Director: Hsiao-Hsien Hou
Duración: 142 minutos
País: Taiwán
Elenco: Tien-Lu Li, Giong Lim, Kuei-Chung Cheng, Chien-ru Huang, Liou Hung, Tung-Hsiu Kao, Hei Li, Wenchang Li, Wen-Pin Liu, Ming-Hua Pai, I. Toshiro, Chen-Nan Tsai, Yi-Hua Tsai, Juwie Tzuo, Li-Yin Yang, entre otros.
" El titiritero Li Tian-Lu cuenta la historia de su vida y, a través de ella, la historia de Taiwán en la primera mitad del siglo XX."
Este titiritero es una obra que me había intrigado durante varios años. Compitió en Cannes en 1993, por ello obtuvo toda clase de elogios y es muy apreciada por la crítica y, sin embargo, es prácticamente desconocida para el gran público, excepto para los cinéfilos más dedicados. Habiendo visto algunas de las creaciones de este director de antemano, tenia una idea de lo que me esperaba. Sin embargo, aunque me parece que el estilo del director funcionaba para aquellas cintas, encontré el rígido formalismo en la dirección de Hou tan sofocante hasta el punto en que, francamente, me aburrió bastante su película.
Como película que detalla un período de la historia a través de las experiencias de una familia, esta obra es muy similar a la brillante y muy alemana Heimat. Al utilizar una compañía de actores empleando para ello determinado enfoque narrativo y temático de este argumento, se termina por asemejar a The Travelling players y a otro filme que reseñé hace poco llamado Farewell My Concubine. Aunque en términos estilísticos, no podría estar más alejada de aquellas creaciones. Y es que, a diferencia del drama del personaje de la primera cinta aludida, o el elegante y complicado trabajo de cámara de la segunda o la intensa emoción de la que se dispone en la última, este filme es una obra de un modo muy rígido demasiado formal, impresionante al mirarla, desconcertante si se le pretende entender, y eventualmente la experiencia de observarla se puede volver bastante opresiva.
La narración principal se refiere a la historia del vida del personaje protagonista de la aparente trama, que llega hasta el final de la Segunda Guerra Mundial; dicha semblanza es presentada de manera paralela a la ocupación de su país Taiwán, por el dominador Japón. Intercaladas entre dramatizaciones muy estilizadas y compuestas de su vida se encuentran con apariciones del propio hombre que para entonces ya era un auténtico anciano.
Aunque las otras películas de Hao comparten una estética similar (incluida la interesante A City of Sadness), es la profesión de titiritero la que da forma al aspecto de la cinta. Para ello, el filme realiza elaborados espectáculos de marionetas; y de la misma manera que su pequeño teatro parece una pantalla de cine, la creación de Hao es más que una narrativa fluida una especie de serie de tableaux vivants (para el que no habla el francés una pintura viviente). Además, creo que solo hay dos movimientos de cámara en toda la película. Es decir, cada escena está compuesta de un modo muy elaborado: tanto que la decoración termina por abrumar a los personajes, con masas de pilares enormes, marcos y personalidades que terminan por empequeñecer cualquier individualidad.
Apenas hay primeros planos, y el desorden visual y la sombría iluminación que atraviesa con frecuencia el encuadre es tal, que a menudo es casi imposible distinguir qué personaje es cuál. Por otra parte la dirección permanece demasiado distante y artificial, lo que permite que estos personajes, como ratas en una trampa, se equivoquen ciegamente, incapaces de encontrar una salida.
Pero veamos, cualquier objetividad percibida en este singular estilo es de forma deliberada bastante ilusoria, y está claro que el protagonista no es el único titiritero. En otras palabras, los hilos de Hao rara vez pasan desapercibidos, y detrás de los traumas domésticos y la narrativa típica de una Bildungsroman (o novela de formación) hay una amarga denuncia de los efectos del colonialismo y las rígidas sociedades jerárquicas. De tal manera que gran parte de la trampa del entorno está vinculada a las represiones tradicionales de la vida familiar taiwanesa, con sus absurdos rituales de nomenclatura familiar, honor masculino y matrimonios concertados, que dan rienda suelta la brutalidad doméstica y la corrupción de la decencia.
Por tanto, no es de extrañar que los taiwaneses se transformen en colaboradores tan dispuestos, siendo la gentileza y el anonimato una parte familiar de la vida cotidiana. El maestro de los títeres está profundamente implicado en esto, siendo un miembro prominente y oficialmente valorado por los grupos propagandísticos y culturales. Debo confesar que gran parte de los detalles muy locales y simbólicos de forman vergonzosa me eran completamente ajenos, por lo que de manera obvia me perdí mucho de lo mostrado, y tal vez las obras de Li (extractos que se ofrecen de forma generosa y que resultan atrayentes, los cuales aparecen en puntos cruciales de la película) posean una especie de pronunciamiento oculto que al final el espectador ignorante termina por perderse en su totalidad.
Lo que no se pierde es una notable sensibilidad visual que con frecuencia se expresa por aquellos personajes que no pueden hacerlo. La saga histórica es convincente y la vida del titiritero suele ser conmovedora. Así mismo, el recurso o la técnica centrada en la narración y una fe casi científica en la superstición y la magia, le brindan a la cinta una extraña sensación de realismo mágico. Como sea, la cuestión fundamental radica que en la segunda mitad de la trama, estás lanzando cosas al televisor, solo para que la pantalla se mueva. Como dije una vez Pauline Kael, si se supone que las películas no deben ser entretenidas, ¿Qué se supone que deben ser? ¿tortura? sé cual seria la respuesta de Hou.
En conclusión, este Titiritero se describe mejor como una curiosidad del cine que solo recomendaría a aquellos que son fanáticos del trabajo de Hsiao-Hsien Hou. Es más, es probable que incluso los cinéfilos más entusiastas se aburran a veces de este filme, que sufre en gran medida por las elecciones estilísticas del director. Justo eso y la naturaleza soporífera de los primeros dos tercios de la historia que terminan por apabullar su competencia técnica y la dejan con una calificación bastante mediana.
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