Directores: Jerome Robbins y Robert Wise
Duración: 152 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Natalie Wood, Richard Beymer, Russ Tamblyn, Rita Moreno, George Chakiris, Simon Oakland, Ned Glass, William Bramley, Tucker Smith, Tony Mordente, David Winters, Eliot Feld, Bert Michaels, David Bean, Robert Banas, etc.
" Moderna versión de Romeo y Julieta. En el Lado Oeste de Nueva York, un barrio marginal, se disputan la hegemonía dos bandas callejeras: por una parte los sharks quienes son puertorriqueños, y por el otro los jets, de ascendencia europea. El jefe de los primeros es Bernardo, que vive con su hermana María, que acaba de llegar a la ciudad. Una noche, en un baile, coinciden los dos grupos y se desencadenan una serie de eventos desafortunados."
Estamos ante una película que suma cuatro elementos: la música, el romance, el drama y la crítica social. Generalmente se dice que esta película es dos películas al mismo tiempo. Y esto es debido a ser dirigida por dos personas que al parecer no compartían muchos puntos cinematográficos.
La primera de esas películas es la dirigida por el coreógrafo Jerome Robbins (quien se encargó de toda la parte musical); y la segunda película es la dirigida por Robert Wise (quien se encargó de todo el nudo argumental que adapta la historia de Romeo y Julieta).
Por está razón, una de ellas es la parte soberbia; mientras que la otra, resultaría a estas alturas tan empalagosa y ñoña como un merengue con exceso de azúcar. Lo único cierto es que esas dos partes, de existir, se abrazan a la perfección en este musical clásico, pero atípico. Señalo esto porque un género tan meloso y suave como el musical nunca fue el territorio propicio para críticas sociales, y aunque la conocida historia de amor entre Tony y María es el hilo conductor de la película, el auténtico protagonista es todo ese marco violento en el que se desarrolla la propia historia.
Maravillosa escenografía en unas calles solitarias, siempre solitarias, donde los adultos no tienen cabida, de una Nueva York pobre, y sin embargo llena de color. Puertorriqueños y norteamericanos de (ascendencia irlandesa) se disputan su derecho a un trozo de calle, aunque también podría ser a un trozo de cielo, a un poco de paz, a una porción de felicidad. Los Jets y los Sharks son las dos bandas enfrentadas, bandas que desprenden elegancia a cada paso y a cada chasquido de los dedos.
Jóvenes sin futuro, jóvenes desesperados, jóvenes perdidos que encuentran en otros jóvenes una familia que les arrope y les proteja. Se respira la tragedia en el ambiente, y quizá solo a través del dolor aprenderán lo que es la vida.
Un silbido antes de que podamos observar alguna imagen, suena en las bocinas (me imagino que verla en pantalla grande debe ser un deleite); a partir de ese instante, unas imágenes tomadas desde las alturas de la ciudad de Nueva York avanzando hacia barrios más pobres, hasta que la cámara, que no volverá a alzar el vuelo, se queda simplemente a ras de tierra y desde ese altura, con el uso espectacular del famoso cinemascope, desglosa una historia donde la violencia sólo conduce al dolor, a la muerte y al odio.
Una película contradictoria, ya que aquí los bailes son peleas, las peleas son bailes, la inmensidad es intima, las canciones son politica, la oscuridad puede ser agradable y la luz peligrosa, los nativos son inmigrantes, los nativos son inmigrantes y el silencio es también música, tragedia y comedia.
Y con la música el silencio, por eso hay quien asevera que uno de los mayores inventos del cine sonoro fue el silencio. El cine mudo iba casi siempre acompañado de música, y en caso de que no fuera así, no tenía ningún otro sonido compararse y por lo tanto para existir. El silencio es el anuncio de la tragedia, la confirmación de la desgracia. Por eso los instrumentos se callan durante la última escena.
Las dos caras de la moneda en la misma pantalla. Una cinta dura y cursi. Pero debe verse, es realmente imprescindible.
La cinta flaquea, de manera paradójica, en la historia de amor que sobra por completo. El romance me parece lamentable. Lo siento mucho, pero a mi María y Tony me producen una indigestión casi insoportable. Son realmente cursis. Y es que Romeo y Julieta también se enamoran en un minuto, lo que no es excusa para que sus escenas sean empalagosa y molestas hasta el hartazgo.
En cuanto a sus interpretaciones, Natalie Wood cumple con discreción, proyectando pasión y encanto personal, mientras que Richard Breymer entrega un trabajo soso e inexpresivo.
La química entre María y Tony es escasa, reflejo o consecuencia de lo malo que Wood y Breymer seguramente se llevaban lejos de las cámaras. La dualidad de la cinta y la labor discreta e inferior de la pareja protagonista en relación al excelente trabajo de la pareja de reparto, constituye una de las debilidades de la película.
Wood y Breymer no cantaban, por lo que las canciones que debían interpretar se doblaron con las voces de otras personas.
Sea como sea, es una película importante en su género. Estamos ante un musical que te levanta del asiento y que forma ya parte (con justicia) del imaginario colectivo. Que empiece el espectáculo, por favor, que empiece y que no pare.
Comentarios