Me siento ¿confundido? ¿desconcertado? ¿turbado? ¿aturdido? ¿desorientado?
Creo que todos esos sinónimos tratan de explicar un concepto, de determinarlo por medio de las letras, pero me parece que todas estas palabras no alcanzan para describir lo que mi cuerpo está manifestando ahora. Y es que, cuando más pensaba en ti, en lo que pudo haber sido y no fue, en las cosas que dije, en las que no, en lo que pude hacer y no hice, en fin, en todos los hechos u omisiones, Te Apareciste Tú. Al dar la vuelta, al cambiar de canción, ahí estabas. Con una mano sostenias un encendedor, con la boca un cigarro; te reconocí por los zapatos que son de un color que refleja lo romántico en ti. No recuerdo que dije cuando te ví, pero fue algo impulsivo, sólo recuerdo que no fue algo agradable, quizá muy concluyente.
Esos momentos en los que nos quedamos de pie, mirando hacia todos los lugares y hacia ninguno fue un momento grandísimo de confusión, tal vez en ese instante comenzó lo ensortijado de este caso. En tus ojos vi reflejada la tristeza, en algún momento quisiste llorar al preguntarte qué hacias en aquel lugar. Yo me volteaba, giraba, no quería mirarte a los ojos porque no quería que tu tristeza me inundara. Al final no lo hizo.
Caminamos y conversamos, como hace mucho no lo haciamos. Realmente todo esto es muy estúpido; jamás entendí que fue lo que provocó que te alejaras de mi, y que es lo que ahora te motiva para regresar conmigo. Bueno, tal vez esto último si lo comprenda, no al 100%.
Me haces pensar en tantas cosas cuando no estás, te conviertes en un acicate para mi imaginación que vuela a lugares encantadores, a la vez extraños. De repente, cuando te dejas ver, cuando haces acto de aparición, brotando de no sé que lugar; me conmueves, me emocionas y gran parte de la apatía que me carazteriza se aplaca. Aunque he de confesar que en un inicio eres como un espectro de otra dimensión, como una visión. Al dar inicio al diálogo, ya no eres tan extraña, eres alguien tan familiar, como un espíritu añejo en mi vida. Nuestras voces suenan, tu perfume me invoca a volver al pasado, a ese que siempre parece tan lejano, sin embargo es evidente que todo se nos olvida cuando estamos juntos. ¡Vaya barbaridades que estoy escribiendo!
Fuimos a un bar, mientras el partido del América discurría en las pantallas del lugar; entre toda esa gente gritando efusivamente, tu me narrabas con una voz tenue una de esas "aventuras" tuyas que generalmente me incomodan. Todavía no logro entender el por qué, pero casi siempre me siento así ante tus relatos. En fin, compartimos un momento cercano, muy íntimo y eso me agrada de cuando volvemos a encontrarnos en el sendero de la vida. No lo conté: bebí cerveza obscura.
Lo único que quiero expresar es que siempre mueves cosas en mi, muy profundas, muy internas, lo cual nadie consigue. Por eso supongo que eres tan especial en mi existencia. La gente no entiende, y yo cada vez me uno más a su incredulidad respecto a nuestra "insólita" relación. Ahora prefiero dejar la puerta abierta, por si vuelves. Ojalá que no ocurra jamás un adiós definitivo. Voy mejorando en eso de las separaciones, sin embargo siento que aún me falta mucho por trabajar en ese sentido. En el camino hacia casa, venía reflexionando en varios aspectos. No sabía de donde habia emergido ese euforía que sentía recorrer todo mi ser; en un primer pensamiento creía que era el alcohol. No fue así, estaba contento por volver a verte. Te extrañé. Después la felicidad se esfumó por un momento.
Espero que no ocurran incidentes como el de hace rato, realmente me asusté y no me gustaría que te ocurriera algo malo. Realmente me preocupo por ti.
Me gustó escuchar tu voz agradeciendome haberte llamado. Fue una voz tierna.
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