Director: Tim Burton
Duración: 90 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Paul Reubens, Elizabeth Daily, Mark Holton, Diane Salinger, Judd Omen, Irving Hellman, Monte Landis, Damon Martin, David Glasser, Gregory Brown, Mark Everett, Daryl Keith Roach, Bill Cable, Peter Looney, Starletta DuPois, entre otros.
" Pee-Wee tiene una flamante bicicleta roja y blanca que es la envidia de los niños del barrio, pero, mientras compra un nuevo claxon, alguien se la roba. Empezará entonces a buscarla incansablemente, pero sin éxito, por ello decide visitar a una vidente para que le adivine su paradero, sin embargo la mujer se equivoca y envia a Pee-Wee al Alamo en donde vivirá innumerables aventuras."
Durante los años 80, existió en Estados Unidos un personaje cómico tributo al mimo circense y al bufón de corte. Se hacía llamar artísticamente Pee-Wee Herman, aunque su verdadero nombre era Paul Reubens. Debido quizás al azar y a la singular idiosincrasia norteamericana, este personaje histriónico, de risita boba se convirtió en todo un icono de la niñez y de la juventud de aquel país en la década de los 80.
Es cierto que Tim Burton es (¿o era?) un genial director, pero esta película no es de su mejores obras y sin embargo se ha convertido en una cinta de culto. También es cierto que es una obra de encargo, por lo tanto no se le puede pedir más y sin embargo a mi me agradó bastante. Sabemos que el propio Pee-Wee le pidió a Burton (a quien conocía después de ver sus cortometrajes y colaboraciones con Disney) la dirección de una película donde incluyera muchos de los gags que presentaba en su programa de televisión y de eso se trata básicamente el proyecto: un sinfín de chistes entrelazados en una historia simple y sin mayores pretensiones que el mero lucimiento de Pee-Wee.
Como sea, en mi punto de vista esta ópera prima de Burton resulta muy prometedora debido en gran medida a esa mezcla de comedia e historia surrealista, que en ocasiones se inclina a lo infantil y otras a la interpretación psicológica. Para empezar, utiliza (y hasta cierto punto crea) un personaje singular y único en su filmografía que a la vez contiene algunas de las constantes de esta, confeccionando un auténtico forastero en ella , que a pesar de ser medio idiota y casi insoportable, uno termina queriéndolo, sin duda.
El inicio de la cinta, es toda una declaración de principios, ya que nos introduce en el mundo de Pee-Wee y vamos hasta la intimidad de su propia habitación e inmediatamente después en el resto de la casa; ahí todo es una especie de micromundo aislado del resto de la humanidad y nos damos cuenta que Pee-Wee es un niño grande que vive en una casa en la que cada elemento puede suponer una grata sorpresa.
Máquinas que realizan todas las tareas domesticas, gusto por la fantasía, un barrio residencial monótono en el que su residencia es la única diferente. Este aspecto remonta de inmediato a otra obra de culto de Burton que es Edward Scissorhands.
Esto último me lleva a otro punto a destacar. No sé hasta qué grado Burton estaba interesado en el proyecto o lo aceptó, para empezar. Lo que si está claro es que lo aprovecho para experimentar. Aquí se encuentran muchas escenas salidas sin duda de la cabeza de Burton que emplearía en sus futuras cintas: escenarios y fantasmas de ojos saltones, payasos sonrientes, laborar con personajes "raros" e incomprendidos, e incluso el final de este proyecto que evoca el cierre de uno de sus dramas más celebrados. El futuro cine de Burton salió de aquí, de lo que intentó en esta obra, ya que entendió perfectamente que iba a funcionar en taquilla por la popularidad del personaje
Danny Elfman, compuso una banda sonora maravillosa que aparece durante casi todo el metraje, realizando en este oportunidad su primera incursión en ese campo donde tantas y tantas genialidades nos ha regalado, iniciando de paso su fructífera y holgada colaboración con el propio Burton.
En fin, puedes verla con tranquilidad siempre y cuando saques a relucir tu lado más infantil, porque de lo contrario te aburrirá enormemente. En ese caso, aunque sólo sea por curiosidad, vale la pena apreciar el debut de ese monstruo del celuloide, con toda la atención que requieren las grandes ocasiones. No olvidar que en él Jim Carrey encontró un gran mentor e inspirador para sus "payasadas".
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