Director: Lasse Hallström
Duración: 93 minutos
País: Estados Unidos/Reino Unido
Reparto: Richard Gere, Joan Allen, Cary-Hiroyuki Tagawa, Sarah Roemer, Jason Alexander, Erick Avari, Davenia McFadden, Robbie Sublett, Kevin DeCoste, Rob Degnan, Tora Hallstrom, Donna Sorbello, Frank S. Aronson, Troy Doherty, Ian Sherman, entre otros.
" Parker Wilson, un profesor universitario que da clases de música, recoge un día a un perro de origen japonés y raza Akita, al que encuentra abandonado en una estación. Como nadie lo reclama, se lo lleva a su casa. Parker va descubriendo entonces los entrañables lazos que pueden unir a una persona y a un animal. "
Remake de la película japonesa "Hachiko monogatari" de 1987, dirigida por Seijiro Koyama y basada en la historia real de un perro tan fiel a su dueño que iba todos los días a esperarlo a la estación. Actualmente, en dicha estación, existe una estatua de bronce erigida en su honor.
No soy una persona enferma por lo sentimental y no me gustan los chistes fáciles, para eso prefiero el cine de ciencia ficción. Yo siempre me burlaba de los llantos de la gente cuando de cine se trataba. Ellos solían responderme que yo era un insensible, que no tenía corazón y cosas por el estilo.
Pero bueno, tal vez esta película sea la prueba perfecta para saber si una persona es sensible o no. Es así de simple. Si la película termina y algún amigo tuyo hace un chiste o unos minutos después está riéndose como un imbécil, esto significa que ese sujeto además de ser un idiota, no ha tenido perro y si lo tuvo, le fue muy mal con él. Y por cierto, también habría que considerar la posibilidad de cambiar de amigos.
No me desagradan completamente esas cintas que buscan conmover al espectador con recursos obviamente emotivos de diversa índole. De hecho, me parece que el cine busca transmitir y contagiar sentimientos y pensamientos. Si alguien estuviera leyendo esto y es una de esas personas que aborrecen las obras cursis, seguramente esta historia no se gane tu simpatía, sin embargo te puede tranquilizar el hecho de saber que está basada en una historia real, en la que lo más esencial de los hechos, no esta manipulado ni lleno de azúcar.
Esta película de Lasse Hallström se inspira en un hecho real acontecido en Tokio entre los años 20 y 30. Cuando esto sucede con cualquier película (que esté basada en un hecho real, no necesariamente en el Tokio de esa época) muchos son los que a la hora de expresarse sobre la obra pierden el pudor y terminan revelando aspectos más o menos fundamentales de su trama, algo que personalmente me irrita y exaspera bastante. En este caso, es tan sencillo como teclear el nombre del perro en Google y la historia nos será descubierta en las milésimas de segundos que tardará en mostrar los resultados. Yo no pienso hacer eso.
La obra en verdad es una tragicomedia, con dos partes aparentemente bien diferenciadas aunque complementarias, y como en la vida misma sus pinceladas se entremezclan para crear un lienzo sólido, real y humano. Ante todo se trata de una adecuada oda al respeto, al amor y a la lealtad. Pero no es la clásica película protagonizada por un perro y sus tonterías (aunque algo de ellas tiene) ni tampoco creo que tenga grandes pretensiones para llegar a todo mundo (incluidos los niños), sino que es una propuesta seria y adulta en la que uno de sus personajes principales adopta la figura de un perro. Y bien que funciona, porque cuando se habla con sinceridad sobre emociones que son genuinas, las lágrimas fluyen igual estén expresados estos mediante animales, pixeles o personas.
Tres son las bases sobre las que se sustenta con acierto la película: un reparto apropiado, un director solvente y un guión conveniente, pero sólido.
De inicio, obviamente el ejemplar de la raza Akita sirve como el alma y motor del relato, que como suele ocurrir en este tipo de producciones ofrece una 'interpretación' totalmente carismática, ganándose la simpatía de la audiencia desde la primera toma. Con Hachi como centro de la acción, su sola presencia no seria estimable sino estuviera convenientemente arropado por un Richard Gere, quien o bien mejora con los años o yo bien le tenían francamente infravalorado. Si a eso le sumamos un elenco de personajes secundarios tan efectos como creíbles, el acierto con el reparto es pleno.
Este ejercicio cinematográfico ni es ni pretende ser una gran película, pero dentro de sus intenciones creo que sus objetivos se ven cumplidos, y aun siendo una obra menor resulta una producción más que correcta y lograda, tan disfrutable como conmovedora. Al fin y al cabo, es un buen ejemplo y una clara muestra de los sentimientos tan básicos ya mencionados: el amor, el respeto y la lealtad. Valores que en los últimos tiempos parecen un tanto desubicados en el mundo actual. Y como no, también es una cinta para aquellos a los que les encanten los perros.
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