Director: Brian De Palma
Duración: 144 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Al Pacino, Sean Penn, Penelope Ann Miller, John Leguizamo, Ingrid Rogers, Luis Guzmán, James Rebhorn, Joseph Siravo, Viggo Mortensen, Richard Foronjy, Jorge Porcel, Frank Minucci, Adrian Pasdar, John Ortiz, Ángel Salazar, entre otros.
" Carlito Brigante, un antiguo traficante de heroína de origen puertorriqueño, sale de la cárcel después de cinco años de reclusión, dispuesto a dejar el tráfico de drogas. Con la ayuda de un abogado cocainómano consigue hacerse socio de un club nocturno e intenta reanudar la relación con su ex-novia, pero no es fácil seguir el buen camino dentro del mundo del crimen."
Por lo general solemos ser bastante condescendientes con las películas de gangsters o de mafiosos. Supongo que la especie humana se siente ancestralmente atraída por el magnetismo fatídico de esas historias que nos cuentan las aventuras y desventuras de seres desarraigados que viven al otro lado. Al margen de la ley.
Cuando veo películas como esta, lo único que me viene a la cabeza es que ojalá a De Palma le cayeran más trabajos así entre manos, pues parece ser que en el terreno del cine de este género se maneja como nadie. Y así lo demuestra cada vez que filma una cinta de estas características, y es que tal vez no consiga superar en la puesta en escena a maestros como Scorsese o Coppola (aunque tenga poco o nada que envidiarles), en todos los demás aspectos se muestra más eficiente y hábil, ya sea por la agilidad que puede llegar a dar a los entramados que desarrolla, por la intensidad narrativa que adquieren en ocasiones sus películas o por saber desarrollar sus proyectos sin llegar a dejar lagunas de por medio, por extensos que estos puedan llegar a ser.
Basada en las novelas del juez Edwin Torres, la obra basa gran parte de su narrativa en un buen guión (que sorprendentemente no cae en demasiados de los abundantes clichés del género) y en algunas secuencias realmente memorables que ya son parte de la historia reciente del cine criminal y donde el director demuestra la efectividad y capacidad para tensar la cuerda que es lo que se espera en esta clase de proyectos. Lo mejor que hay en ella es el cambio de enfoque que ha dado el guión, en esta oportunidad el personaje protagonista desea salir de su actual vida como delincuente tras la experiencia de cinco años de cárcel, la cual es una gran diferencia respecto a Scarface, pues en está es justamente a la inversa. Es muy frecuente comparar esta película con la obra antes mencionada, del mismo realizador y lo cierto es que da la impresión que el propio De Palma propicia las similitudes precisamente para hablarnos del paso del tiempo y cómo han cambiado las cosas.
Tiene aroma de cine clásico de gángsters, de cine negro puro, de los años cuarenta, ya sea por el modo en que profundiza en los personajes y hace hincapié en el drama personal frente a la idiosincrasia mafiosa, o por la historia misma, tan reconocible, la de un delincuente perseguido por su pasado, la de un asesino leal a un código, un malhechor con escrúpulos, que quiere dejarlo, cambiar, que está decidido a vivir su sueño, a convertirse en un hombre decente y tocar el paraíso con las manos, pero al que los demonios de su interior atormentan mientras que los demonios del exterior le obligan a volver a ser lo que siempre ha sido, a sacar lo que lleva dentro y de lo que no puede escapar, un pobre tipo al que las circunstancias condenan a realizar un último trabajo, a pasar una última prueba.
Con cierta timidez busca y encuentra a una antigua novia, Gail, aún hermosa y aún enamorada. Este golpe de suerte lo desespera más: la fortuna no suele ser tan generosa. Asistimos entonces al drama que vive Carlito intentando escapar de su antigua vida, sin quedar con deudas, sin dejar cabos sueltos, y sobre todo, sin perder a Gail. Cada paso, cuidadosamente dado, hacia la luz al final del túnel que se siente tan próxima que desespera. Como el mismo Carlito dice: "Este sueño mío está tan cerca, que casi siento que puedo tocarlo."
Narrada cuidadosamente en primera persona durante los momentos más vibrantes, la película está tan bien contada que es muy fácil identificarse con Carlito. Pronto nos sentimos parte de él (o mejor dicho, una parte de nosotros siente lo que él). Pacino, sobra decirlo, está fabuloso: para verlo en su mejor momento, esta película es ideal. Consistente, convincente y aún así, melancólico y un poco deprimente. Actor de lujo.
Como coprotagonista, Sean Penn está a la altura de las circunstancias. Maniático, obsesivo y al mismo, despreocupado y fiestero. Penelope Ann Miller, muy bella, y su actuación bastante correcta, aunque sin llegar al nivel interpretativo de los otros dos.
En el reparto también figuran John Leguizamo quien tiene un pequeño papel, pero se luce demostrando el buen actor que es, de igual manera el gran Viggo Mortensen, algo más gordo que en la actualidad y Luis Guzmán un conocido de origen puertorriqueño al que hemos visto en multitud de cintas.
De Palma nos ofrece una gran película, sin apenas fisuras y demostrando que más allá de plagios u homenajes, es un cineasta que conoce su oficio. Como lo señalaba en algún punto, De Palma consigue que hagamos una reflexión sobre el paso del tiempo: de los luminosos y optimistas 60 pasamos a los oscuros y pesimistas 70 y de aquellos gangsters que con decisión se hacían con el poder a pecho descubierto a traficantes de poca monta enredados en un ambiente irrespirable y sin futuro.
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