Director: Ki-duk Kim
Duración: 88 minutos
País: Corea del Sur / Japón
Elenco: Seung-Yun Lee, Hee Jae, Hyuk-ho Kwon, Jeong-ho Choi, Ju-seok Lee, Mi-suk Lee, Sung-hyuk Moon, Ji-a Park, Jae-yong Jang, Dad-hae Lee, Han Kim, Se-jin Park, Dong-jin Park, Jong-su Lee, Ui-soo Lee, entre otros.
" Un joven dedica su tiempo a irrumpir de manera fugaz en casas vacías para intervenir en las vidas de los residentes, quienes suelen encontrarse de vacaciones por unos cuantos días."
Me parece que fue el crítico francés André Bazin el hombre que escribió alguna vez al tratar de explicar que era el cine, quien dijo que era como una especie de ventana a través de la cual podríamos observar las vidas de los otros, a medida que los eventos y las situaciones se desarrollan dentro del mundo o la realidad del filme en la que viven. De tal manera que, en una parte de su metraje, sobre este singular tema parece girar la historia que nos cuenta esta cinta, antes que se dedique a exponer un relato como tal y que nos ofrezca nuevas ideas acerca de cómo superar nuestros miedos, o cuestiones sobre como encontrar la iluminación dentro del espacio interior y la mente. Como sea, antes de que esta obra alcance dicha etapa, se trata básicamente de una película hermosa (estéticamente hablando) y casi poética que toma los mencionados escritos de Bazin y los traduce de manera impecable para llevarlos a la pantalla.
El protagonista de la historia Tae-Suk es un motociclista (por poco vagabundo) que emplea su tiempo a colgar esos molestos e inútiles volantes en las puertas de las viviendas, por lo que cuando regresa más tarde al lugar y los sigue viendo allí, asume que no hay nadie en la casa o que nadie ha regresado desde que el estuvo en ese punto y resuelve ingresar a cada domicilio vacío con el que se va topando en el camino.
Llegados a este asunto, justo ahí es donde las ideas de Bazin resultan evidentes, ya que esta nueva situación, esta nueva sede en la que Tae-Suk habitará por un efímero lapso de tiempo es tan desconocida para él, como lo es para nosotros la audiencia. En ese punto es donde la pantalla actúa como una ventana a un mundo para el espectador por la cual contemplamos a un personaje que esta obteniendo su degustación personal, una ligera probada acerca de lo que es la vida, mientras vive en la casa de otra persona.
Así que, Tae-Suk posee una cantidad limitada de tiempo para vivir una existencia que simplemente no puede tener, al igual que le ocurre a un miembro cualquiera de la audiencia cuando se sienta frente a cualquier pantalla a descubrir una película: se le regala solo un atisbo de lo que es un mundo muy particular, o un universo o un lugar en el que posiblemente jamás podría interactuar; aunque se le brinda la oportunidad de curiosear por medio de una ventana durante dos horas (o la duración que sea de la película) durante las cuales formará parte de ese espacio tan exclusivo. Los mejores ejemplos de este planteamiento son las producciones de Star Wars, ejercicios fílmicos en los cuales las personas se sumergen tanto en un cosmos ficticio a niveles descabellados que terminan por asistir a toda clase de convenciones alrededor de la cinta, o se visten como personajes de la propia película en cada estreno y generalmente suelen formar una base de admiradores completamente entusiasta de la obra en cuestión. O tal vez no, tal vez solo se trate de unos cuantos tarados fanatizados e intransigentes, que carecen de una vida propia. Pero ese es otro tema, uno que probablemente merecería su correspondiente reseña
Sin embargo, este filme es muy diferente a toda esa clase de productos, y está tan alejado de ellos que reconoce este tipo de escritura y para ello resuelve colocar a su audiencia dentro de un personaje al que se tiene acceso por una ventana directa, pero bien cronometrada, en un entorno en el que no se percibirá probablemente separación alguna. Por lo cual, en cierto sentido, esta obra es la forma más artística de escapismo que pueda existir, incluso al estar viéndola en la más absoluta holgura en nuestras casas, se puede llegar a tener la sensación de que de cualquier modo bien podemos sentirnos conectados con el protagonista.
Por otro lado, el filme como ya lo he citado, adopta una estética totalmente artística para su hora de apertura. Su enfoque dirigido a tomas nebulosas que posteriormente se vuelven absolutamente nítidas, con encuadres adecuados a cada secuencia, funcionan de manera perfecta a medida que cualquier miembro del público que no sea coreano pueda apreciar una casa típica de ese país. Dicho enfoque suele funcionar mejor cuando se emplea en el nombrado cine extranjero, del cual podría aludir a ejemplos como el cine argentino o películas africanas que suelen mostrar las vidas en sus aldeas.
No obstante, el director sabe lo que está haciendo con su creación y se aleja de este pasaje de probabilidades y conjeturas cuando presenta, pero sin desplegar de inmediato al personaje femenino de Sun-Hwa. Luego de tropezar casi por accidente con ella, después de estudiarla algunos minutos parece que esa mujer recientemente ha sido golpeada con severidad y todos los dedos inquisidores apuntan hacia el marido. Y también se puede leer la reacción inmediata que guarda después de hallar a Tae-Suk al interior de su casa. Al principio, ella solo se esconde y lo observa a la distancia, sin pensar nunca en pedir ayuda, ni en llamar a la policía. Es precisamente esta respuesta de no llamar a nadie o básicamente hacer lo contrario de lo que se esperaría en una situación como esa, la que tal vez sugiere desesperación o el efecto de que simplemente no tiene nada que perder, incluso si hay una probabilidad de que ese extraño sea un tipo peligroso. Como resultado, una peculiar semilla con toda clase de interrogantes se planta en nuestras mentes con relación a tan misterioso personaje femenino. En resumen, la mujer se halla a mitad de plena crisis, una situación terrible y suponemos que todo lo que se le presente en forma de cambio debe ser positivo para ella.
Pero, cuando el filme decide moverse de forma definitiva hacia el reino de la narrativa con todos los recursos posibles, las cosas que estaban sucediendo comienzan a volverse más interesantes de lo que habíamos sospechado.
A través de ciertos eventos, logramos advertir que ambos jóvenes terminan realizando juntos lo que el suele hacer solo durante todo el día. Su relación no es de naturaleza verbal y tampoco es un asunto cuyas motivaciones sean la lujuria o el amor, sino que se trata de un simple reconocimiento de que ambas partes realmente no tiene a dónde ir, no tienen nada que hacer y, ciertamente, por el lado de Sun-Hwa no hay nada especial en su existencia a lo que quisiera volver.
Ahora bien, en la película existen ejemplos frecuentes en distintas secuencias de estatuas desnudas, situadas en caminos o jardines, lo que bien podría ser una referencia al planteamiento inicial que implicaba las moradas en las que nosotros como público, y Tae-Suk como personaje, estamos ingresando de forma voyeurística. Aunque, resulta complejo confiar en una película imaginada en los confines de Asia, con sus creencias budistas y demás convicciones, y solamente se trate en ese sentido de incorporar con solvencia, todos aquellos temas relacionados con la iluminación interior y cuestiones ligadas con derrotar a los demonios internos que todos cargamos.
Cuando Tae-Suk termina en una posición en la que se ve inmovilizado por una fuerza terriblemente poderosa, logra descubrir habilidades que antes no poseía en el arte de escabullirse y utiliza estas nuevas destrezas e ideas para escaparse del sitio donde se encuentra prisionero.
En cierta forma, me parece que el filme también aborda las teorías de ser invisible en la mente, por lo que gracias a tomas subjetivas más adelante cuando el muchacho regresa para visitar las casas en las que se había escabullido, justo después del encarcelamiento puede acceder mientras los propietarios están ahí y es imperceptible para ellos.
Es importante señalar que, lo que más destaca de esta cinta es su ritmo lento y silencioso que a menudo provoca como si nada estuviera sucediendo en la historia, aunque en realidad, muchas cosas ocurren durante esa casi hora y media de metraje. Definitivamente, mientras la observaba pensaba en que para muchas personas su visionado se volvería un lastre; una película con escasos diálogos (en realidad el protagonista no dice una sola palabra y la fémina alrededor de tres) y en la que hay que interpretar diversos cambios de humor y de moral en sus personajes y, como siempre, con este realizador casi todo está oculto bajo la superficie. Por lo tanto, tanto las interpretaciones como la dirección son realmente notables, y solo puede ser motivo de admiración cómo diversas emociones se expresan únicamente a través de gestos en el rostro y toda clase de movimientos.
Como sea, no deseo rebatir mi propia interpretación de las cosas en esta revisión, ya que eso es imposible sin caer en eso que suelen denominar spoilers que resulten innecesarios. Y sin embargo, existe la posibilidad de que ya haya entregado un par o varios de ellos.
Como nota final, me gustaría expresar abiertamente que, si te gusta pensar durante las películas, este filme seguramente te interesará, especialmente si se ha encontrado interesante parte del trabajo anterior del director; pero si se prefiere una acción sin fin en la pantalla, se estará extremadamente decepcionado con este montaje de naturaleza apacible, porque siento decirlo, toda la acción de esta cinta ocurre dentro de la cabeza de cada espectador.
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