Director: Tom McCarthy
Duración: 128 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Mark Ruffalo, Michael Keaton, Rachel McAdams, Liev Schreiber, John Slattery, Brian d'Arcy James, Stanley Tucci, Elena Wohl, Gene Amoroso, Doug Murray, Sharon McFarlane, Jamey Sheridan, Neal Huff, Billy Crudup, Robert B. Kennedy.
"La verdadera historia de cómo el periódico The Boston Globe destapó el gran escándalo de abuso de menores y el encubrimiento del mismo dentro de la Arquidiócesis católica local, logrando sacudir toda la propia Iglesia hasta su núcleo."
Estamos ante una película llena de buenos valores cinematográficos. Está filmada con fuerza y con elegancia, tiene unos intérpretes apropiados, y relata con eficacia la investigación de uno de los casos más sonados de pederastia dentro de la iglesia católica estadounidense. Pero tanto premio que ha estado recibiendo y tanta mención como mejor película del año es algo que le queda grande, muy grande.
A mi entender todo la debilidad de la obra recae directamente en la frialdad del guión. Por lo menos, a mi me queda claro que una historia como esta necesitaba más emoción, más emotividad. Claro, tampoco hacía falta convertirla en una telenovela lacrimosa, ni mucho menos, sin embargo la cinta fracasa estrepitosamente en la misión de implicar al espectador con una historia tan siniestra.
No obstante, es una película comprometida con lo que cuenta; tan comprometida que hace daño. Y es lo que pretende hacer, pues sacar a la luz la investigación que el equipo denominado Spotlight del Boston Globe llevó a cabo entre los años 2001 y 2002 (en la que se destapó una cantidad importante de abusos sexuales perpetrados durante décadas por sacerdotes de Massachusetts que habían sido encubiertos por la propia Iglesia Católica) lleva consigo una importante carga de denuncia. La Arquidiócesis de Boston encubrió los abusos de diversos sacerdotes durante más de treinta años. Así, el director demuestra un compromiso total con lo que cuenta no solo en la discreta y ciertamente plana dirección (que en todo momento se encuentra al servicio de la historia), sino en la propia (co) escritura (junto a Josh Singer) de un guión de precisión milimétrica y que nunca llega a caer en lo que pudo haber sido un previsible sentimentalismo.
Esta creación cinematográfica es el quinto largometraje de Tom McCarthy, que ya había demostrado buenas maneras en todos sus trabajos anteriores, especialmente en The Station Agent y The Visitor, que por ahora es la mejor película de su aún corta filmografía. Su buen hacer se mantiene intacto en esta ocasión, pero la capacidad de emocionar y conmover a través de sus personajes e historias en esta oportunidad se ve eclipsada por la minuciosa tarea de hacer de la dirección de la cinta una fría y comprometida labor de realismo e imparcialidad que muestre sin engaños la investigación periodística de los héroes del equipo Spotlight.
Y es que la película, más que por su añadido valor cinematográfico, encuentra su origen en la escasa difusión que en ciertas partes del mundo tiene el conseguir un premio Pulitzer; premio que ganó el equipo que da título a la cinta tras la publicación, en 2002, del artículo que denunciaba los abusos sexuales, y que supuso un verdadero impulso para que las víctima de los crímenes pederastas de una cantidad relevante de párrocos compartieran sus testimonios, los aterradores hechos que durante años habían permanecido ocultos en sus memorias.
Podría calificarse la cinta como una oda al periodismo, al verdadero trabajo de difusión por (y para) el beneficio social para el que nació este gremio que en la actualidad no pasa por sus mejores momentos. También es una forma de concienciar acerca de la importancia que tiene no mirar hacia otro lado, pues todos tenemos cierto grado de responsabilidad a la hora de evitar los males que sacuden nuestra sociedad.
De tal manera que, una película cuyo tema es el hallazgo periodístico real de una serie inconexa de sacerdotes católicos que en el pasado tuvieron comportamientos relacionados con la pederastia merece ser analizada no solo como obra del cine sino también por su contenido y enfoque ético y/o moral.
Es de algún modo, el contenido, la historia, quien en mi opinión ha impulsado su éxito, por estar realizada en una época (ésta, la nuestra) donde el linchamiento mediático es políticamente correcto aun cuando se trate de enjuiciar acontecimientos de un pasado con reglas ética y morales considerablemente distintas. Los encabezados informativos del final indican claramente de qué estamos hablando.
Porque el relato trata de un grave problema social, la pederastia (muy a menudo y de manera intencionada confundida con la pedofilia) que tiene una interrelación muy profunda con la psicopatología y sus distintos tratamiento; con los códigos ético-morales de cada cultura; con la injusta generalización; con la defensa grupal y un largo etcétera.
Tanto esta obra como All the President's Men podrían ser proyectadas en una doble sesión en la escuela de periodismo, pues ambas suponen una radiografía fiel de las líneas a seguir para realizar una investigación periodística; y sin caer en el morbo o en el sensacionalismo que tanto gusta a ciertos medios y, por qué no decirlo, a los lectores también. Las dos películas tienen muchos lazos en común que se hacen patentes al comenzar. Cada una empieza, por ejemplo, con personajes que no van a volver a ser vistos otra vez pero que son necesarios para mostrarnos los hechos.
Asimismo muestra detalles de las competencias entre periódicos o lo que algunos justificarían diciendo que es la supervivencia de unos sobre los otros, el colgarse medallas de haber sido ellos y no los otros los que mostraron al mundo la denuncia.
Como deuda está su limpieza aparente, su purismo, podría habérsele dado algún toque emocionante, transmitiendo en muchos tramos cierta frialdad, cuenta con un tono muy cercano al documental que nos distancia, carece de golpes emocionales, no hay conexión con los protagonistas que se muestran profesionales y punto. Nada sabemos de ellos, meros especímenes intercambiables, trabajan en una misión que propugna el aumento de la productividad sin más. No hay momentos de dilemas morales, van hacia adelante todo el tiempo y eso es todo, sesgados de matices, siendo de esa manera tan negativo que su personaje sea unidimensional, actores de cierto nivel encarnando personajes planos. El verdadero pecado es que con la dura historia que nos cuentan no logren implicarnos emotivamente, no nos toquen la fibra sensible, no es que haya que ser sensiblero, hay medios sutiles de los que la cinta carecer, nos priva de sentir la rabia que requiere la historia.
En fin, recomendable a los que gusten de cierta clase de triller sereno, con demasiada reflexión, pero falto de profundidad en sus personajes.
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