Director: Sidney Lumet
Duración: 129 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Paul Newman, Charlotte Rampling, Jack Warden, James Mason, Milo O'Shea, Lindsay Crouse, Edward Binns, Julie Bovasso, Roxanne Hart, James Handy, Wesley Addy, Joe Seneca, Lewis J. Stadlen, Kent Broadhurst, Colin Stinton, entre otros.
" Frank Galvin, un maduro abogado en decadencia, es un adicto al alcohol que sobrevive gracias a pequeños y rutinarios trabajos. Un antiguo socio le recuerda el caso, todavía sin resolver, de un error médico cometido en un hospital. No es nada sencillo para él trabajar de nuevo de forma profesional, pero su tesón es tal que no tarda en averiguar que puede ganar el caso. Es entonces cuando empieza a recibir ofertas económicas para arreglar el asunto sin ir a juicio. Pero Galvin está dispuesto a jugárselo todo, tanto para conseguir una importante indemnización para los familiares como para rehabilitarse como abogado y como persona."
Un hombre juega a la máquina de pinball entre las sombras de un bar. Bebe cerveza y fuma, bola tras bola. A través de la ventana, entre adornos que parecen navideños, apreciamos un paisaje apagado, gris, invernal. Falla la última bola, se queda pensativo y mirando al vacío. No es que haya perdido una bola ni una partida, su vida entera es una derrota.
Así es el arranque de una película magnífica, dirigida por Sidney Lumet, con guión de David Mamet y basada en una novela del abogado de Boston, Barry Reed, contando con la interpretación de uno de los mejores actores de siempre, el soberbio Paul Newman.
Esta es la historia de un abogado de nombre Frank Galvin, alcohólico, derrotado por la vida, quien apenas se gana el sustento dejando su tarjeta en funerales. Su vida transcurre en el bar contando cada noche, entre copa y copa, chistes malos a sus amigos. Pero va a tener su última oportunidad de redención, de hacer algo grande, de poder levantarse por la mañana con algo más que una terrible resaca.
Es complicado ver esta joya del cine de tribunales y no poder dudar que gran parte de su grandiosidad está en la actuación de Paul Newman, ya que pocos actores son capaces de representar la caída del ser humano en el abismo de la autodestrucción como él. Claro que atribuir todo el mérito al genial actor sería un tanto injusto, pues está muy bien respaldado tanto por la dirección de Lumet como por el resto de un reparto en el que destacan James Mason, Jack Warden y Charlotte Rampling quienes dan cuerpo y vida a una obra maestra de la planificación, desarrollo y conclusión, actos diferentes representados con una sobriedad dificil de encontrar.
Y es que la cinta no se limita a contar la historia de un juicio, sino que constituye un juicio a la propia sociedad, a la insensibilidad de las personas que se supone representan a la justicia, y que lo hacen de manera fría, cuantificando mediante cifras el pesar y el sufrimiento de las personas a las que representan.
La justicia es una palabra que se compra, en función de la categoría social las posibilidades aumentan o disminuyen para que esa palabra se cumpla, así vemos la realidad de la cruda sociedad, la lucha de David contra Goliat.
Por otra parte, complementa el relato, la vida personal del protagonista, se van revelando datos de su pasado a lo largo de toda la película: el personaje va creciendo y creciendo en el guión y por supuesto está excepcionalmente interpretado. Frank Galvin no se transforma en mariposa inmediatamente. De hecho, la transformación nunca es completa, sino que el personaje sigue recayendo a lo largo de toda la cinta. Cae y se levanta con la dignidad del que ya ha tocado fondo. Pero la película no es depresiva, está siempre presente en ella una oscura esperanza, una posiblemente limitada capacidad de redención.
En el caso del director, solamente le interesa el proceso por el que pasan los personajes y sus circunstancias para hacer creíble la verdad en un tribunal; nos quiere poner del lado del débil. El propio Galvin lo señala en alguna escena, declarando abiertamente que alguien tiene que proteger al débil frente al poder del dinero y la posición social. Y ese proceso es justamente el que nos desea enseñar el director: que entre unos y otros, y en ambos lados, están los perdedores de la vida y que nunca hay un verdadero ganador.
Es increíble la gama de grises que despliega ahí, es justo en ese lugar en donde la película es maravillosa, con un héroe maldito como Galvin, una mujer alcohólica y enamorada que ha perdido la oportunidad de redimirse, un abogado de la defensa que desprecia a su cliente, una pareja de demandantes que nunca podrá recuperar a la hermana que se quedó en coma y vive como un vegetal, pero que necesita urgentemente el dinero del trato. En pocas palabras, gente real. La vida señores, contada con todos los colores.
Es una película de intensas y sutiles emociones, en la que de pronto alguien ofrece la primera frase insuperable del superviviente: "actúa como si tuvieras fe y la fe renacerá en ti".
Y como si esto fuera poco, ofrece un final sin cabos sueltos y un epílogo muy teatral en el que lento cae el telón sobre una inquietante llamada telefónica. Una maravilla de película de imprescindible visionado.
Gracias Lumet, una vez más.
Comentarios