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Relatos salvajes (2014)



Director: Damián Szifrón

Duración: 122 minutos

País: Argentina/ España

Elenco: Darío Grandinetti, María Marull, Mónica Villa, Rita Cortese, Julieta Zylberberg, César Bordón, Leonardo Sbaraglia, Walter Donado, Ricardo Darín, Nancy Dupláa, Oscar Martínez, María Onetto, Osmar Núñez, Germán de Silva, Erica Rivas, entre otros.

" La película consta de seis episodios que alternan la intriga, la comedia y la violencia. Sus personajes se verán empujados hacia el abismo y hacia el innegable placer de perder el control, cruzando la delgada línea que separa la civilización de la barbarie."

Siempre he defendido, al contrario de lo que muchos piensan, que el odio es necesario. No se si es bueno, pero sí es necesario. Siempre nos han dicho que disfrutar con las desgracias ajenas es de malas personas. Lo admito, soy una mala persona, y a mucho honra. Con esta cinta, he disfrutado como hacía tiempo que no lo hacía viendo una película. La primera vez que la vi, estaba con una enorme sonrisa en el rostro, pero con una sonrisa canalla, como esa que te sale de niño al escupirle o echarle agua a algún peatón desde la ventana de la casa. Y sí, así me quedé de sonriente después de disfrutar de casi dos horas de desgracias y desdichas humanas. Soy muy malo.
Película formada por seis episodios, que aparentemente no tienen nada que ver los unos con los otros, pero lo que si comparten es que en todos se muestra como varias personas comunes y corrientes pierden el control cuando son superadas por las situaciones que les rodean; y de una u otra forma, tienen que recurrir a la violencia más descabellada, sin pensar seriamente en las consecuencias. Ahora bien, el hecho de que una película esté dividida en varias historias inconexas, como es el caso, suele dar como resultado obras irregulares; pero afortunadamente éste no es el caso, ya que se mantiene un alto nivel en casi todo el metraje y la gran agilidad de la acción, junto a la variedad de situaciones, provocan que el espectador permanezca enganchado en todo momento.
No hay mejor experiencia literaria que una buena recopilación de relatos cortos; hay excelentes colecciones del género de ciencia ficción, o de terror, que producen una satisfacción absoluta porque son múltiples píldoras perfectas en si mismas que se suceden y que se leen de forma muy cómoda. Esta cinta, en algún sentido, es el equivalente cinematográfico de ésto, una especie de antología de relatos pero con un humor negro, una ironía y una habilidad para desarrollarlos realmente endiablada.
Damián Szifrón realiza en esta película un espectacular retrato del disgusto y la irritación del hombre moderno a través de seis relatos, independientes entre sí, que tienen como denominador común la ira de una serie de personajes que se sienten agredidos por el mundo y reaccionan de forma salvaje. Como ya lo he mencionado hay toneladas de humor negro y una creatividad desbordante en el guión de Szifrón, que combina el tono de cada historia para que nos sintamos como en una montaña rusa, sin un instante de relajación, enganchados a una acción que va de lo gracioso a lo delirante, de lo cotidiano a lo disparatado, del enojo perfectamente reconocible por un contratiempo habitual en cualquier ciudad, a la reacción más grotesca y de consecuencias más dramáticas.
La película empieza con la venganza de un perdedor, víctima de toda clase de engaños y ataques que lo han hundido emocional y profesionalmente, que reúne en un avión a los causantes de sus desgracias. Le siguen una mesera a la que un perfecto malvado le ha destrozado la vida y que ve la oportunidad de resarcir ese daño al volver a encontrarlo; un ingeniero cuya desgracia familiar y profesional comienza en el momento en el que la grúa se lleva su coche; el acomodado dueño de un Audi que padre la agresión de otro conductor en un camino perdido; un millonario cuya vida cambia completamente el día que su hijo se mete en un problema, del que pretenden aprovecharse un montón de corruptos, y una novia que descubre el engaño de su amado el día de su boda. En cada historia hay un salvaje capaz de descontrolarse cuando la violencia y la frustración que la vida les proporciona les resulta insoportable, y todas ellas están narradas con una precisión y un ritmo impecables, y con interpretaciones ejemplares.
De sus fortalezas podría decirse que es una obra mordaz y atrevida, cuida con esmero cada detalle (como aquel momento impagable en el que vemos al cocinero contando su hazaña a sus compañeros), y está filmada de un modo que se acerca más a Hollywood que al cine independiente. Sin embargo, más allá del humor macabro de unas historias disparatadas, el espectador conectará con la película porque describe situaciones que resultan de algún modo reconocibles o incluso familiares. Cualquiera de nosotros puede reflexionar sobre cómo reaccionaría si estuviera en la piel de los protagonistas de cada historia (incluso, en el caso de Pasternak, habrá quien haya pensando alguna vez en llevar a cabo algo así). No hay una simple crítica a la sociedad occidental, sino a toda la especie humana en general. Por ello, no es casual que en los créditos iniciales se presente a los actores identificándolos con algún animal. 
Este tipo de producciones también suelen tener un problema: si se diferencian demasiado unas historias de otras puede llegar a dar la impresión de que es una recopilación de cortometrajes; en cambio, si todas las partes cuentan con una estructura similar puede resultar demasiado monótono, llegando a causar en el espectador cierta sensación de ya haberlo visto antes (déjà vu). En cambio, la obra del argentino Damián Szifrón, consigue mantenerse en un punto intermedio: todas las obras tienen los suficientes puntos de unión como para formar entre todas estas piezas un todo compacto; y al mismo tiempo cada una de ellas posee la suficiente personalidad para hacerlas únicas, ya que cada una contiene un enfoque, una atmósfera y un ritmo diferente al resto dependiendo de la historia, incluso perteneciendo a géneros cinematográficos distintos.
Pero, si algo tienen en común cada una de las historias que forma esta obra es la maldad continua, y la huida de las medias tintas y de todo lo políticamente correcto; colocándose en el punto opuesto de las llamadas comedias blancas. En ese sentido, la controversia no se encuentra en el uso de la violencia ne sí, ya que en ningún momento el autor parece condenarla, incluso en algunos casos parece que llega a justificarla; pues está no se muestra como una fuerza opresora sino más bien como liberadora de todo aquel que se sienta asfixiado por humillaciones, traiciones, corrupción generalizada, eterna e incompetente burocracia y otros males de la sociedad actual, no solo la argentina, sino la de todo el mundo. Todo ello le brinda cierto carácter antisistema, muy acorde con los tiempos de crisis en los que vivimos. Todo eso, untado con muy buenas dosis de delirante humor negro. Además, lo simpático del asunto es que no se trata de eventos extraordinarios, sino que tomó como punto de partida hechos que a todo el mundo le podrían suceder, pero donde nadie reaccionaría de la misma manera que los protagonistas del relato, ¿o si?
Una obra tan atrevida, como original y necesaria. Una deliciosa grosería que será la delicia de todo aquel que no le aterre lo políticamente incorrecto. Puede que no sea un trabajo redondo, pero se nota que la obra se ha realizado con cuidado y esmero, como muestra la cantidad de brillantes encuadres y planos realmente originales. Por no hablar de la fantástica fotografía, uno de los pilares fundamentales a la hora de dotar a cada pieza de personalidad propia. Y claro está, un fantástico plantel de actores que cumplen a la perfección con sus respectivos papeles. Juntando todo eso se encontrarán las seis historias que conforman esta película, que no dejará indiferente a nadie.

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