Director: Ang Lee
Duración: 127 minutos
País: Estados Unidos/Taiwán
Elenco: Suraj Sharma, Irrfan Khan, Ayush Tandon, Gautam Belur, Adil Hussain, Tabu, Ayan Khan, Mohd Abbas Khaleeli, Vibish Sivakumar, Rafe Spall, Gérard Depardieu, James Saito, Jun Naito, Andrea Di Stefano, Shravanthi Sainath, entre otros.
" Tras un naufragio en medio del Océano Pacífico, el joven hindú Pi, hijo del dueño de un zoológico que viajaba de la India a Canadá, se encuentra en un bote salvavidas con un único sobreviviente, un tigre de bengala con quien labrará una emocionante, increíble e inesperada relación."
Hablar de Ang Lee, no es sólo hablar de uno de los cineastas más importantes de las últimas décadas, sino posiblemente del más global de todos. El hecho de haberse criado en Estados Unidos, no ha arrancado de él su lado más tradicional cercano a las enseñanzas y la filosofía china, al contrario, le ha permitido usar este contraste de culturas a lo largo de su filmografía para perfeccionar sus obras. Tradiciones versus lo contemporáneo.
Existe una célebre frase china que versa "La mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad del hombre que lo mira". Algo similar ocurre con el séptimo arte, y en general, con cualquier otra manifestación artística. En este caso, para poder disfrutar plenamente esta cinta es necesaria una especial inclinación del espectador hacia el cine fantástico, las fábulas, los cuentos y la magia. Si no es así, a pesar de sus méritos técnicos y visuales, su apreciación puede resultar indigesta y es muy probable que varias de las perlas que esconde su guión pasen desapercibidas, ocultas tras una injusta consideración del largometraje como una narración infantil y falta de sentido. Y es que, a muchos la historia podría parecerles inverosímil aunque fascinante; fantasiosa, pero con mucha veracidad; extraña y exótica, pero a la vez cercana.
Lo que podría denominarse la primera parte de la película sirve para mostrarnos la vida de ese joven hindú, quien parece algo abstraído del mundo, disfrutando de su vida en el zoológico familiar, mostrando su valía en la escuela, encerrado en sus lecturas de Dostoievski y otros autores clásicos, pero que en realidad es un chico alegre, que disfruta de cada pequeño detalle, que posee una mente abierta a todo, a nuevas ideas, nuevas formas de ver el mundo, nuevas religiones y a nuevas pruebas de la existencia de Dios.
Pi es un hombre religioso o un hombre de fe, todo depende de quien lo observe. Pero es un religioso muy singular. Pi es hindú, pero en su afán por encontrar algo que le arraigue al mundo le dé sentido a su vida, estudiará también el cristianismo y el islamismo. Su religión es una mezcla de todas las religiones que se ha ido encontrando en su vida. Las acepta a todas como verdaderas, a pesar de que ellas se aceptan a sí mismas como las únicas verdaderas. Si aceptas una religión como verdadera, no puedes aceptar a otra de la misma forma. O te crees una historia o te crees la otra.
La segunda parte, que comienza con el naufragio del barco que lleva a Pi y a su familia a Canadá y se extiende a través de los tantos y tantos días que sobrevive a bordo de una barca en compañía de nadie más que de un gran tigre de bengala. Cara a cara con Richard Parker, un depredador que actúa por instintos y que al igual que Pi, se preocupará siempre por su supervivencia. La opción de intentar desprenderse del tigre no es viable, pese a que se le presente en más de una ocasión la posibilidad de hacerlo. Pi, cree en la vida y tendrá que sobrevivir por todos los medios junto a ese animal.
Merece una mención especial el diseño del Tigre, que casi parece un animal de verdad. Y no es así, porque se le ha querido dotar de alma. En los momentos en que el Tigre se comporta como el animal salvaje que es, genera miedo y tiene un aspecto muy realista. Sin embargo, en los momentos en que parece comportarse como un humano con emociones, con brillo en los ojos y con gestos en el rostro que parecían tan humanos, casi me daba una mezcla entre disgusto y risa.
Hay muchos aspectos destacados en la cuidada dirección que nos ofrece Ang Lee con su último trabajo. Uno de ellos es la suave técnica narrativa con que se desarrolla la aventura, comparable con las mejores narraciones literarias. Me explico: los escenarios, situaciones y personajes (el que algunos sean animales solo añade un mérito superior al trabajo) son presentados de forma poética y elegante gracias a una puesta en escena medida con tanta precisión y delicadeza (desde la fotografía hasta los ágiles pero contenidos movimientos de cámara) que todo pareciera estar rodeado de una atmósfera literaria, como si se pretendiera evidenciar que el origen del relato se encuentra en una novela y respetar así su carácter esencial.
Sin embargo, la historia de este maravilloso viaje que ambos protagonistas han conseguido superar, no acaba tan fácilmente. La reveladora confesión que se produce en el último acto de la cinta, eleva su significado brindando a todo lo que apreciamos en la pantalla, una sorprendente vuelta de tuerca. Así la obra se convierte en una oda a la imaginación, en un homenaje a la literatura y al cine, y a todas el arte que nos hace sumirnos en un mundo que no es real pero en el que creemos que existe con suma facilidad, aunque crearlo no sea tan sencillo.
Porque finalmente ¿qué historia prefieres? ¿aquella en la que existen unos padres amorosos que con grandes esfuerzos tratan de complacer a sus hijos regalándoles en navidad los juguetes que ellos tanto anhelan? ¿o aquella en donde un anciano gordo ataviado de rojo viajando en un trineo volador reparte juguetes a todos los niños del mundo en una sola noche? La realidad no siempre es tan hermosa, pero hay que afrontarla, no evadirla como hacen muchos "creyentes".
En fin, La vida de Pi, es una piscina en la que todos deberíamos sumergirnos.
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