Director: Spike Jonze
Duración: 126 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Joaquin Phoenix, Lynn Adrianna, Lisa Renee Pitts, Gabe Gomez, Chris Pratt, Artt Butler, May Lindstrom, Rooney Mara, Bill Hader, Kristen Wiig, Brian Johnson, Scarlett Johansson, Amy Adams, Matt Letscher, Spike Jonze, entre otros.
"En un futuro cercano, Theodore Twombly, un escritor solitario de cartas para un sitio de Internet consigue un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial y diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para sorpresa de Theodore, se crea una relación romántica entre él y la voz femenina de este sistema operativo."
Spike Jonze puede ser muchas cosas, pero antes que todo es un cineasta único. Asociado en sus dos primeros trabajos a Charlie Kaufman, con quien creó las notables Being John Malkovich y Adaptation, su independencia creativa confirmó su talento no sólo tras la cámara sino también metiendo mano en el guión.
Casi cinco años han pasado desde que la magnífica Where the Wild Thing Are su ultima producción llegara a los cines, pero la espera por fin ha terminado. Y permítanme adelantarme, la espera ha valido muchísimo la pena, porque esta obra de Jonze es una pequeña maravilla que, en la linea de otro proyecto suyo parte de una idea muy peculiar que consigue elevarse y ganar fuerza a medida que transcurren los minutos. Así lo que podría ser simplemente una pequeña anécdota, un diminuto pie de página, adquiere una forma completa en calidad de milagro de la imaginación, y del talento en la confección de una obra cinematográfica de Jonze.
Habrá quien señale que esta creación de Jonze no es una película, que es algo mucho más importante que eso. Que es un experimento social que aborda al ser humano y al mundo repleto de tecnología en el que vive actualmente. Y es muy probable que así sea. En pocas palabras la tecnología se está convirtiendo en una parte indispensable de nuestras existencias, a tal grado que como ocurre en esta obra, nos debería hacer cuestionar hasta qué punto la dominamos nosotros o nos domina ella.
Jonze se saca de la chistera una idea interesante para convertirla en uno de los mejores guiones del cine reciente. De una manera muy original e inteligente nos habla del amor y el desamor. Sin embargo, estos temas son solo la superficie de lo que finalmente va a explorar a lo largo del metraje. El realmente desea adentrarse mucho más lejos, mucho más profundo. Su verdadero objetivo es medir la capacidad sensorial del ser humano (y de lo que no lo es) y presentar como este va evolucionando en su entorno y exponiendo los cambios que en él se producen.
La historia nos presenta a Theodore Twombly, un hombre solitario que trabaja en una empresa cuyo propósito es la realización de cartas de amor que algunas personas desean enviar a sus seres queridos y que se acaba de separar recientemente de su esposa. Un día, el referido Theodore descubre el lanzamiento de un nuevo sistema operativo, basado en Inteligencia Artificial obviamente más inteligente que el anterior y que cuenta con la capacidad de evolucionar y aprender a través de las experiencias. Es así, como el protagonista conoce a Samantha, la voz femenina del sistema, interpretada de manera sencillamente perfecta por Scarlett Johansson, hasta el punto de conseguir que se transmitan realmente la mayoría de las emociones que podrían existir en una relación de pareja entre dos seres humanos. No la vemos, pero genera la sensación de que realmente se encuentra ahí. Su preciosa, sugerente y sexy voz provocan que nos la imaginemos a cada momento. Una certera metáfora de lo que es real y lo que no lo es. Porque no hay que olvidar que estamos hablando de una relación romántica improbable, sí, pero en este caso se vuelve completamente creíble.
Es en ese sentido que el director consigue proyectar en un futuro que parece muy cercano una historia de amor entre un hombre y una máquina, una historia que no parecer ser muy diferente a las que ya existen y que nos obliga a ver el mundo de una manera distinta. En teoría el mundo en el que vivimos, ese que casi esta monopolizado por la tecnología, nos hace creer que se trata de un futuro bastante próximo. Ante esto, cabría en su totalidad plantearse una simple reflexión, habría que preguntarnos si la tecnología fomenta la soledad o si en verdad ayuda a superarla.
En este caso, después de verla aparecieron en mi mente distintas ideas. En primer lugar, pareciera que todos deseamos estar en la mente de alguien más, en sus recuerdos y que de todo ello vayan surgiendo emociones al interior de nosotros, todos deseamos ser amados. Sin embargo, pareciera que esa clase de experiencias no solo nos las puede generar una inteligencia humana, sino también una artificial, al final de cuentas lo realmente importante es como nos sentimos por la forma en que ve las cosas el otro, en su influencia en nosotros, en sus actos, en su comportamiento con nosotros y con los demás. Pareciera que Jonze nos asegura que no hace falta un cuerpo para transmitir y recibir emociones. Podría resumirse todo ello, en que si te hace sentir, entonces es real. Por eso, de igual manera la gente se enamora a través del Internet.
Joaquin Phoenix alcanza elevaciones de hombre colmado de ternura, una de las mejores interpretaciones de su dilatada carrera. Cambia las caras de malvado y algunos registros de algunas actuaciones suyas de hombre desconsolado por otras en donde solo existe la dulzura, la delicadeza y por eso alguien le comenta atinadamente que en su interior existe una mujer. Simplemente extraordinario. Aunque no deje de ser inusual verlo con ese bigote y esos lentes que esconden una genuina mirada introvertida.
Como sea, antes de que esto empiece a parecer una carta de amor fervorosa escrita por un fanático, me gustaría anunciar con alegría que he disfrutado mucho observar esta cinta, lo cual casi es digno de estar a la altura de un milagro como cinéfilo. Es raro encontrarse a estas alturas con obras que me emocionen así, porque existen ciertas películas que son aplaudidas una y otra vez por las mismas razones, todas merecidas. Sin embargo como espectadores solo ensalzamos las cualidades técnicas de las obras y muchas veces nos olvidamos de lo que estas nos transmiten.
En fin, no lo dudes, tienes que verla.
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