Director: Yimou Zhang
Duración: 107 minutos
País: China / Hong Kong
Elenco: Jet Li, Tony Chiu-Wai Leung, Maggie Cheung, Ziyi Zhang, Daoming Chen, Donnie Yen, Zhongyuan Liu, Tianyong Zheng, Yan Qin, Chang Ziao Yang, Yakun Zhang, Ma Wen Hua, Jin Ming, Xu Kuang Hua, Shou Xin Wang.
" Cuando China estaba dividida en siete reinos, al rey Qin intentaron asesinarlo los otros monarcas. Entre los asesinos contratados, los temibles eran Espada Rota, Nieve Volante y Cielo. Qin promete poder, riquezas una audiencia privada a quien consiga vencer a los tres sicarios, pero es una tarea casi imposible. De modo que, cuando el enigmático Sin Nombre llega al palacio con las legendarias armas de los asesinos, el rey se muestra impaciente por oír su historia."
Después de una buena cantidad de años que han transcurrido luego de que está obra fuera lanzada, y luego de haber escuchado tanto sobre el mito aquel que aludía a la película china más cara que jamás se hubiera realizado, finalmente me vuelvo a encontrar con ella y aparece en la pantalla de la ya célebre saleta naranja
Pero veamos, si hubiera que describirla a manera de resumen diría que es una trama que a medida que vuela, aparece una tela de color que transporta una gran cantidad de moralejas y mensajes que descienden sobre el espectador como una suave capa de tela. Es decir, se trata de una cinta que puede fácilmente levantar el ánimo y provocar alguna risa de pura alegría, mientras se contempla maravillado la perfección de la puesta en escena y la cinematografía con las que cuenta. Aunque habría que aclarar, que todo esto se consigue si se permite que el filme te transporte en ese viaje, sin considerar los puntos cuestionables de la trama.
Ahora bien, digamos que la historia está dividida en dos partes que son presentadas por el protagonista un tal Sin Nombre, un completo desconocido que derrotó a tres asesinos mortales, y la que corresponde al Rey Qin, el hombre al que los mencionados asesinos deseaban matar. Así que, Sin Nombre teje frente al Rey su heroica aunque modesta historia sobre cómo acabó con los asesinos, pero el Rey sigue sin estar convencido, dándole vueltas a su propia versión respecto a cómo realmente cree que se desarrollaron los acontecimientos.
El director Yimou Zhang nos lleva a través de la historia del hombre desconocido en primer lugar, revelando y extendiendo las secuencias de batalla, permitiéndoles que se tomen su propio tiempo. En la versión del Rey, ciertas batallas son reexaminadas, lo que resulta notablemente valiente considerando que algunas de ellas son fabricaciones completas del equipo de efectos visuales. En una de esas peleas fantásticas, en un escenario a prueba de fallas, Sin Nombre y otro sujeto al que llaman Cielo, determinan cerrar los ojos y llevar a cabo su lucha dentro de sus propias mentes. A mi juicio, el tiempo en pantalla se desperdicia de manera considerable al mostrar cómo dos personajes deciden contemplar su propia pelea, mientras combatían entre sí en una batalla que nunca ocurrió. Ciertamente toda clase de escenas me parecen confusas, pero tal vez Zhang deseaba que la audiencia se perdiera en el diseño de la trama para que no cuestionara la credibilidad de la mitad de las secuencias de batalla, que constituyen la mayor parte del metraje de la película.
Sin embargo, es complicado razonar sobre estos detalles cuando se vuelven tan insignificantes, si se les coloca al lado de un espectáculo visual de tal magnitud. En otras palabras, la simple belleza presente en las batallas, la suave forma en la que los asesinos flotan y vuelan alrededor de las arenas donde acontecerán sus faenas (que van desde un bosque lleno de árboles de hojas naranjas, u hojas crujientes que caen al suelo como la lluvia, hasta la claridad y la calma de una montaña ubicada junto a un hermoso lago), los vestuarios de los personajes en diferentes etapas de la línea que sigue la historia (rojo para la pasión, verde para la juventud, blanco para la verdad, azul para el amor), o aquellas increíbles escenas que involucran a un gigantesco ejército y que muestran miles de flechas disparadas al cielo para terminar creando una enorme nube negra que desciende justo encima de la cámara. Sí, todos estos elementos se combinan para producir una imagen perfecta e impecable en la pantalla, y cada cuadro se transforma en una estupenda fotografía que me llevó a recordar con una indudable delicadeza por qué el cine es la mejor forma de arte del siglo veinte.
Y, en cuanto al apartado de las interpretaciones, no se pierde en esta belleza como cualquiera podría haber temido. A pesar de la irritante actuación bidimensional de Zhang Ziyi quien da vida a Luna, el resto del elenco realiza trabajos adecuados, especialmente Tony Leung Chiu Wai y Daoming Chen quienes personifican a Espada Rota y al Rey respectivamente. En ese sentido, sus actuaciones son especialmente creíbles, ya que con frecuencia son oprimidos y asfixiados en los recuerdos del personaje del Rey y el protagonista sin nombre, por lo que constantemente necesitan cambiar las formas y los ademanes característicos para reflejar en qué mente se hallan en un determinado momento de la trama.
En lo que respecta al guión diría que permanece en un nivel que consideraría oportuno para esta clase de producciones. En algún sentido destacaría los momentos de claridad que experimentan los guerreros que son transmitidos de forma apropiada al público, e incluso se toma la libertad de enseñarnos algunas perspectivas muy bien documentadas acerca del vacío que produce la guerra, que comunican que para lograr la paz, a veces la guerra es la única opción. Por supuesto, esta clase de mensajes, parecen adecuados para estos tiempos actuales, subrayando cuán antiguos son algunos de los métodos de los que suelen servirse las personas que están al frente de los gobiernos.
Al final, sin duda que la experiencia puede convertirse haciendo uso de algún nivel de optimismo en una que podría puntuarse como hermosa e inspirador. Probablemente todo aquello que le falta a la sustancia de la trama, lo termina compensando con su estructura y su bien elaborado guión. Desde luego que este filme continuó con la dirección trazada y creada en el trabajo de campo por El tigre y el dragón, y es una experiencia que le recomendaría que buscara tener, siempre y cuando esté dispuesto a someterse a lo que la cinta le propone y dejar que lo guíe a través de su universo en sus propios términos.
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