Director: Martin Brest
Duración: 126 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Robert De Niro, Charles Grodin, Yaphet Kotto, John Ashton, Dennis Farina, Joe Pantoliano, Richard Foronjy, Robert Miranda, Jack Kehoe, Wendy Phillips, Philip Baker Hall, Tom McCleister, Mary Gillis, John Toles-Bey, Thomas J. Hageboeck, entre otros.
" Un ex policía de Chicago, que se dedica a capturar delincuentes, recibe una oferta de cien mil dólares a cambio de encontrar a un contador que se ha fugado con dinero de la mafia. A primera vista, parece un trabajo sencillo, pero resulta que hay otro cazador de recompensas que busca al mismo individuo."
Que Robert De Niro es uno de los mejores actores de la historia del cine parece que, a estas alturas, ya nadie lo discute. Pero también, dada su cantidad de trabajos (no sabemos si lo hace por placer, porque necesitas grandes sumas de dinero o simplemente es un trabajador compulsivo), es fácilmente reconocible que tiene un puñado de títulos de poca calidad en su exitosa filmografía. Si estableciéramos un ranking, esta cinta estaría en posiciones importantes, en un escalafón medio-alto.
La película no huye de los típicos filmes de la década de los ochenta. Es una cinta sincera, sin altas pretensiones, con la única intención de ofrecer un entretenimiento de calidad, cosa que consigue gracias a sus escenas de acción, dos grandes actores y un guión divertido e ingenioso.
Martin Brest dirigió su propia película de cuates con grandes tintes de Road Movie, en donde un cazador de recompensas debe llevar al contador, que ha robado quince millones de dólares a la mafia, a uno de sus socios para cobrar una recompensa. El problema aparece cuando tanto la mafia como los federales gringos les pisan los talones, los primeros para matar al contador y los otros para detenerlo.
Detrás de este sencillo planteamiento, se esconde todo un abanico de sorpresas y de situaciones de lo más disparatadas y divertidas, donde el viaje de la entrañable pareja se convertirá en toda una odisea, pues su expedición estará plagada de todo tipo de obstáculos que les complicarán mucho las cosas.
La temática de la obra no es ni mucho menos nueva, se ha visto centenares de veces en la década de los ochenta, como en la saga de Lethal Weapon, pero esta cuenta con el aliciente de contar con un buen reparto, ya que la pareja protagonista se gana el afecto del público y está más que divertida, además de las grandes secuencias de acción y unos desternillantes diálogos.
No deja de ser un cóctel donde se mezclan todo tipo de géneros, pero todos están explotados con una envidiable profundidad, contando con un gran dinamismo gracias a las actuaciones de De Niro y de Grodin, pues sin ellos, la cinta de Brest perdería mucho de su carisma. Es exactamente el atractivo dúo que forman dichos interpretes lo que provoca que la película marche por buen camino.
La psicología de los personajes principales adquiere una dimensión distinta al ofrecer al espectador las dos caras de la misma moneda sin recurrir al histrionismo o la exageración. El apelativo de El Duque parece ser más un fondo que un nombre y De Niro encarna sin pretenderlo al ignorante siervo que siempre acompaña a su señor. Sin embargo, más adelante los papeles se invierten de manera divertida y no se cae en la pedantería ni se recrea la trama en ella. Posiblemente, crearan una de las mejores parejas del cine de los ochenta.
Toparse con la humildad hecha cine es encontrar una aguja en un pajar. Estamos ante un producto que no pretende más que entretener, y me repito en este punto porque en toda la extensa filmografía de los ochenta la ampulosidad, la estupidez y lo ordinario reinaron en productos como el que nos muestra esta película.
Hay que aceptarlo, los ochenta han pasado por mérito propio como la peor y más prolífica década de la historia del cine. Y entre tanta podredumbre, en raras ocasiones sorprenden obras como esta, estimable joya de la sencillez, en donde la banda sonora, el humor, las interpretaciones, el ritmo y la estética merecen un análisis más profundo y detallado que el que he aportado aquí. Y es que me parece tan buen que no sé ni cómo explicarme.
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