Short Cuts (1993)

 

Director: Robert Altman

Duración: 188 minutos

País: Estados Unidos

Elenco: Andie MacDowell, Bruce Davison, Jack Lemmon, Zane Cassidy, Julianne Moore, Matthew Modine, Anne Archer, Fred Ward, Jennifer Jason Leigh, Chris Penn, Joseph C. Hopkins, Josette Maccario, Lili Taylor, Robert Downey Jr., Madeleine Stowe, entre otros.

" Adaptación de varios relatos del escritor norteamericano Raymond Carver. Retrato de la vida cotidiana de un grupo variado de personas que habitan en Los Ángeles e intentan afrontar como pueden las dificultades de su vida tanto en el ámbito laboral como el personal."

Robert Altman fue un director con una carrera desigual y aunque suene extraño, no todas sus cintas que podrían ser calificadas como descalabros o intentos fallidos son interesantes. Pero eso si, hacía una clase muy especial de película, y lo hacia mejor que nadie. Es más, que yo sepa y hasta donde entiendo, él justamente inventó ese tipo tan particular de obra cinematográfica. Es decir, la mayoría de los cineastas comienzan empleando en su labor la visión de otra persona y luego terminan por volverla realidad. En el otro extremo, aparecen todos aquellos que destacaron en el quehacer cinematográfico ya que poseían su propia visión al respecto y la historia se transformaba en un marco para su arte. 

Sin embargo, de cualquier manera, el trabajo en ese negocio se divide entre el talento creativo (el escritor, el director y otros oficios secundarios) y los artistas, interpretes, ejecutantes o como gusten llamarles.

En el caso de Altman, lo que lo llevó a distinguirse por encima de los demás es que solía hacer las cosas al revés. Dicho de otra manera: comenzaba su creación teniendo a su disposición grupos considerables de actores excepcionalmente talentosos, en realidad los dirigía poco, los llevaba a filmar montañas de tomas y luego al final lo entrelazaba todo. En resumen, la vida de la película surgía de los propios actores. Luego entonces, podría afirmarse que tomaba esa oscilación generada por los interpretes, todos aquellos ritmos que producían y los confrontaba el uno contra el otro. Por lo tanto, podría decirse que su forma de hacer cine fue lo más cercano que se puede llegar a estar del jazz cinematográfico, al menos a un jazz ejecutado por el propio elenco de la obra en cuestión.

Ahora mal sin bien, me gustaría confesar que después de ver una cinta como esta me fue casi imposible no pensar en la espléndida Magnolia que escribió y dirigió Paul Thomas Anderson en el año 1999. Sin embargo, Anderson antes que cualquier otro rótulo que pudiese colgársele para colocarlo en alguna categoría dentro de la creación en el séptimo arte seria el de escritor. Esto es, su creación principal es el guion. Por lo tanto, mientras que la citada Magnolia guarda un parecido bastante superficial con el filme del que hoy escribo, dado que Short Cuts es por decir lo menos una bestia completamente diferente. Llegados a este peliagudo punto podria empezar a servirme de las alegorías y enunciar que la comparación sería tan absurda como el equiparar a la música de cámara con el jazz. 

En ese sentido, probablemente la comparación más adecuada sería con aquel filme de Terrence Malick de 1998 The Thin Red Line, que podría aseverarse sin temor a equivocarse esta cimentada bajo el mismo tipo de tejido con el que se construye el aludido jazz, con la excepción de que el enfoque de aquella cinta está en los recuerdos que se nos muestran a través de distintos sonidos y algunas voces en off. En este caso, la atención se centra en los pequeños ensambles inmediatos que se nos entregan a lo largo del metraje.

A mi parecer, imposible dejar de pensar en que esta debe ser simplemente una de las películas más importantes de aquella década. Aunque claro, también habría que asumir que a estas alturas, luego del inevitable paso del tiempo se encuentra totalmente desdeñada.

Pero veamos, el ensamblaje de actores que tenemos la oportunidad de apreciar con esta obra no tiene parangón. Es un elenco de primer nivel que cuenta con la participación de nombres destacados en el lado de las féminas por mencionar a algunas como Julianne Moore, Frances McDormand, Andie MacDowell, Jennifer Jason Leigh, Lily Tomlin o Lili Taylor; y por el lado de los hombres tipos como Matthew Modine, Tim Robbins, Fred Ward, Robert Downey Jr., Chris Penn, el veterano Jack Lemmon y el mismísimo Tom Waits. Aunque claro, debe puntualizarse que no todos destacan por su labor interpretativa. Quiero decir que por ejemplo en lo que respecta a Moore y Downey desde entonces ya se destacaban por encontrarse entre los mejores actores de su generación, y realmente dejan prueba irrebatible de ello. Por otra parte, Robbins, McDormand y Leigh a veces realizan una labor que da la impresión de ser extraordinaria, pero no es realmente así, dado que por ciertos altibajos en apariencia necesitaban bastante orientación por parte del director. Finalmente, la pareja tan peculiar que formaron Tomlin y Waits definen a la perfección el término ocurrencia. Se nota que si divertían de manera genuina. 

En algún sentido, la aparición de un coro actoral de tal magnitud funciona como especie de prueba de Rorschach para determinar qué personajes me han impactado en particular. En tal caso, mi respuesta sería que el personaje al que personifica una mujer llamada Lori Singer. Simplemente chocante. En realidad la muchacha toca el violonchelo, lo realiza con pasión y lo transmite desde la pantalla. Lo único cierto es que lo absurdo proviene del hecho de realmente estaba interpretando alguna pieza absolutamente existente, pero sin hacerlo. No obstante, lo más sorprendente es que por lo demás, su carrera no parece haber despegado.

A forma de cierre, el título en si, Short Cuts, posee un doble significado. Por un lado es una mezcla interconectada de atajos o desviaciones, como si se estuviera en la sala de edición uniendo los breves episodios de una historia; y por el otro es una referencia inconfundible al urdimbre que conforma la vida humana, los atajos sociales que hay entre nosotros y todos los demás, como en los famosos seis grados de separación que garantizan que estamos a solo seis relaciones personales de todos los demás habitantes en el mundo.

Ambientada en Los Ángeles, esta idea que he expresado con anterioridad convierte a toda esta historia en una hermosa ironía: puesto que aunque los personajes principales están completamente absortos en sus universos personales, están conectados de forma íntima entre sí. Solo que ellos simplemente no lo saben.