El título he de decir que no es de mi propia inspiración, sólo lo "tomé prestado" de una columna de cierto periódico intrascendente, por no llamarle insípido.
Hace un par de horas que fui al cine a observar la película títulada Cartas desde Iwo Jima, dirigida por el vetusto y decrépito Clint Eastwood(que a estas alturas ya no se sabe si es la reconstrucción de una momia suya o es él en realidad) motivo por el cual estoy de peor humor del que tenía antes de ingresar a la sala.
Cuando cerca de 20.000 japoneses y alrededor de 7.000 estadounideses (según las estadísticas) murieron en aquella cruel batalla en el pacífico durante la segunda guerra mundial, se sucedieron una variedad de atrocidades entre la propia raza humana, lo cual yo no cuestiono, ni dudo que no haya acontecido, sin embargo yo no había nacido obviamente, de tal manera que sólo conozco detalles históricos de aquel suceso.
La versión que el anciano Eastwood nos muestra en esta ocasión, es la versión japonesa, lo cual como primera impresión deja muchas interrogantes en el aire, las que se despejan lentamente al irse desarrollando la cinta que fue muy elogiada esta temporada, siendo incluso nominada al Oscar (mierda) por mejor película, director y guión original.
Ahora bien, dicho todo lo anterior, ya puedo comenzar a destrozarla, pero no mucho porque sólo perdería mi tiempo, como lo hice hace algunas horas, viendo una película que dura alrededor de 141 minutos.
Primero, creo que me molesta profundamente que Eastwood haya usado actores japoneses como Ken Watanabe para encumbrar los valores de su país (el de Clint), o más bien dicho los valores que ellos creen que poseen como la valentía y la solidaridad. En la cinta los japoneses iban sufriendo cada vez mas bajas en sus tropas mientras la batalla se desarrollaba y, en lugar de sentirse tristes o acongojados, se sentaban pasivamente en el fondo de un túnel para reconocer las virtudes del enemigo que siempre o en la mayoría de las veces, posee montones de motivos para armar guerras hasta de donde no podría haberlos y esta no fue la excepción.
En segundo lugar, el senil director trata de conmover con escenas donde el sacrificio hace totalmente acto de presencia, es decir, trata de llegar al espectador por el lado de las emociones, lo que a mi particularmente siempre me ha parecido una bajeza. Aunque pude apreciar uno que otro individuo en la sala, derramando unas cuantas lagrimitas por esos hechos tan crueles.
Quizás por esto me pueden tachar de insensible, de duro, incluso de inhumano, no obstante yo creo que hay mejores y variados recursos para tocar fibras profundas en el espectador y el que usa el "abuelo" ya está más que gastado.
Y en tercer y último lugar, detesto a Clint Eastwood de director, lo prefiero como actor; prefiero verlo en algun western de Sergio Leone, demostrando cabalmente sus capacidades histrionicas, no realizando películas al estilo Spielberg. Por eso y muchas cosas más, ya retírate.
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