya que no es una historia en el sentido tradicional del concepto, sino más bien un conjunto de imágenes, escenas y pensamientos que a primera vista, parecen tener muy poco en común y que simplemente van y vienen sin una explicación literal que resulte obvia.
Solo después de verla varias veces y comprender lo que Tarkovsky realmente intentaba lograr, uno se da cuenta de que se trata de algo más que un mero conjunto de escenas aleatorias, sino de una obra maestra atemporal y muy relevante que desafía toda explicación. Pero lo intentaré de todos modos. La breve reseña no debe morir jamás.
Primero debo confesar que en lo personal tengo a Tarkovsky en muy alta estima. Desde luego hay muchos directores que considero buenos o muy buenos en el terreno de lo subjetivo (por ejemplo Kieslowski, Fellini, Ozu, Miyazaki y un largo etcétera), pero en el ámbito de aquellos directores que considero genios absolutos se encuentran personajes como Akira Kurosawa; y si lo adivinaron, ahí también se halla Andrei Takovsky.
De manera curiosa, si comparo a los dos nombres que acabo de mencionar, esto de la genialidad se debe a dos razones totalmente diferentes: mientras que admiro a Kurosawa por la forma en que logró perfeccionar el arte de la narración cinematográfica, Tarkovsky merece elogios por querer sacudir al cine de su complaciente aceptación de que las peliculas deben limitarse a contar una historia y poco más.
El espejo es una prueba más de que la obra del director soviético (limitada en cantidad, con solo ocho cintas, pero rica en alcance) establece que el modo narrativo de Hollywood no es la única forma en que el cine puede crear una respuesta emocional en el público.
Por supuesto Tarkovsky no es el único que lo ha hecho a lo largo de la historia del cine (se me vienen a la mente otros nombre como Marker y Greenaway) pero lo que lo distingue de otros directores de cine artistico es que logró llevar este estilo de cine a un nivel que puede describirse como casi perfecto.
Personalmente, interpreto Espejo como la vida de un hombre que pasa ante sus ojos antes de morir, su relación con su esposa y su madre (ambas interpretadas por la misma persona, en un ingenioso movimiento por parte del director), sus hijos, sus amigos, la historia de su tierra natal e incluso su propia infancia.
Sin embargo, el filme está estructurado de modo deliberado de tal manera que puede ser interpretado de forma diferente por cada persona, dependiendo de cómo inscriban sus propios pensamientos y sentimientos personales en la narrativa. Aquí es donde destaca el talento del realizador: ser capaz de crear una obra que no dicta al publico cómo debe sentir manipulándolo a través de la música o la puesta en escena, sino al revés.
En el caso de esta obra, somos nosotros el público quienes dictamos la respuesta emocional que crean las imágenes en la pantalla, y en ultima instancia, eso es lo que la convierte en una obra tan maravillosa y verdaderamente excepcional.
Lo fundamental en este caso es que esta es de manera muy posible otra forma de interpretar el titulo de la película, en el sentido de que ilustra un estilo cinematográfico totalmente reflexivo.
Quienes no estén acostumbrados a un estilo cinematográfico alternativo, de modo muy probable consideren Espejo como una experiencia aburrida o sosa, ya que puede que no se ajuste necesariamente a sus expectativas sobre lo que debe ser el cine.
Sin embargo, sigo considerándola una pelicula imprescindible para todo el cinéfilo que se precie de serlo (no sé si sea apta para el gusto de todo el publico) ya que demuestra que el cine puede ser bello sin seguir de manera obligatoria las reglas que Hollywood ha impuesto al resto de la comunidad cinematográfica y que en realidad, las reglas están para romperse.
En definitiva, Espejo es una pelicula difícil de clasificar. La he visto una y otra vez y sigo teniendo dificultades para comprender en totalidad su estructura. Imágenes poderosas con su propia lógica interna avanza de manera veloz, rozando los limites de la conciencia como los recuerdos de un día perdida de la infancia.
Narrativas complejas siguen a niños y adultos, al pasado y al presente. Imágenes documentales impactantes se intercalan con secuencias oníricas a cámara lenta. La descripción más cercana que se me ocurre es que el espejo es una colección de imágenes, todas relacionadas y todas fundamentales para la experiencia humana.
Una obra destacada, sin duda.

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