Director: Majid Majidi
Duración: 89 minutos
País: Irán
Elenco: Mohammad Amir Naji, Amir Farrokh Hashemian, Bahare Seddiqi, Nafise Jafar-Mohammadi, Fereshte Sarabandi, Kamal Mirkarimi, Behzad Rafi, Dariush Mokhtari, Mohammad-Hasan Hosseinian, Masume Dair, Kambiz Peykarnegar, Hasan Roohparvari, Abbas-Ali Roomandi, Jafar Seyfollahi, Qolamreza Maleki, entre otros.
" Luego de que un niño pierde el par de zapatos de su hermana que había llevado a reparar, se embarca en una serie de aventuras para encontrarlos. Cuando no puede conseguirlos, intenta una nueva forma de "ganar" un nuevo par."
Esta espléndida película iraní (conocida por estos lares como Niños del cielo o algo cercano) que bien podría ser acompañada de forma perfecta por aquella pieza de Abbas Kiarostami titulada por acá como El Globo Blanco, recuerdan a aquellas grandes películas surgidas de países tan peculiares como lo fue la antigua Checoslovaquia de los años sesenta, principalmente en el modo en que logran plasmar en sus imágenes esas sutilezas, en la manera en que proporcionan esos reflejos bien estudiados de todas aquellas minucias presentes en la vida cotidiana. También ayudan a humanizar una cultura a menudo considera ajena e incluso incomprensible para los ojos occidentales.
Por encima de todo, esta magnifica cinta nos recuerda que el drama genuino no viene dado en forma de extravagantes historias cargadas de múltiples efectos especiales, sino de creaciones que examinan las simplicidades y los temas universales de la existencia humana, tal y como la conocemos. En pocas palabras y a riesgo de sonar petulante, cuando se destila el agua a través de los ojos de un poeta, es cuando se logra eso que solemos llamar Arte.
Pero veamos, este filme disfruta de unas raíces firmemente plantadas en la tradición neorrealista. Es decir, su trama tan simple hace eco no solo de la mencionada obra de Kiarostami, sino también de aquel clásico italiano tan célebre que algunos recordaran llamado El ladrón de bicicletas.
En esta historia, el joven Ali pierde de forma accidental los zapatos de su hermana que recientemente habían sido reparados. A partir de este argumento de enorme simplicidad, el director nos transporta a un fascinante recorrido por la vida en una típica aldea y familia iraníes. Mientras Ali y su hermana planean cómo es posible superar este obstáculo, la película toca cualquier número de temas que son universales: para empezar los estrechos lazos que pueden existir entre dos hermanos tan unidos por un vinculo que poseen en común que es evitar la ira de los padres que es a menudo irracional; de igual forma podemos contemplar a unos padres amorosos y bien intencionados, abrumados con las pruebas que les presenta la vida cotidiana que en muchas ocasiones se ven obligados a actuar de maneras que parecen crueles para los niños que los adoran; así como la mezquina crueldad con la que los niños se pelean entre sí, pero, al mismo tiempo la amabilidad y empatía en general inesperadas con las que también se tratan entre sí. Así es, la naturaleza humana repleta de paradojas.
Por otro lado, una de sus fortalezas es que la obra consigue mantener al público absorto de forma constante en sus acciones y en lo que cuenta en la pantalla, sin recurrir ni una sola vez a una escena que atesore una pizca de maniobras que pudieran calificarse como dignas de incredulidad o que estén próximas al melodrama.
Dirigida de forma majestuosa, haciendo uso de una magnifica banda sonora repleta de intensas resonancias naturalistas, se trata de una película que posee ciertos milagros que se vuelven esplendorosos a la vista, un lirismo atrapado en un atisbo hacia unas pompas de jabón que flotan alrededor de un diminuto patio y que es producido por dos niños abandonados por completo a un breve momento de insondable alegría infantil. En pocas palabras, estamos ante gran drama que en cierto punto su argumento converge de modo insólito en el lugar en el que un zapato se desliza por una alcantarilla de la ciudad con una niña desesperada que corre a cuestas, tratando de alcanzarlo y procurando adivinar alguna señal de su paradero.
En lo que respecta a los actores, niños y adultos por igual, disminuyen la carga dramática de sus roles de una manera tan naturalista que ni siquiera se percibe que estén actuando; la cinta, a través de ellos, se transforma en una especie de tejido mágico de la vida que atrae a la audiencia a su pequeño mundo.
En resumen, una creación que demuestra de forma admirable que las obras de arte con frecuencia surgen de la observación de las preocupaciones en apariencia más frívolas de la vida cotidiana y nos recuerda que esta clase de historias nos proporcionan mucho mayor cantidad de acción dramática que todas aquellas naves espaciales, persecuciones de automóviles a altas velocidades y melodramas con hiperactividad que inundan la pantalla, disfrazados de entretenimiento. Ciertamente, esta película muestra cuán falsa, vacía y carentes de vida son la mayoría de las obras de Hollywood.
No hay que perdersela, es una experiencia muy gratificante.
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