Director: John Dahl
Duración: 110 minutos
País: Reino Unido/Estados Unidos
Elenco: Linda Fiorentino, Bill Pullman, Michael Raysses, Zack Phifer, Peter Berg, Brien Varady, Dean Norris, Donna Wilson, Mik Scriba, J.T. Walsh, Erik-Anders Nilsson, Patricia R. Caprio, Herb Mitchell, Bill Nunn, Renee Rogers, entre otros.
" Bridget Gregory es una mujer fría y calculadora que huye con un millón de dólares que ella y su marido habían conseguido traficando con medicamentos. En un pequeño pueblo conoce a Mike Swale, un hombre que se enamora perdidamente de ella, pero a Bridget él sólo le interesa como instrumento para librarse definitivamente de su marido y quedarse con el dinero."
Resulta agradable disfrutar de cine negro moderno, dada la escasez de películas de este género en el cine actual, cintas como está se convierten en pequeñas gotas de esperanza, que reavivan aquel espíritu de los años 30 y 40 del que soy un ávido admirador.
Dahl, de igual manera un ferviente admirador del cine negro crea una historia que supone un claro homenaje a Barbara Stanwyck y a Double Indemnity de Billy Wilder. Con la inestimable interpretación de Linda Fiorentino, en el papel protagonista, crea una femme fatal que sostiene toda la esencia de la película. Aparte de una cita propiamente dicha de la "doble indemnización", título de la ya mencionada obra de Wilder, basa todo el argumento en esa peligrosa mujer y en las indemnizaciones por los seguros de vida. Fiorentino aparte de lucir con mucho porte, crea un personaje despiadado, exento de valores, con una habilidad pasmosa para jugar con la voluntad de los hombres que se mueven a su alrededor.
La figura del marido, interpretado por Bill Pullman es al mismo tiempo un personaje muy negro, un doctor que trafica con medicamentos que contienen cocaína. Su interpretación es lúcida y aunque corta, abre y cierra el argumento dejando una historia redonda. Pullman me parece un actor muy apropiado para este papel por el aura de actor independiente que lo acompaña, también por ese tono introspectivo de su actuación y por saber dotar al personaje de cierto aire de 'locura'.
Como ya lo había expresado, la película recupera el papel de mujer fatal, propia del cine negro de los 30 y 40, a la que cede el papel protagonista. Su inteligencia, atractivo personal y afición al sexo, le confieren un enorme poder de seducción y utilización de los hombres de su entorno personal. A éstos, las desgracias no les llegan por mala suerte, sino por las malvadas maniobras de las que son víctimas. Consciente de que la información es poder, busca la que le interesa para mantener bajo control al marido, a los espías que le envía y a su nuevo amante. La intriga se basa en la lucha, de resultados inciertos, entre el marido desesperado y la capacidad de anticipación y reacción de ella. Por otro lado, entre ella y el amante se establece una tensión, tan sutil como feroz, entre la gran personalidad de ella y la arraigada honestidad de él. El drama surge de la desesperación del marido, atrapado sin dinero por prestamistas y de la profunda insatisfacción de Mike al verse reducido al doble papel de objeto de placer y chico de los recados.
La música, alejada de la habitual del cine negro, aporta melodías rítmicas y confortables, interpretadas por una orquesta repleta de metales y percusión. La banda sonora construida por Joseph Vitarelli me parece excelente, ya que utiliza con acierto el género más apropiado para el caso que es el jazz, siendo cálida y agradable, muy en concordancia con la fotografía.
Por otro lado, la fotografía luminosa y colorida, salvo en las escenas nocturnas, hace uso de colores suaves, que contrastan con los tonos oscuros del vestuario de la protagonista. Todo ello en contraposición a la forma clásica del género, de hecho podría señalar que es incluso antagónica. Además no hace ninguna insinuación al expresionismo alemán, que aunque complicado me habría parecido un gran acierto.
En fin, el triunfo de una chica mala, mala, mala. Hago el comentario con una pizca de humor que la película no tiene. Es cine negro de excelente factura de principio a fin, eso sí, con una sobredosis de éxtasis femenino del que resulta tan difícil zafarse como sobrevivir.
Esta mujer más que fatal, gana olímpicamente el juego, su juego, el que ella misma ha creado y aunque todos sufran porque han sido tratados como unos verdaderos trapos, hay que reconocerle mérito. Después de todo, antes de triturarlos, los hizo volar como ninguna otra.
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