Caminaba exhausto, la calle oliendo a humedad, con la tristeza haciendo acto de aparición de nuevo en mi vida; hacia solo escasos minutos que me había despedido de ella. Despedirse en cierta forma fue sencillo, no la habíamos pasado tan bien como otras veces en estas últimas semanas, y lo único que deseábamos era volver a casa, para dormir, para escapar de la realidad, de lo que nos había sucedido.
Y seguí caminando, pasé por aquella escuela en la que una noche muy parecida a esta, húmeda y fría, ella me expresó abiertamente que yo no era un amigo mas, que era alguien especial. En ese preciso instante empezó a sonar While You Were Sleeping de Elvis Perkins, una canción que no me gusta, me parece triste, quizás tierna, pero forzada. Y lo forzado me incomoda.
Obligado por la obscuridad de la calle, cambié de acera. Iba con la cabeza agachada, los puños apretados, la confusión invadiendo mi cabeza, la mirada pérdida y de repente ellos. Eran un grupo de adolescentes a pocos metros de mi, en número no rebasaban una decena; incluso había una fémina entre sus filas y muchos de ellos no me superaban en estatura. Sin embargo, seguían siendo mas, más que yo, por lo menos en cantidad.
Continué caminando, no me atreví a provocarlos con la mirada, así que descendí de la acera e inmediatamente uno de los suyos me siguió. Primero me hizo varias seás, parecía que gritaba y yo lo ignoré centrándome en la música que nacía de mis audifonos; a lo que él respondió tomándome fuertemente del hombro y de esa manera consiguió que lo escuchara. Me pidió un cigarro, al recibir una repuesta negativa de mi parte comenzó a amenazarme con llevarse mis cosas si no le daba "diez varos".
Mi primera reacción fue expresarle que no traía dinero, lo que generó que su cólera se incrementara; por ello metí sagazmente mi mano izquierda en el bolsillo y saqué la única moneda de diez pesos que poseía. Ahí se acabó la historia.
Lo que siguió es que los dos nos fuimos. Él satisfecho, yo asustado y triste.
Pero asi es la pinche vida.
Y seguí caminando, pasé por aquella escuela en la que una noche muy parecida a esta, húmeda y fría, ella me expresó abiertamente que yo no era un amigo mas, que era alguien especial. En ese preciso instante empezó a sonar While You Were Sleeping de Elvis Perkins, una canción que no me gusta, me parece triste, quizás tierna, pero forzada. Y lo forzado me incomoda.
Obligado por la obscuridad de la calle, cambié de acera. Iba con la cabeza agachada, los puños apretados, la confusión invadiendo mi cabeza, la mirada pérdida y de repente ellos. Eran un grupo de adolescentes a pocos metros de mi, en número no rebasaban una decena; incluso había una fémina entre sus filas y muchos de ellos no me superaban en estatura. Sin embargo, seguían siendo mas, más que yo, por lo menos en cantidad.
Continué caminando, no me atreví a provocarlos con la mirada, así que descendí de la acera e inmediatamente uno de los suyos me siguió. Primero me hizo varias seás, parecía que gritaba y yo lo ignoré centrándome en la música que nacía de mis audifonos; a lo que él respondió tomándome fuertemente del hombro y de esa manera consiguió que lo escuchara. Me pidió un cigarro, al recibir una repuesta negativa de mi parte comenzó a amenazarme con llevarse mis cosas si no le daba "diez varos".
Mi primera reacción fue expresarle que no traía dinero, lo que generó que su cólera se incrementara; por ello metí sagazmente mi mano izquierda en el bolsillo y saqué la única moneda de diez pesos que poseía. Ahí se acabó la historia.
Lo que siguió es que los dos nos fuimos. Él satisfecho, yo asustado y triste.
Pero asi es la pinche vida.
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