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Tsotsi (2005)



Director: Gavin Hood

Duración: 94 minutos

País: Reino Unido / Sudáfrica

Elenco: Presley Chweneyagae, Terry Pheto, Kenneth Nkosi, Mothusi Magano, Zenzo Ngqobe, Zola, Rapulana Seiphemo, Nambitha Mpumlwana, Nonthuthu Sibisi, Ntuthuko Sibisi, Jerry Mofokeng, Ian Roberts, Percy Matsemela, Thembi Nyandeni, Owen Sejake, entre otros.

" Seis días en la violenta vida de un joven llamado Tsotsi que habita en Johannesburgo y es líder de una peligrosa pandilla."

Es bastante probable que esta sea una de esas películas extranjeras sobre la cual un gran número de gente haya escuchado hablar, ya que en su momento obtuvo una gran cantidad de premios alrededor de todo el mundo, incluido el Oscar en la subestimada categoría de mejor película en lengua extranjera. Así que, siguiendo con la travesía irregular que habían dejado anteriores obras que se habian acreedoras a dicho premio tan peculiares como La Haine o City of God, este filme también se centra en narrarnos las vidas de jóvenes marginados y que al mismo tiempo son integrantes de pandillas que luchan por alcanzar la supervivencia, el respeto y la decencia. Dicho con otras palabras y a manera de resumen, se trata de una historia de redención, en medio de la pobreza más desmoralizadora, que en esta ocasión se halla ubicada en una poblado de Soweto. 
Cabe mencionar que la película está basada en la novela de Athol Fugard, la cual detalla la historia de un adolescente que ha entregado su pasado y su futuro al basurero en donde habita y al cual solo se le conoce por el mote de Tsotsi, que en términos generales se traduciría como matón o rufián; es decir toda aquella persona que lleva una vida comprometida con el crimen y la violencia.
En los primeros minutos, el pandillero junto con tres rateros de poca monta, asalta a un ejecutivo de edad madura en un tren. En el curso del robo, Tsotsi apuñala y mata al hombre. De vuelta en el suburbio donde vive, los remordimientos asaltan a un miembro de la banda, pero Tsotsi lo desprecia por su debilidad y en consecuencia, le regala una paliza. Más tarde, el protagonista que ahora trabaja solo, secuestra el coche de una mujer rica, y de paso la hiere. Tras escapar, Tsotsi descubre que el bebé de la mujer está en el coche.
Entonces, el joven granuja determina llevarlo con él de vuelta a su choza, donde sus intentos fallidos por cuidar al niño lo obligan a buscar a una mujer que reside en la localidad que recientemente acaba de dar a luz. Ya estando en el lugar con pistola en mano, Tsotsi forza a la mujer, quien a su vez es víctima de la ilegalidad con la que se convive todos los días en la región, (su esposo ha sido asesinado recientemente), a alimentar al niño. De tal manera que, comprometido con esta epifanía que acaba de experimentar en la que la madre virginal cubre con su manto al nuevo escudero a mitad de pleno infierno urbano, el milagroso hecho desencadena el viaje de Tsotsi para ir desde el borde del tormento, hacia recuperar su identidad que creía perdida y arriesgar todo para devolver al indefenso niño a su adinerada familia.
El actor Presley Chweneyagae (intenta pronunciarlo después de beber unas copas de vino barato español) es el encargado de ser la representación del joven gangster en la pantalla, una interpretación que es al mismo tiempo tanto brillante como inquietante con un breve resplandor en la médula de su trabajo que a menudo sugiere una feminidad subyacente. Por ejemplo, el reemplazo posterior que realiza de su chaqueta de cuero negro habitual por una camisa blanca nítida, justo cuando comienza su travesía hacia la redención me parece un asunto trivial. Sin embargo, aquel momento en que lleva al bebé a la cima de una colina desde donde puede observarse la distante ciudad, mientras en el fondo suena con insistencia un potente coro de gospel cantando con solvencia, los dos se acomodan bajo un árbol y se nos regala uno de los momentos más poderosos del filme: por primera vez apreciamos la belleza en un paisaje que hasta ese instante había sido increíblemente repulsivo.
Como ya lo he mencionado, la banda sonora de esta cinta tendría que destacarse. A principios de los ochenta, se insistía mucho en que debía prestarse atención y oído a la mal llamada música del mundo, de la cual en particular la música africana iba a ser la próxima gran novedad. Supongo que mis propios prejuicios me llevaron en esta ocasión a esperar de la música que iba a emplearse en esta creación una extraña mezcla irreverente entre algo ochentero y la melodía del tema de Tarzán; justo una combinación como todo aquello ligado al continente africano que me sigue sonando un poco cargado de cursilería, ajetreado de formas inesperadas y precisamente algo parecido a toda aquella novedad que se convirtió en poco más que la banda sonora de innumerables cenas ridículas. Muchos años más tarde, en este caso la música africana se ganó un lugar en el escenario mundial debido al uso que se hace a lo largo del metraje del Kwaito, que no es otra cosa que música house combinada con sonidos africanos locales. Sin duda, a pesar de la barrera que suele ser el idioma, el Kwaito goza de ese tipo de actitud arrogante que realmente puede conectarse con audiencias en todo el planeta.
Dicho esto, me gustaría afirmar sin ninguna intención oculta que me ha alegrado haber tenido la oportunidad de ver esta película. Se ofrecen en ella notables interpretaciones en una creación que transmite la brutalidad y la miseria que domina la vida en los suburbios de Johanesburgo, al mismo tiempo que mantiene una cierta esperanza en el espíritu humano, que se resiste a ser aplastado bajo el peso de la miseria. Ojalá hubiera conducido a pastos más verdes a su actor principal, pero después de realizar una pequeña búsqueda por la red, parece ser que no fue el caso y que el escenario no resultó tan alegre. 
Eso si, me queda claro que quien esté buscando en esta obra algo parecido a Ciudad de Dios, se va a llevar una gran desilusión. Es una película que atesora diversas cualidades, pero también mirarla implica que hay precios muy altos que se pagan por la descuidada resolución de algunos de los conflictos que nos presenta. Pudo ser mejor, pero no fue, ese es el corolario de esta breve reseña.

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