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The Piano (1993)


 

Director: Jane Campion

Duración: 121 minutos

País: Nueva Zelanda / Australia / Francia / Estados Unidos

Elenco: Holly Hunter, Harvey Keitel, Sam Neill, Anna Paquin, Kerry Walker, Geneviève Lemon, Tungia Baker, Ian Mune, Peter Dennett, Te Whatanui Skipwith, Pete Smith, Bruce Allpress, Cliff Curtis, Carla Rupuha, Mahina Tunui, entre otros.

" A mediados del siglo XIX, una mujer que resulta ser muda es enviada a Nueva Zelanda junto con su pequeña hija y su amado piano, para concertar ahí un matrimonio con un rico terrateniente, pero pronto es deseada por un trabajador local de la plantación."

La apasionada y desgarradora historia creada por Jane Campion se convirtió de forma apresurada en una de las cintas que suelen ingresar en aquella deslucida categoría, a la que le colocan el título de románticas (que lo suelen ser más que por el romance por lo candente de sus historias) de la década de los noventa gracias a sus cuatro protagonistas que en ese momento se hallaban en la cima de sus carreras, y por ello brindaron en aquella oportunidad grandes actuaciones en la pantalla. Pero veamos, llegado a este punto de la reseña debo admitir que encuentro esta obra ciertamente sobrevalorada, pero no lo suficiente como para afirmar que no me gusta en absoluto. Es decir, no se le puede desacreditar de modo tan sencillo, ya que a mi parecer cuenta con algunos elementos muy valiosos que ofrecer y que son dignos de ser destacados, según mi apreciación cuando se escriba sobre ella.

Por citar uno de esos elementos relevantes, diría que cuando la gente piensa en el término películas hermosas, suele imaginarse una obra que visualmente este cargada de luminosidad y muchos colores. En el caso de este piano, el filme posee una estética muy oscura, lo cual para mi se vuelve un espectáculo en su totalidad, un impresionante deleite que ingresa por las pupilas y que es merecedor de su visionado en cada fotograma. En ese sentido, solo una directora sumamente talentosa como Campion podría lograr tal belleza haciendo uso de un paladar tan sombrío. Incluso, me parece que el mismísimo David Lean tan acostumbrado a emplear una estética colorida al menor pretexto en su trabajo, tendría casi con certeza algunos disgustos con esta cinta. Por lo tanto, digamos que ese aspecto lóbrego es quizás a mi parecer la mejor parte de la película, mi ingrediente favorito entre todos los que componen esta pieza. 

Holly Hunter lidera el interesante elenco personificando a Ada McGrath, una mujer que atesora una voluntad férrea, casi rayando en la obstinación. Justo frente a nosotros Hunter interpreta a Ada con una determinación feroz y una presencia que es dominante en cada aparición. La joven dama es muda y no ha expresado una sola palabra en muchos años y no está claro por qué es de esa manera. Lo único que conocemos al respecto, es lo que le cuenta luego de su arribo a la isla su pequeña hija a una señora que resulta ser la hermana de su nuevo padrastro, casi a forma de secreto la niña le relata que dejó de hablar el día que su esposo fue alcanzado y asesinado por un rayo, por lo que es posible que tenga su laringe dañada. Por otro lado la aludida hija Flora (interpretada por la niña Paquin) también suele desempeñarse como intérprete a través del lenguaje de señas. Y lo más importante es que, además de su hija, lo más preciado que Ada posee en el mundo es su piano. Y solo Ada sabe realmente cuánto significa para ella.

Al inicio de la historia nos enteramos que Ada ha sido vendida para casarse con un hombre que habita en la frontera de Nueva Zelanda, un tal Stewart, encarnado por Sam Neill. Dado que como ya lo mencioné la convulsa Ada es muda y una vez que se hallan en la aldea sus vecinos suelen meter sus narices en la gran aventura y anhelado amorío que ha llegado al agreste lugar, gran parte de la relación que ocurre entre ambos se pierde en el engorroso asunto de la traducción. Dicho de otra manera: él no entiende cuánto significa el piano para ella y decide vendérselo a su vecino maorí (que es blanco pero en algún momento determinó adoptar las costumbres de la tribu), un tal Baines (interpretado por Harvey Keitel y cuyas intenciones reales desconoce) que al tener en su casa el instrumento acepta que se le den unas cuantas lecciones de piano. Desde luego el incauto Stewart no le da mucha importancia al asunto, ya que solo se centra en que con ello pueden conseguir dinero y la doncella Ada pueda seguir tocando, sin darse cuenta que en realidad Ada ha quedado muy resentida por el trueque que ha realizado su nuevo y extranjero esposo. Y cuando alcanzamos ese punto en el metraje es cuando emerge el arte de lo amatorio en el relato, puesto que como Baines de alguna manera entiende a la inerme Ana, no les queda más que tener una aventura. El propone y ella acepta. Desde luego, la química que existe entre ambos es ardiente.

He ahí el problema que tengo con la película: justamente ella es mi problema. Ada es una mujer egoísta y no esta dispuesta a darle ninguna oportunidad a su matrimonio. Lo cual me lleva a diversas interrogantes. La más evidente es, ¿entonces por que acepta ir a tan alejado lugar? Por supuesto que no conoce a Stewart, pero en realidad el único que hace un esfuerzo para que las cosas funcionen es el sujeto de las patillas salientes. Ese hombre es el único que intenta que el matrimonio (aunque arreglado) funcione. Incluso, luego de enterarse de la traición de su inestable esposa llega a estar perfectamente de acuerdo con que Baines en algún punto le devuelva el piano. Por tal motivo, todo el asunto de Ada rebelándose y engañando al esposo con el personaje de Keitel me lleva a que la protagonista me resulte demasiado inaguantable. Y tampoco puedo culpar lo que este proceder tan errático termina por generar en la mente del marido cornudo. Por supuesto que entiendo que Ada es una mujer de voluntad fuerte, tenaz e independiente, pero en casos tan singulares como ese, creo que la gente necesita hacer cada una su parte para conseguir resolver los problemas, para después encontrarse en el medio. Pero, aquí solo uno intenta ser un buen marido, mientras que la otra parte solo engaña. No es una parte de la narrativa que me encante. Y dado que gran parte de la historia gira en torno a dicho triángulo amoroso, para mi tanta confusión disminuye la calidad en general del filme.

Además, a mi juicio la película también se habría beneficiado de una explicación más clara de las motivaciones de los protagonistas del relato. Si bien algunas cosas pueden quedarse sin ser expresadas, la carencia casi total de una caracterización evidente, implica a la postre que el espectador quedará indiferente al desarrollo emocional de los personajes y de la trama en su conjunto.

Por fortuna, las actuaciones son impresionantes. En lo que concierne a Keitel y Neil lo han hecho mejor en otros proyectos, aquí todo merece la pena por Hunter y la niña Paquin que juntas son dinamita. Muy merecidos sus premios.

A pesar de las grandes personificaciones y la impresionante dirección de Campion, mientras la veía por primera vez empezaba a tener la persistente duda de si el filme debe pertenecer a aquellas obras en las que como público debes dejar atrás tu mente y simplemente complacer a los sentidos, lo que ellos ven y escuchan. En el segundo visionado llegó una posible respuesta, el guion parece más manipulador que virtuoso. 

En fin, mire esta delicadeza por sí mismo. La historia es la prueba contundente sobre por qué los matrimonios concertados no son una buena idea. Después de todo, ¿Cómo puedes ser el único platillo que alguien probará el resto de su vida, si ni siquiera le agradas o no te encuentra atractivo? Un drama histórico para adultos con escenas donde emerge una desnudez inocuo pero abierta y se abordan algunos temas para adultos, como el control, la represión sexual, el crecimiento en ese mismo ámbito y la búsqueda del amor verdadero. 

Más allá de que el toque romántico del filme es demasiado femenino y los elementos del drama me parecen terriblemente fallidos, la película lo compensa con su calidad en el restos de los departamentos que la conforman. Es justo en el ámbito de la atmósfera en general, el ambiente realista y asombroso, hermoso y áspero a la vez de Nueva Zelanda en el lejano 1850, donde la película brilla,

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