Babel (2006)

Director: Alejandro González Iñárritu

Duración: 143 minutos

País: Francia/ Estados Unidos/ México

Elenco: Brad Pitt, Cate Blanchett, Mohamed Akhzam, Peter Wight, Harriet Walter, Trevor Martin, Matyelok Gibbs, Georges Bousquet, Claudine Acs, André Oumansky, Michael Maloney, Dermot Crowley, Lynsey Beauchamp, Shirley Dixon, Robert Fyfe, Alex Jennings, Adriana Barraza, Elle Fanning, Nathan Gamble, Gael García Bernal, Mónica Del Carmen, Barbarella Pardo, Rinko Kikuchi, entre otros.

" La tragedia golpea a una pareja madura que se encuentra de vacaciones en el desierto marroquí, provocando una historia entrelazada que involucra a cuatro familias diferentes."

Me resulta curioso que habiendo hecho un par de alusiones a esta película en algún momento de la historia de este blog, jamás hubiese escrito nada sobre ella. Pero bueno, así son los caminos misteriosos de la vida. Una cinta que en un breve instante de la existencia dejó una profunda huella en mí, con el paso de los años y en un reciente visionado ha cambiado mi forma de valorarla, aunque no del todo.

Pero veamos, después de todo el tiempo que ha transcurrido, me puse a leer una selección de reseñas, lo cual trajo como resultado que es más que evidente que esta película causa mucho desacuerdo y por varias razones: demasiado larga, demasiado pretenciosa, demasiado densa, demasiado oscura, demasiado fragmentada. Y a aquellos a los que nos les produce repulsión, aquellos que intentan ser objetivos con ella encuentran el mismo mensaje en sus imágenes, manifiestan que se trata básicamente de una obra que versa sobre cómo las personas no se comunican. 

Sin embargo, en ese elemento temático, alcanzo a divisar un camino diferente.

En aquel momento, se trataba del tercer filme del director Iñárritu referente a la conexión humana, y la falta de ella, lo cual ocurre entre personas dispares pertenecientes a la gran comunidad que es este mundo. En cierto sentido, tal vez quien dirige y quien escribe (Arriaga) se tomaron en serio aquella idea generalizada de los seis grados de separación (lo cual tiene cierto mérito) e intercalan un ejemplo del efecto mariposa en la vida de tres grupos de personas cuando uno de sus integrantes decide poner a rodar la bola, por así decirlo. Por lo cual, la próxima vez que esté en un boliche, me pondré a meditar al respecto, mientras observo caer todos y cada uno de los pinos.

Sin duda, el título de la cinta rinde homenaje a la historia bíblica de la torre de Babel; y aquel suceso cuenta con muchos ejemplos de personas que se comunican mal y se malinterpretan entre sí. Pero es el subtexto de esta narrativa lo que me parece mucho más convincente a nivel argumental (simplemente porque una película que se trate de cómo las personas no se comunican, no es muy original) dado que el fondo del asunto va más sobre cuestiones como niños que se meten problemas cuando sus padres los ignoran o descuidan, o quien sea que se dedique a su cuidado. Por supuesto, esto es un simple planteamiento y nada más.

Sin embargo, el elemento más incuestionable del filme es que es fue punto de inflexión para el director, en el sentido de que la narrativa no está tan fracturada como la de sus otras creaciones que completaban esta llamada Trilogía de la muerte; por supuesto me refiero a 21 gramos y Amores Perros. En aquellos ejercicios, el espectador requería de mayor esfuerzo que realizar para mantenerse al día con la edición y ordenamiento del pasado, presente y futuro. Entonces, bajo esa perspectiva, habrá quien haya disfrutado más esta película que las anteriores o viceversa.

Ahora veamos, ¿quién es el personaje que ocasiona que la bola se ponga en movimiento?

Bueno, al igual que en las películas antes mencionadas, logramos entrar en la historia mucho después de que sucedió. Aquí nos topamos con un matrimonio que se encuentra en Marruecos, tratando de salvar su matrimonio, la pareja tiene un par de hijos que se localizan en San Diego y están siendo atendidos por su nodriza mexicana. Por otro lado, está el pastor de cabras con dos hijos que habitan en las desoladas montañas de Marruecos, y finalmente conocemos al hombre de negocios japonés que vive en Tokio y que está tratando de salvar la relación con su hija adolescente.

La forma en que esa bola que se ha puesto a rodar con toda la fuerza y con ello termina golpeando metafóricamente hablando a todas esas personas, demuestra cuán bien puede usarse la coincidencia narrativa con muy buenos resultados. Es más, no puedo pensar en otro ejemplo más que oportuno, en el que esta narrativa deba causar algún atisbo de incredulidad: sí, la coincidencia ocurre en la vida cotidiana. De hecho, afirmaría que la casualidad presente en esta cinta sucede con más frecuencia y de maneras más extrañas de lo que realmente sabemos o podemos conocer. De tal manera que mostrar cómo un evento de tal naturaleza pueda suceder requiere de un tiempo considerable para su construcción; y después de dos horas y media de metraje, cualquiera podría pensar que la película es demasiado larga como lo señalé, pero puedo asegurar que cada cuadro vale por sí mismo el tiempo que se ha empleado para fabricarlo. Vamos, que al final el filme posee la misma estructura que sus antecesoras, nada más que en esta oportunidad el escenario en el que acontece el relato es un poco más global por así llamarlo.

Sus grandes cualidades residen también en el apartado técnico, ya que a riesgo de caer en el lugar común la fotografía es digna de aplauso, al igual que la edición, como podría esperarse de una película de Iñárritu. Lo mismo con la impresionante música que estuvo a cargo de Gustavo Santaolalla y que se hizo acreedora de forma más que merecida a un Premio de la Academia. 

En lo que respecta a las actuaciones son destacadas, con menciones especiales para los niños que, me parece están más a cuadro que los adultos. Y con justa razón, ya que esta es una historia sobre la vulnerabilidad de algunos seres en particular, quizá por eso Susan (el personaje de Cate Blanchett) hace énfasis una y otra vez, mientras le suplica a Richard que cuide de los niños, no importando si yace en el suelo de una choza en un remoto pueblo marroquí y se está desangrando cerca de la muerte (herida de forma peculiar por una bala), a cientos de kilómetros del hospital más cercano.

Por el contrario, se podría pensar que la bala es la bola metafórica que tanto he mencionado, pero se estaría equivocado. En realidad, la bola comienza a rodar cuando una persona decide hacerle un cándido regalo a otra, meses antes.

Por lo tanto, cómo y por qué esa bala termina en el cuerpo de Susan, derribándole, y lo que sucede después, forma el núcleo de esta singular narrativa. Se estropearía la experiencia de observar esta película, si contara algún detalle más. Alguna vez fuiste un niño, así que ve esta película si eres capaz de hacerlo. Si también eres padre, creo que deberías darle una oportunidad. Quédate simplemente con eso: debe ser vista y nada más.