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Tetsuo (1989)



Director: Shinya Tsukamoto

Duración: 67 minutos

País: Japón

Elenco: Tomorô Taguchi, Kei Fujiwara, Nobu Kanaoka, Shinya Tsukamoto, Naomasa Musaka, Renji Ishibashi.

" Un hombre de negocios acaba con la vida de manera accidental de un tal fetichista metálico, quien obtiene su venganza al convertir lentamente al hombre en un grotesco híbrido de carne y metal oxidado."

Si tuviese que hacer una de esas odiosas comparaciones, entre aquellas películas que he visto a lo largo de mi vida que me han cautivado y todas las que aparecen en el otro extremo que no solo me han disgustado (si no que es probable que hasta me hayan casi ofendido), mi experiencia con esta especial obra, fue a su vez bastante peculiar. 
Es decir, no me atrevería a asegurar algo tan temerario como que no desearía haberla visto jamás. Tampoco podría aseverar que el acercamiento que fue su visionado, haya sido una pérdida de tiempo. Sin embargo, más allá de su corta duración (un poco más de una hora), tampoco me atrevería a recomendarsela a cualquier otro ser viviente que resida sobre la faz de la tierra. Por lo menos no, en el corto plazo y seguramente tampoco me arriesgaría a volver a verla nuevamente.
La enrevesada trama comienza luego de que un hombre de negocios atropella a un sujeto que, antes del incidente había decidido insertar una varilla de metal oxidada en su pierna. Por lo cual, el metal comienza a aparecer por todas las partes de su cuerpo, a medida que comienza a mutar en una chocante criatura que en realidad es simplemente un gran trozo de metal.
Cuando la película se despliega con todo su esplendor por primera vez, se obtienen un par de minutos de calma y tranquilidad en los que se muestra a un individuo caminando por un callejón. En ese punto, hay que asegurarse de disfrutar aquellos dos minutos mientras transcurren, porque la cinta no te regala mucho tiempo antes de que se convierta velozmente en una especie de pesadilla sin parar, de ritmo frenético, acompañada de realistas y sangrientas imágenes que siguen a aquellos minutos de silencio. En pocas palabras, es una obra completamente apresurada y no goza de momentos tranquilos o apacibles después de la apertura, en los cuales se pudiera recuperar el aliento perdido. 
Es más, el filme está tan determinado en mantener este ritmo agitado que incluso la escena donde aparecen los créditos, no te da ni tiempo para acomodarte, ni mucho menos para relajarte.
De hecho, realmente aprecio esta clase de ritmo, porque resulta tan inusual, que casi en automático la destaca por encima de cualquier otra cinta que haya visto antes. En otras palabras, le proporcionó al genero de terror una gran sensación de originalidad.
Y con respecto al tema del ritmo vertiginoso, también cuenta con unos inusitados efectos visuales de carácter grotesco para acelerar la película. Desde luego se perciben verosímiles, y se transforma en una exhibición de lo extravagante en primera fila, el tener la ocasión de apreciar el metal combinarse con la carne. 
En cuanto a la sangre en esta cinta, estoy convencido que por lo mostrado en pantalla, sería el sueño inmejorable de todos aquellos fanáticos de las cintas de terror. Sin embargo, la razón principal por la que creo que las imágenes funcionan tan bien en el singular desfile que se hace de ellas, es por el recurso empleado conocido como stop motion del que se dispone en muchas partes de la historia. Esto es, teniendo en cuenta que la estética de la que se vale la película es el blanco y negro, el stop motion le brinda una clase de aspecto de obra clásica y evidentemente antigua. No obstante, dejando de lado este asunto, ser capaz de apreciar este procedimiento en algunas de las escenas, me llevó a preguntarme por qué no se usa con mucha más frecuencia en las películas de terror. Considero que funciona bastante bien como técnica, y que proporcionaría una sensación considerable de innovación si se utilizara en más producciones. 
Sí, una propuesta intrépida: los directores de cine del citado género, deberían reemplazar todos esos efectos generados por computadora, para en su defecto valerse de elementos más prácticos como el stop motion (que en wikipedia leo que se le nombra con poca gracia en castellano como Animación en volumen).
Dicho todo esto, la obra consigue niveles altos en la ejecución de sus elementos tanto en los aspectos visuales como los técnicos. Sin embargo, el director Shinya Tsukamoto se esfuerza tanto por demostrar que es un perfeccionista en los mencionados aspectos, que no deja espacio para nada más en su creación más que para la violencia y la sangre.
Justo cuando me hallaba cerca del final de la película, seguía haciendo preguntas en mi mente como: ¿Cuándo se enfocará en desarrollar un poco de los personajes? y ¿por qué se siente todo el tiempo esa atmósfera como si fuese un gran clímax lleno de acción? 
Dado que el desarrollo del personaje principal es tan reducido, no sentí ningún vinculo emocional con el ni con el resto de los personajes, y por momentos solo dan la impresión de ser cáscaras vacías que luchan por sus vidas. Obviamente que es meritorio que Tsukamoto intentara o pretendiera lograr que esta película alcanzará un valor tanto visual como técnicamente. Por el contrario, como resultado de estas ambiciones, al mismo tiempo, tuvo que verse obligado a sacrificar el desarrollo y la profundidad del personaje para mantener el rigor de las excepcionales imágenes y el ritmo frenético que su obra poseen.
Otro problema a considerar que tuve con la cinta, es que ocasionalmente, la trama puede ser un asunto difícil de seguir. Y es que, a menudo se salta de una escena a otra tan rápido que puede ser casi imposible saber dónde comienza la siguiente y que está sucediendo en ella. Aquí no se te permite ni pestañear. Una clara muestra de ello, es una escena confusa que involucra una secuencia onírica. En ella, no se brindaban indicios de que estaba ocurriendo un sueño, y no tenía idea de que lo que vi era una quimera, hasta que lo busqué en línea después de ver la película. Es probable que esa sea una de sus grandes deficiencias, la dirección de Tsukamoto asume que el espectador podrá descubrir todo lo que está pasando, sin facilitar ni una sola pista de lo que está aconteciendo. 
Aunque claro, hay de todo en este valle de confusión: hubo algunas escenas en las que pude descubrir lo que sucedió con poco o ningún problemas, hubo otras en las que me tomó un poco de tiempo entender que había sucedido, y hubo algunas como la aludida secuencia de los sueños que se convirtieron en un perfecto enredo, tan difíciles de comprender. Y por supuesto, se requirió leer un poco de la trama para asimilar que fue lo que realmente sucedió.
A todo esto, se le puede agregar a que hay también un par de escenas que se sienten completamente fuera de lugar, como las que involucran el elemento sexual. Es decir, si tu cuerpo está desfigurándose en metal, no estás teniendo sexo con tu novia. Deberías estar intentando de forma desesperada hacer algo al respecto. Además, en la insólita edición de la que hace uso, en la película se insiste en la aparición de imágenes que dan la impresión de ser un vídeo sexual, en diversas oportunidades. No tengo idea de cuál era el punto de incluir este material, y tampoco tengo idea de qué tenía que ver con la historia que nos cuenta.
En conclusión, sigo teniendo reacciones muy variadas acerca de este filme. Si bien, muchas obras en las que predomina el estilo sobre la sustancia, en general son descartadas y calificadas como basura; en este caso, la creación japonesa detenta un aspecto visual tan destacado que provoca que sea digna de aplauso y que se vuelva tan buena como cualquier otra película de terror de las más originales de los últimos años. 
Es evidente que, las decisiones tomadas en la dirección de Tsukamoto le ayudaron a ser mucho mejor de lo que tendría que haber sido si el aspecto visual hubiera sido menos impresionante. Para su mala fortuna, el aspecto visual no fue suficiente para distraerme de la falta de desarrollo de la trama, de los personajes y también como ya lo mencioné la narrativa fue difícil de seguir en algunas ocasiones.
Como suele decirse, siento que existían dos formas posibles en las que Tsukamoto pudo haber creado esta cinta. La primera de ellas, fue hacerlo de esta manera. La segunda forma era sacrificar el aspecto de la originalidad y la innovación, así como el ritmo frenético para enfocarse y disponer de más tiempo en el desarrollo de otros aspectos que son igual de importantes.
No sé que alternativa habría elegido, pero al menos puedo darle mucho crédito al filme por lograr casi la perfección en el aspecto visual, incluso si el resultado fue que el estilo se ubica por encima de la sustancia.

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