Director: Bob Fosse
Duración: 123 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Roy Scheider, Jessica Lange, Leland Palmer, Ann Reinking, Cliff Gorman, Ben Vereen, Erzsebet Foldi, Michael Tolan, Max Wright, William LeMassena, Irene Kane, Deborah Geffner, Kathryn Doby, Anthony Holland, Robert Hitt, entre otros.
" Joe Gideon es un implacable coreógrafo en este musical poco convencional que retrata la dureza, el esplendor y la decadencia de las personas del mundo del espectáculo, a quienes el triunfo les niega la posibilidad de otros afectos. Un drama que retrata la otra cara del show, lo que ocurre entre bastidores."
Cualquier concepto crítico es en sí mismo un acercamiento subjetivo a un objeto observado. Comunicarme con algún posible lector dejando mi opinión sobre el que a mi entender es uno de los más logrados musicales del cine moderno es difícil y merece la mayor de las honestidades. Esta obra es simplemente un collage del corazón y la mente de Bob Fosse, un fragmento de una historia alborotada y tal vez no merezca ser analizada, pero lo intentaré.
La acción principal tiene lugar en la ciudad de Nueva York y contiene recuerdos del pasado profesional y personal del protagonista y fantasías atemporales. El protagonista es Joe Gideon, un coreógrafo, escenógrafo y director de cine que ha alcanzado la fama, vive preocupado por la muerte, es fumador, paranoico, mujeriego, bebedor, adicto al trabajo y desconfiado. Le gusta vestir de negro y trabajar al límite.
La narración se desarrolla mediante un largo flashback que reúne memorias del pasado, impresiones del presente y alucinaciones del protagonista. El punto de vista se presenta distorsionado, alterado e incluso modificado por el estado de aturdimiento del personaje. El relato combina realidad, fantasía, subjetividad y autocrítica. Su justificación responde al deseo de Gideon de revisar los hechos más importantes que han sido puntos de referencia en su vida de éxitos y fracasos. La narración expone sus opiniones, inquietudes, ambiciones, deseos, frustraciones y afectos. Algunos críticos consideran que en el juego de elementos inconscientes, alucinatorios, fantasiosos y siempre incompletos, fragmentarios y confusos, existen paralelismos con 8½ de Fellini. E incluso dentro de esas ensoñaciones se toma la molestia de dedicar un guiño de simpatía a Stanley Kubrick.
Uno entiende "It's showtime, folks" , frase que Gideon se repite todas las mañanas frente al espejo, de manera instintiva. Y probablemente sea de esa forma porque algunos hemos tenido una existencia más o menos agitada como la del director musical, luego entonces en el horario matutino había que usar alguna sustancia (gotas para los ojos, pastillas, cigarrillos, café) para volver a la realidad. Porque si así no sucede, jamás sucederá.
Me queda claro que el éxito rotundo de la cinta no fue ni será proporcional al entendimiento de la misma. Es definitivo y queda de manifiesto secuencia tras secuencia que al director poco le importó ese asunto y no hay más que expresar. ¿O es que se le puede explicar a un desconocido la fuerza emocional, o la belleza abstracta o la formidable poesía del número final de esta obra?
No. En la cinematografía, algunas veces el concepto de arte está sujeto a la necesidad imperiosa de acuchillarse el alma para poder conseguir llegar a lo más profundo, a su vez maravilloso y también miserable para terminar descubriendo que no existe adjetivo que aclare ese concepto tan básico que denominamos "vida", y ese otro que nos intriga tanto a algunas personas que por ignorancia existencial llamamos "muerte". Entre ambos términos, aunque resulte imposible creerlo, se encuentra esta película.
Su creador la estructura en cuatro movimientos que podría citar como el esqueleto de la obra. La honestidad genuina debe ser una de una de sus grandes fortalezas, ya que el director nos desnuda su alma para que observemos su peculiar opinión sobre temas tan dispares como el amor, las obsesiones, la angustia, la ira y claro, todo aquello que no logro definir puesto que minuto a minuto se convierten en el alma de Fosse, algo que se puede ver pero no tocar.
Finalmente, dejemos abierto el hecho de que está en cada uno de nosotros aceptar sus tesis sobre los grises del comportamiento humano, en particular el de los artistas y nos encontramos completamente libres para no considerarlas relevantes. Aunque ese no sea mi caso.
Cualquier argumentación que realizar sobre esta obra me convertiría en un necio. Es mejor ver la película que seguir leyendo.
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