Director: Edgar G. Ulmer
Duración: 65 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Boris Karloff, Bela Lugosi, David Manners, Julie Bishop, Egon Brecher, Harry Cording, Lucille Lund, Henry Armetta, Albert Conti, entre otros.
" La acción tiene lugar en Hungría en 1932 a lo largo de un día. La pareja de recién casados formada por Joan Alison y Peter viaja en tren hacia el lugar donde han de pasar la luna de miel. A pesar de haber contratado un compartimento exclusivo, se ven obligados a aceptar la compañía del Dr. Vitus Werdegast, psiquiatra, que desea visitar a un antiguo compañero de armas, Hjalmer Poelzig."
La película es un thriller de terror psicológico, horror, crimen y suspenso. Fue la cuarta película realizada por Ulmer, que antes había trabajado como colaborador de Reinhart.
Como en la mayoría de sus obras, muestra en esta ocasión una gran capacidad para gestionar adecuadamente los presupuestos escasos, la dirección acertada de pocos actores y la construcción de escenografías novedosas, sugestivas y muy sobrias. No hay que olvidar que en su juventud cursó estudios de diseño y escenografía, que abandona para trabajar en el cine.
A pesar de fallos e imperfecciones, la obra desarrolla una gran intensidad dramática, que se arropa con una iluminación sorprendente y una excelente puesta en escena. Fue la primera cinta en la que colaboraron como protagonistas los dos actores de mayor renombre de aquel momento en el género del terror. Claro, me estoy refiriendo a Karloff y Lugosi.
El duelo interpretativo de ambos actores constituye uno de los motivos adicionales de interés del proyecto de Ulmer, uno de los pocos en los que Lugosi tiene a su cargo un papel heroico.
En cuanto al título original, hace referencia a la simbología asociada al gato negro, evocación del diablo y de la muerte. Con medios prácticamente artesanales y haciendo uso de la sugerencia y la invitación a establecer supuestos, el relato adquiere una fuerza inusitada. Evoca el mal, la villanía y la ruindad.
La caracterización del villano incluye la mentira, la traición, la crueldad, el crimen, la necrofilia, la locura y el satanismo. Añade acciones macabras que se envuelven en una atmósfera lúgubre y perturbadora.
Una confrontación más que interesante la que se da entre Karloff y Lugosi. A mi parecer con victoria de Karloff. Claro que, con el nivel con el que cuentan todos los que laboran en el proyecto, el actor inglés no encuentra ninguna dificultad para solventar el problema. Por ejemplo, el hecho de contar con un director austriaco procedente del expresionismo, que sirvió como ayudante y aprendiz del mismísimo Murnau, y de ahi viene la facilidad para enseñarnos el magistral juego de sombras chinescas, escaleras en espiral, bóvedas fortificadas, urnas de cristal con muertos en lugar de maldiciones, mayordomos siniestros y la pareja de recién casados, típicamente americana y adecuadamente inocente.
Tal vez en los años 30 y en la soledad del cine de barrio americano la película aterrorizara, pero hoy, en nuestras televisiones de veintitantas pulgadas y en la comodidad de la sala de nuestra casa, la cinta se queda en un simple toque de misterio que nuestros ojos, labrados en diversos instantes cinéfilos, saben valorar adecuadamente, pero nada más. Incluso la presencia agigantada del gato entre juegos de luces y sombras, no pasa de provocar más que un ligero disgusto. Y del relato original de Poe, se utiliza poco, muy poquito.
El director hace bien su trabajo. El expresionismo alemán y ese aire de cementerio irrespirable son más que interesantes y atrayentes. Y si además Karloff está magnífico ¿qué más se puede pedir?
Pues queremos algún inquietante escalofrío por la espalda. Pero eso es imposible. Aunque la música y los rituales satánicos casi lo consiguen, la verdad es que en el mundo de hoy nos aterrorizan otras cosas muy distintas. En cualquier caso, no quiero dar la sensación de infravalorar la película de Ulmer.
No se dejen engañar por su apariencia común, sien tense en el sillón más cómodo de la sala y disfruten sin prejuicios de una magnifica obra original procedente de la mente expresionista y romántica de su director.
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