Director: Tomas Alfredson
Duración: 127 minutos
País: Francia/Reino Unido/Alemania
Elenco: Mark Strong, John Hurt, Zoltán Mucsi, Péter Kálloy Molnár, Ilona Kassai, Imre Csuja, Gary Oldman, Toby Jones, David Dencik, Ciarán Hinds, Colin Firth, Kathy Burke, Benedict Cumberbatch, Stephen Graham, Arthur Nightingale, entre otros.
" Años 70, en plena Guerra Fría. El fracaso de una misión especial en Hungría provoca un cambio en la cúpula de los servicios secretos británicos. Uno de los defenestrados es el agente George Smiley. Sin embargo, cuando ya se había hecho a la idea de retirarse, le encargan una misión especial: se sospecha que hay un 'topo' infiltrado en la cúpula del Servicio y sólo alguien de afuera puede averiguar quién es."
De esta obra tengo impresiones tanto positivas como negativas. Con una carta de presentación como la de Tomas Alfredson, es imposible no sentirse atraído ante la idea de visionar su segunda película, el paso que podía confirmar su talento como director. Y lo cierto es que en esta cinta sigue demostrando que cuenta con ese aspecto tan importante en la vida: el talento. Con una dirección brillante y uno de los mejores trabajos de aquel año tan escaso, Alfredson nos cuenta una historia de espías de una manera poco habitual. Lejos del estereotipo del thriller de espías con grandes dosis de suspenso, romance y elegancia que caracteriza por ejemplo a la saga de James Bond, el realizador sueco se centra en ese valor humano que es la lealtad. Con una edición compleja, llena de flashbacks y momentos de paranoia, contemplamos un juego realmente inteligente, una buena partida de ajedrez difícil de seguir.
La dirección artística es soberbia, y resultó frustrante su omisión en los Premios de aquel año. Porque sin una guía maestra como la de Alfredson, la fotografía y la excelente puesta en escena no brillarían de la forman en la que lo hacen, brindándole a la cinta una atractiva atmósfera mezcla de intriga y sobriedad. Con una secuencia inicial precedida por un magnifico plano de la capital húngara observamos el inicio de la historia: una escena repleta de tensión que será el desencadenante de la investigación. Secuencias como los flashbacks que incumben a Jim Prideaux, el momento de la conversación en la pista de aterrizaje o o alguna de las finales (anticipada por un agobiante silencio) en la que Smiley se enfrenta a los sospechosos, son memorables. Y también lo es el poético final y la banda sonora del hispano Alberto Iglesias.
No cabe duda de que Gary Oldman es uno de los actores más camaleónicos, capaces, carismáticos y queridos por los amantes del cine. Aquí da una lección con su contenida, sutil e inquietante interpretación de George Smiley, aunque no sé si era tan digna del reconocimiento de la Academia. Oldman está muy bien arropado por uno de los mejores elencos masculinos de los últimos años: un breve pero acertado John Hurt, un ambiguo Benedict Cumberbatch, un imponente Ciaran Hinds, un sentimental Tom Hardy, un destacado Mark Strong y un mesurado Colin Firth brindan todo un recital.
Personajes bien construidos, en especial Smiley. Gracias a pequeños detalles apreciamos su soledad, su desconfianza, lo metódico que es o lo aburrida que es su vida, más allá de su trabajo. Es el personaje más atractivo y el mejor detallado. Sin embargo, no todo son elogios y pese a que el guión tiene un buen nivel, la trama es muy densa. Los flashbacks y algunas escenas intercaladas que aparentemente no tienen ninguna importancia, pero que al final ayudan a la construcción de los personajes llegan a despistar a cualquiera. Una trama complicada y lenta, si bien hacia el cierre todo se puede ver claramente, es fácil perderse y por esas razones no le gustará a todo el mundo. Además (esa puede ser su gran debilidad) la historia no entusiasma, está llevada de manera adecuada, pero genera gran desinterés e incluso a muchos podrá parecerles enormemente fría.
Nunca había tenido la oportunidad de ver una cinta en donde personajes e infinidad de nombres desfilan por una pantalla, entrando y saliendo de escena, y a los que se nombra en un momento por el nombre, en otro por el apellido y finalmente por el apodo. Para cuando uno como espectador logra habituarse a cada personaje ya han transcurrido más de una hora de metraje y comprende poco de lo que está pasando.
Lamentablemente es probable que cuando aparezca la palabra Fin se esté tan mareado y desconcertado, que no se sepa si aplaudir o inmediatamente buscar sinopsis ejemplares de que se trata todo esto.
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