Director: Andrei Zvyagintsev
Duración: 105 minutos
País: Rusia
Elenco: Vladimir Garin, Vanya Dobronravov, Konstantin Lavronenko, Natalya Vdovina, Yelizaveta Aleksandrova, Lazar Dubovik, Lyubov Kazakova, Galina Petrova, Aleksei Suknovalov, Andrey Sumin, entre otros.
" La vida de dos hermanos sufre un brusco cambio cuando de repente aparece su padre, al que sólo recordaban por una vieja fotografía. Sin saber si realmente es su padre y por qué ha vuelto después de tanto tiempo, los chicos encontrarán la respuesta a sus preguntas en una remota y solitaria isla, después de un emocionante viaje con su padre por los bellos parajes de Siberia."
No cabe duda de que Andrei Zvyagintsev crea con la mirada puesta en la gran tradición de cineastas europeos como Tarkovsky o Bergman, para los que la narración simbólica y visual es más importante que las palabras como tales o el argumento en sí.
La historia, cotidiana en la superficie, se centra en el viaje que realizarán con su padre dos hermanos adolescentes, de los cuales destaca la evolución y el proceso de uno de ellos, Iván, el más joven, callado y de una personalidad muy singular, que verá cómo su pequeño mundo infantil, estando ya previamente tambaleante, comienza a deshacerse hacia la transformación que provoca la madurez propia de su edad. La cual, además, es acelerada por las excesivas pero eficaces estrategias de aprendizaje con las que el padre tratará de enmendar en cierto modo, la carencia de la figura paterna en la vida y el comportamiento de sus dos hijos, a quienes no veía desde que eran muy pequeños, con más exactitud casi desde que nacieron.
De igual manera podemos apreciar al personaje del padre quien no solo desarrolla ese rol, sino más bien el personaje del adulto como figura autoritaria, prolongable. Esto es, mediante la interpretación de la metáfora a cualquier dimensión de autoridad. La superioridad con la que cuenta causará fascinación, indignación e incomprensión en sus hijos. Durante el periplo, el padre preparará, sin ser algo completamente consciente (pues los personajes son principalmente construcciones simbólicas), para la dura vida adulta a sus vástagos, lo que provoca que las reacciones de los muchachos sean dispares y no siempre alcancen a comprender la motivación y las intenciones del adulto que los gobierna y educa. El viaje, de tan sólo unos días, marcará inevitablemente a ambos retoños, será un punto de inflexión hacia una nueva etapa de sus existencias.
La narración adquiere prácticamente una dimensión mitológica, donde por supuesto todo tiene su significado, aunque sea alegórico. Todo se va dibujando, símbolo tras símbolo, lo que deja en manos del espectador el delicioso placer de completarla, pues se haya inconclusa hasta que el observador la interpreta trazo por trazo, como sucede con toda obra de arte. Aquí nada es gratuito. Si el padre no rema no es porque sea un sinvergüenza holgazán, sino porque a ciertos sitios sólo se puede llegar con el esfuerzo propio. Si llueve no es porque a las nubes se les antojó posarse simplemente ahí, sino porque lluvia implica purificación. Si las figuras aparecen al llegar a la isla como meras siluetas, no es por esteticismo insustancial, sino porque la isla es una "realidad diferente" donde la individualidad tipo narcisista no tiene cabida.
No estamos, aunque lo parezca, ante una excursión para ir simplemente a pesar, sino ante una expedición al interior de un alma, la travesía a una realidad que está más allá de este mundo y que participa por igual de lo comprensible y lo sensible. La película transcurre tanto en el interior de Iván como en un entorno físico. Todo se desarrolla entre símbolos y requiere una cierta familiaridad con ese lenguaje y esas ideas.
Película extremadamente ambiciosa y resuelta de forma casi redonda en un lenguaje visual excepcional, de ahí su eficacia. Impacta incluso sin necesidad de comprenderla. En fin, cine puro ruso.
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