Director: Robert Eggers
Duración: 109 minutos
País: Canadá / Estados Unidos
Elenco: Robert Pattinson, Willem Dafoe, Valeriia Karaman, Logan Hawkes, Kyla Nicolle, Shaun Clarke, Pierre Richard, Preston Hudson, Jeffrey Cruts, entre otros.
" Dos hombres que trabajan en el cuidado de un faro, intentan mantener la cordura mientras habitan en una remota y misteriosa isla de Nueva Inglaterra en la década de 1890."
"Debe palidecer la muerte con un terror agudo. Haz de las cuevas del océano nuestro lecho. Dios que oyes rodar las olas, dígnate de salvar nuestras almas suplicantes."
Siglo XIX, Nueva Inglaterra. Un peñasco aislado envuelto en bandadas de gaviotas. Un imponente faro que ilumina los tempestuosos cielos con su enérgico resplandor, acompañado del sonido de un cuerno que ruge y que continua resonando a través de la lluvia torrencial. Olas rompiendo sobre su costa irregular. Un anciano que se dedica a cuidar el faro y su reciente recluta (supuesto colaborador, más bien sirviente) superan la inexistente población de esta desolada masa de tierra. Dos hombres robustos experimentando un viaje de plena lucha por el poder, por el mando y por el control. De repente, grazna el guardián Wake en medio de una discusión borracha con su protegido Winslow.
¡Dejad que Neptuno te golpee, Winslow! ¡Rugido, dile a nuestro padre el Rey del Mar que se levante de las profundidades lleno de furia! condenando de esa forma a un Winslow que ha enloquecido gradualmente y que se siente cada vez más cercano a una muerte rodeada de supersticiones en donde emergen las almas de los marineros muertos picoteando y alimentarse sólo para ser lamido y tragado por las infinitas aguas del mismísimo Emperador de lo espeluznante, todo ello luego de haber atacado durante sus deberes matutinos a una gaviota , criatura mítica para el alma de un marinero perdido. Invocando el antiguo mito prometeico surgido del propio Prometeo, en el que se crea a la humanidad con arcilla. O el profético dios del océano que sirvió a Poseidón, Proteo, manifestándose en los discursos condenatorios de Wake. Hombre contra deidad. La lucha definitiva por el poder. Después la postura cada vez más maníaca de Winslow, anhelando ser capaz de hallar el deleite con sus propios ojos con la luz de la erguida torre a la que Wake no le permite acercarse, y que aumenta la sensación de hastío que se presenta de modo desenfrenado con nada noche de consumo de alcohol. Por lo cual, la mente se derrite en la locura en medio del claustrofóbico extremo de la desolación. Produciendo con ello intimidad, júbilo y conmiseración.
En algún sentido, el horror surrealista de Eggers es una feroz visión mitológica contemporánea del homoerotismo. Explorando con su obra los idealismos del hombre, proporcionando a través del suceso eso que suele llamarse ahora como masculinidad tóxica al suministro de agua envenenada que termina por llevar a Winslow a refugiarse en el alcohol. Descubriendo las complejidades de la naturaleza humana y la sexualidad por medio de conversaciones meticulosamente orquestadas que fluctúan entre todos los niveles del enfado. El aburrimiento. Mucho más malvado que el diablo. Transforma a los hombres en villanos. Tal vez indicativo de la gradual adopción de la homosexualidad que se considera inmoral, dado el siglo remoto que se otorga a estos individuos. Dos hombres moralmente ambiguos, segregados de la sociedad, en constante familiaridad e intimidad entre sí. En lo que concierne a Winslow especialmente, un hombre sexualmente reprimido mientras practica el onanismo con las visualizaciones de una sirena evocadas en su mente a partir de una ornamentada escultura. Se trata de un duelo por el dominio, donde hay que acceder a la sumisión. Golpearse el uno al otro en forma de convenio, simbolizando el juego previo.
El erotismo entre los dos protagonistas que brota del guión náutico de Eggers sobre dioses y monstruos coincide con la lucha por el poder que encapsula a estos dos hombres en seres primitivos. Deseando controlar el uno al otro. Además, las sorprendentes imágenes viscerales, en particular la toma compuesta de Wake y Winslow adaptando ciertos movimientos como si de una obra de arte se tratase, ayudan a desenterrar las raíces míticas del guión. Desde una perspectiva psicológica, el terror sometido incita a una fijación edípica desde el punto de visya de Winslow, Temiendo y adorando a Wake, no solo como una figura parecida a una deidad, sino como una dinámica paternal. En consecuencia, Winslow se comporta de manera desaforada como si fuese un niño durante aquellas conversaciones acaloradas, recurriendo a menudo a todo tipo de altercados físicos.
Afortunadamente, las formidables actuaciones de Pattinson y Dafoe tal vez establezcan algunas de estas interpretaciones temáticas mencionadas, en lo que sin duda debe ser uno de sus mejores papeles en sus carreras. En el caso de Dafoe, la fuerza que ejerce propia de un huracán, es nada menos que merecedora del toda clase de elogios, una clara muestra del poder gigantesco del experimentado histrión. Un verdadero titán entre los hombres, que suele pasar del pesado dialecto náutico a la ferocidad en cada una de las líneas que expresa a lo largo de la historia. Simplemente incomparable. En lo que respecta a Pattinson casi es capaz de igualar esa habilidad tan dominante en la personificación, pero su acento tambaleante y un murmullo ocasional que diluye la claridad en su dialogo no se lo permitieron. No obstante, esto puede ser un punto de inflexión en su carrera y los gritos distorsionados que surgen a raíz del tono del filme resaltan el estilo de actuación moderado que ha pulido a lo largo de los años, y que en algún momento lo llevará a la aclamación popular.
Por otro lado, la elección de Eggers por una relación de aspecto de la pantalla más estrecha y una estética ortocromática acentúa la fotografía de su época, al tiempo que simboliza la naturaleza reprimida de sus personajes. Equipado con una iluminación que fue implementada de forma meticulosa y un ornamentado diseño de producción, la película se convierte realmente en un buen ejemplo de una clase magistral en la realización cinematográfica en lo que al aspecto técnico se refiere.
Por desgracia, el viaje a través de la marea de este filme de terror psicológico bañado en surrealismo se transforma en un recorrido demasiado sinuoso a lo largo del metraje. En cada momento se tiene la sensación casi apremiante de que seguramente surgiría alguna falla, algún problema, y así fue. Y es que, al igual que sucedía en el ritmo narrativo con su anterior trabajo The Witch, Eggers ofrece un movimiento y una cadencia lenta para permitir con ello que cada detalle golpee al espectador y termine por derribarlo. Por lo cual, la estructura repetitiva en la que aparece Winslow completando sus complicados deberes con una escalada limitada mezcla de demencia y horror durante la primera hora, ejemplificó a la perfección el mismo problema en el eje de sus historias. Es decir, son demasiado pausadas, con un desarrollo escaso desde una perspectiva tanto de los personajes como de la propia temática del relato. Así que, la citada mitología, el aparente homoerotismo y la dinámica lucha por el poder solo se establecieron y fueron puestos sobre la palestra luego de que Winslow de modo inevitable golpeara a aquella gaviota tuerta. Por todo esto, la parte preliminar del primer acto proporciona información insustancial, más allá de situar la lejanía del faro y las tareas recurrentes de Winslow como aparente ayudante. Esencialmente se retiene la iluminación completa narrativa hasta la mitad del camino. Como consecuencia, el director no es capaz de generar la vibración subyacente de pánico que impulsa de manera adecuada el tercer acto. Para ello, pudo haber optado por un enfoque dramático más sencillo, aunque con un tono minimizado gracias al desarrollo superfluo del personaje, en lugar de cautivar de inmediato con una eventual integración surrealista a la trama. Lo cual es, sin lugar a dudas suntuoso a la vista, pero en ultima instancia vacío gracias al mentado enfoque tan monótono de la narrativa.
Al igual que mi dictamen con su primera creación, un trabajo con el que personalmente me sentí desconectado al verlo por primera vez, no estoy seguro de que con este filme mi consideración se ilumine con futuros visionados. Al final, todo resulta tan chocante como lo es un viaje surrealista hacia interpretaciones homoeróticas revueltas con un poco de mitología antigua. Ser capaz de poner el acento en la aptitud de diferenciar el dominio de la sumisión.
Por lo visto, queda más que claro que Eggers posee el talento para implementar en la forma un horror que se vuelve audaz de modo casi exquisito, reforzado por dos excelentes actuaciones, que lamentablemente toma demasiado tiempo para zarpar con destino hacia un mar poderosamente torcido.
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