Dirección: Aki Kaurismäki
Duración: 72 minutos
País: Finlandia
Reparto: Turo Pajala, Susnna Haavisto, Matti Pellonpää, Eetu Hilkamo, Erkki Pajala, Matti Jaaranen, Hannu Viholainen, Jorma Markkula, Tarja Keinänen, Eino Kuusela, Kauko Laalo, Jyrki Olsonen, Esko Nikkari, Marja Packalén, Mikko Remes, Tomi Salmela, Reijo Marin, Heikki Salomaa, entre otros.
" En Finlandia, un apuesto joven hereda un viejo Cadillac convertible y el techo no funciona. No tiene familia ni amigos y no tiene trabajo, así que se va a buscar una vida mejor o al menos una forma de sobrevivir. Es autosuficiente y muestra muy poca emoción en lo que la vida le depara."
En las dos secuencias iniciales de Ariel (que describiría como la cinta estándar de estudio de carácter directo y sin escalas del director Aki Kaurismäki sobre la vida y sus crueles ironías), el protagonista un tal Taisto Kasurinen observa cómo la mina en la que trabajó durante algún tiempo es cerrada y demolida, para después contemplar con un tranquilo distanciamiento el suicidio de su padre en el baño de una cafetería.
Ambas secuencias están plasmadas con el característico enfoque inexpresivo de Kaurismäki, que está plagado de una cruel sátira y un sentido del humor casi absurdo, al tiempo que establece el espíritu de la derrota, el fracaso y los imprevisibles giros del destino que conspirarán contra el personaje durante el resto de la película. A partir de ese punto, seguimos a Taisto en su viaje de un lugar llamado Laponia con destino a Helsinki a bordo de un Cadillac sin techo, y advertimos su enfoque por completo desconectado y a menudo desconcertado de la vida mientras deambula por la ciudad, luego se enamora, después va a la cárcel y, en ultima instancia, aprende algo sobre si mismo en el camino.
Para mí, la película recuerda en cierto modo a O Lucky Man!, un filme de 1973 de Lindsay Anderson protagonizado por Malcolm McDowell (si, el de la Naranja Mecánica), ya que Kaurismäki presenta la historia como una fábula incongruente y picaresca, rica en personajes, humor y un astuto sentido del patetismo. Al igual que la obra de Anderson, el argumento es relativamente sencillo en un sentido cinematográfico (con el énfasis puesto en un solo personaje que traza un camino poco convencional a través de la vida), pero está adaptado a una escala por completo épica, con la gran cantidad de aventuras y desventuras que se acumula en una duración tan ajustada que destruye cualquier noción más amplia de la etiqueta realismo social que muchos han aplicado a las primeras creaciones de Kaurismäki. Aunque me gustan sus tres primeras cintas, en particular Crime and Punishment y Calamari Union, para mi Kaurismäki empezó a asentarse realmente en su estilo característico justo con la creación de la que hoy escribo, basándose en la grandeza de Hamlet Goes Business del año anterior y sentando las bases para sus películas posteriores como Take Care of Your Scarf, Tatiana, Juha y The Man Without a Past.
Como muchas de las mejores obras de Kaurismäki, la razón por la que Ariel funciona tan bien es el resultado de un reparto adecuado. Cada una de las interpretaciones de esta película es fantástica a su manera, y consigue transmitir una gran cantidad de información sobre los personajes y su papel en la historia, sin tener que recurrir a largas escenas de dialogo y exposición. La estructura y la visualización de la película son tan ligeras como una pluma, puesto que el director finlandés toma un plano de un personaje que mira pensativo desde una ventana y examina de forma detenida un paquete de cigarrillos medio vacío y nos da una gran cantidad de información, no solo sobre la procedencia de estos personajes, sino también hacia dónde se dirigen.
Al igual que en las otras dos películas de la trilogía, y de hecho, en muchas de las otras creaciones del director, la película se las arregla de manera muy hábil para caminar por esa fina linea que existe entre un sentido del humor cruel y burlón (mientras vemos a estos personajes esforzarse y fracasar y, en ultima instancia, caer de bruces de tal manera que ofrecen un evidente impacto cómico) y un genuino sentido de calidez y compasión.
Si está familiarizado con el particular estilo de dirección de Kaurismäki por películas como Shadows in Paradise y The Match Factory Girl, entonces ya tendrá una idea de lo que puede esperar de la película en cuestión, ya que esos filmes en particular actúan como si fuesen una especie de finales de libro (con Ariel situada en medio) de una trilogía informal de obras que tratan sobre la clase baja oprimida que lucha de forma constante por la esperanza y la felicidad en un mundo frio y confuso.
De las tres cintas que forman parte de este tríptico suelto de fábulas modernas, Ariel es para mí la más conmovedora y entretenida, y es también aquella en la que los temas y motivos de Kaurismäki están mejor representados por el personaje principal y las situaciones en las que se encuentra. La dirección es realmente apropiada; lo habitual del enfoque minimalista de este director, acompañado de composiciones autoconscientes, planas e icónicas, y un enfoque increíblemente cálido de la iluminación, mientras que el guion y los personajes son lo suficiente fuertes como para atraernos y provocar que la experiencia sea aún más gratificante.
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